CIENCIA

HULK, el revolucionario tejido artificial que podría salvar vidas

No se trata del personaje de los cómics y el cine, sino del revolucionario invento de un científico chileno en Alemania: un tejido artificial capaz de producir oxígeno a través de fotosíntesis. Y verde, por cierto.

Alianza DW
31 de octubre de 2016
La piel artificial HULK está hecha a base de algas. De ahí su color que recuerda al personaje de las historietas y el cine.

Hace poco más de una década, el investigador Tomás Egaña partió a la Universidad de Lübeck, en el norte de Alemania, buscando desarrollar ciencia aplicada. "En Alemania hay una visión más tecnológica que filosófica de la ciencia, mientras que en Chile todavía hay -por suerte cada vez menos- la imagen del científico como un pensador que se plantea los problemas como ejercicio intelectual”, relata el científico de 36 años en conversación con DW.

"En Alemania asumen desafíos tecnológicos para resolverlos, lo que hace 10 años en Chile era muy mal visto, casi como una prostitución de la ciencia. La aproximación a resolver los problemas concretos la aprendí en Alemania”, indica.

Este ingeniero en Biotecnología llegó a la Universidad de Lübeck a trabajar al laboratorio de ingeniería de tejidos, en un proyecto de piel artificial que mejora la capacidad de crecimiento de vasos sanguíneos. "Estos transportan oxígeno, y necesitábamos células que lo produjeran directamente. Nos costó mucho darnos cuenta de algo bastante obvio y es que ya existían esas células, que son las de las plantas”, cuenta.

Así surgió HULK, sigla en alemán por "Hyperoxie Unter Licht Konditionierung(Inducción de hiperoxia bajo el condicionamiento de la luz). Se trata de una piel artificial que genera oxígeno por fotosíntesis, al igual que las plantas, ante el estímulo de la luz. El oxígeno es fundamental para la vida de tejidos y órganos y muchas enfermedades se explican por la falta del mismo.

HULK está hecho con microalgas y es, por lo mismo, verde. El nombre, de innegable carácter lúdico, ha sido un buen gancho para el proyecto, pues lo hace fácil de recordar. "Hace alusión a un personaje que es verde, es fuerte y es científico. Nos gustó como concepto”, reconoce Egaña.

Doctorado en Biología Humana en Lübeck y Doctor en Farmacología de la Universidad de Chile, continuó sus investigaciones en la TU München con su profesor guía, el cirujano reconstructivo Dr. Hans-Günther Machens, quien se trasladó hasta esta universidad y es director del departamento de Cirugía Plástica y de Mano del hospital clínico "Klinikum rechts der Isar”.

"Este proyecto ha sido recibido en forma muy positiva por la comunidad científica y en algún momento debería ser llevado a la aplicación clínica”, adelanta el Dr. Machens. En él trabaja un equipo multidisciplinario de unos 15 expertos en Alemania, Chile y Estados Unidos. Biólogos, bioquímicos, ingenieros, botánicos y cirujanos aportan desde sus áreas para hacerlo realidad.

Oxígeno como tratamiento

"Entre las indicaciones están las heridas crónicas, que son difíciles de sanar. Por ejemplo, en pacientes diabéticos o con enfermedades vasculares, o ambos, que tienen en común la muerte del tejido producto de que le llega muy poco oxígeno”, señala el Dr. Machens.

"Las heridas crónicas son un gran problema que sufren millones de personas en el mundo. Sabemos que en muchos pacientes no sanan y en algún momento terminan en amputación, sobre todo en extremidades inferiores, y es lo que uno quiere evitar. Entregarle oxígeno ayudaría a la curación de la herida”, explica el cirujano.

Este problema de salud tiene además un alto impacto económico y social. "Solo en Alemania, las heridas crónicas representan un gasto anual de cuatro a cinco mil millones de euros”, indica el Dr. Machens. "A la comunidad europea le cuestan el 2 por ciento del presupuesto anual de salud –agrega Egaña-. Hay que pensar también en todos los deshechos quirúrgicos asociados. Si uno pudiera curar estas heridas, ahorraría toneladas de plástico y basura y camas. Además, los cirujanos podrían dedicarse a otros pacientes, y estos no necesitarían rehabilitación y podrían volver antes a trabajar”.

Una idea, múltiples aplicaciones

"Las aplicaciones clínicas de HULK son casi infinitas”, adelanta el científico chileno: insuficiencias cardíacas y pulmonares, tumores, quemaduras, úlceras, manejo de órganos para trasplante, cirugía...

Además de piel artificial, Tomás Egaña plantea múltiples formas, como transfusiones de algas en vez de sangre o un spray que pudiera aplicarse a un corazón infartado en la sala de operaciones. "En los infartos se rompe una arteria, deja de irrigar una zona como el corazón o el cerebro y, como no se oxigena, el tejido muere”. En el caso de los trasplantes, por ejemplo, los órganos extraídos podrían durar más tiempo fuera del cuerpo –para traslados o estudios de compatibilidad- si pudieran generar su propio oxígeno a través de fotosíntesis.

Suturas, vendajes y otros materiales fotosintéticos podrían inducir el proceso regenerativo y además, por ingeniería genética de las algas, liberar otros factores que mejoren la cicatrización, como antibióticos o antiinflamatorios, no solo en la piel, sino también en órganos internos.

Para esto, todavía queda camino por recorrer. "Lo primero es encontrar un mecanismo que conecte células humanas con vegetales. Antes de aplicarlo dentro del cuerpo, queremos probar y estudiar qué efectos biológicos puede tener en la superficie del cuerpo”, indica el Dr. Machens.

Pruebas con animales han arrojado buenos resultados. HULK no ha tenido efectos negativos y las heridas han mostrado mayor grado de regeneración en presencia de algas. Pero es difícil prever el nivel de eficacia en personas enfermas. Los estudios clínicos en humanos serán clave. Actualmente, el equipo gestiona los permisos para probar el tejido en pacientes de un hospital chileno y otro alemán.

"Muchos pacientes podrían beneficiarse de esta tecnología. El comprobar que es segura nos permitirá tratar también a quienes no están en estados tan avanzados de la enfermedad y evitar que lleguen a esas condiciones”, adelanta Tomás Egaña.

Hace un año el científico regresó a Chile y desde la Universidad Católica impulsa el desarrollo de HULK y otras tecnologías. No le preocupa que las propuestas puedan causar incredulidad. Ello significa que es algo nunca visto y eso es parte de la motivación: encontrar nuevas soluciones a antiguos problemas.