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UN HOMBRE SEGURO

Jaime Arias Ramírez asume la presidencia del Instituto de Seguros Sociales en uno de los momentos más cruciales de la entidad.

2 de noviembre de 1998

Si los médicos venían pidiendo desde hace rato una mayor participación de su gremio en la administración de la salud por ahora no tienen de qué quejarse. A la presidencia del Instituto de Seguros Sociales(ISS) ha llegado no sólo un colega suyo sino uno de los pocos médicos del país con especialidad en asuntos económicos. Se trata de Jaime Arias Ramírez, un conservador de viejo cuño que ha sabido combinar su amplia trayectoria como político local con una significativa proyección internacional como consultor. En ambos campos su objetivo ha sido uno solo: el de la salud. Desde cuando era apenas un estudiante Arias ha tenido una obsesión por el tema. No por otra razón el Ministerio de Salud se encuentra entre los muchos cargos que ha ocupado y en los últimos años es reconocido por ser uno de los principales gestores de la Ley 100. Incluso hay quienes dicen que en ese entonces fue el más agresivo de los congresistas en proponer la transformación radical del sistema de salud. De entrada, y antes de posesionarse, Arias ha dejado en claro que en sus planes no está la privatización de la entidad. Pero también ha sido enfático en que no le temblará el pulso a la hora de hacer reformas. Y el ISS sí que las necesita. La del Seguro es quizás la institución más grande del Estado. Tiene cerca de 40.000 empleados, más de una docena de sindicatos y maneja un presupuesto que se aproxima a los 5.000 millones de dólares. Pero al mismo tiempo tiene fama de ser no sólo una de las más ineficientes en la prestación de servicios, a pesar de su cobertura, sino una de las más corruptas. Además de las dificultades operativas, el nuevo presidente tendrá que enfrentar problemas no menos delicados. En primer lugar el de la inviabilidad del sistema pensional en el mediano plazo, una bomba de tiempo sobre la que nadie se ha atrevido a medir sus consecuencias si llega a estallar. En segundo término, el de una administración que pide a gritos una reestructuración para garantizar el servicio de la salud a sus afiliados con la eficiencia que se merecen sin crear traumatismos financieros. Y tercero, la de manejar ese monstruo de mil cabezas justo en una época en que la prioridad es apretarse el cinturón. Lo cierto del caso es que el tránsito de Jaime Arias por la presidencia del ISS no podrá pasar inadvertida, pues no sólo recibe la institución en uno de sus momentos más cruciales sino que de sus correctivos e iniciativas dependerá buena parte del futuro de la entidad y, por supuesto, de millones de colombianos.