Home

Mundo

Artículo

Barack Obama en el momento en que anunció, en Chicago, su equipo para enfrentar la crisis económica, que incluye varios pesos pesados

ESTADOS UNIDOS

El ‘equipo de rivales’

Obama hace historia hasta con su gabinete. Ahora lo comparan con Lincoln.

29 de noviembre de 2008

Cuando aún no ha transcurrido un mes desde las elecciones de Estados Unidos, medio mundo se ha puesto a comparar a Barack Obama con Abraham Lincoln. No es sólo porque el Presidente electo, al igual que aquel, inició su carrera en Illinois, surgió de una familia humilde y llegó a la Casa Blanca en medio de una crisis de grandes proporciones. Es por la manera como está escogiendo su gabinete y a sus asesores, que recuerda mucho lo que hizo Lincoln en 1860, poco antes de empezar su primer gobierno, una gestión que lo convirtió en el mejor presidente de la historia norteamericana.

El paralelo entre Obama y Lincoln se comenzó a gestar en los medios hace algunas semanas, cuando su campaña informó que el cargo de más peso, la Secretaría de Estado, podría quedar en manos de la senadora Hillary Clinton. Hillary, que fue la enemiga de Obama en la lucha por la candidatura demócrata, se reunió con él para hablar de la situación internacional y, según The New York Times aceptará de un momento a otro.

Semejante oferta produjo dos cosas. Por una parte, hizo recordar a Lincoln cuando nombró secretario de Estado a su mayor adversario por la candidatura republicana, William Seward, y como secretarios del Tesoro y de Justicia a otros dos precandidatos que lo detestaban, Salmon Chase y Edward Bates, y con todos ellos le ganó la Guerra Civil al sur esclavista y logró unir al país.

Por otra parte, convirtió en uno de los libros más vendidos en los últimos días en Estados Unidos a Team of Rivals (Equipo de rivales), publicado hace tres años por Doris Kearns Goodwin, quien cuenta de qué forma Lincoln logró conformar un gabinete compuesto por viejos enemigos políticos.

Hillary, que a lo largo de la campaña insistió en que Obama carecía de experiencia para llegar a la Casa Blanca, no sería la única contradictora del presidente electo. Otro antiguo antagonista en un puesto destacado es Joe Biden, que fue elegido vicepresidente y que había competido como precandidato demócrata, sin éxito. Con Bill Richardson pasa lo mismo. Este gobernador hispano de Nuevo México, embajador ante Naciones Unidas en tiempos de Bill Clinton, presentó igualmente su candidatura, pero la retiró al ver las aplanadoras de Hillary y Obama. Ahora oficiará como secretario de Comercio.

La ex primera dama no sería la única de la ‘Casa Clinton‘ en la administración que arranca el 20 de enero. Como jefe de gabinete de la Casa Blanca, Obama nombró a Rahm Emanuel, que fue asesor de Bill Clinton. Como secretario de Justicia, a Eric Holder, fiscal general adjunto en tiempos del último presidente demócrata. Y como asesor económico, a Lawrence Summers, ex secretario del Tesoro de la administración clintoniana. Ese grupo de ministros y asesores deberá ayudarle a sacar al país de la crisis económica más grave desde 1929 y de las guerras en Irak y Afganistán, que le han costado miles de muertos y millones de dólares.

No es raro que Obama trate de imitar a Lincoln. Hace poco en una entrevista con Katie Couric, la presentadora de CBS News, dijo: "Si pudiera llevar sólo un libro a la Casa Blanca, escogería ‘Team of Rivals‘, de Doris Kearns Goodwin". Además, tal como anticipa la revista Newsweek, "el tema del discurso de posesión será una frase del que pronunció Lincoln en Gettysburg: ‘El nuevo nacimiento de la Libertad‘". Fuera de eso, Obama, que ha pedido la unidad de demócratas y republicanos, cita con frecuencia la parte final del discurso con el que se posesionó Lincoln por primera vez, en vísperas de la guerra: "No somos enemigos, sino amigos. No debemos ser enemigos. Aunque las pasiones se han avivado, no debemos romper nuestros lazos de afecto".

La gran pregunta que se hace mucha gente es si este nuevo equipo de rivales que piensa armar Obama puede funcionar. Algunos lo dudan y ponen como ejemplo lo que les ocurrió al propio Lincoln y a otros gobernantes. "A Lincoln no le salieron bien las cosas", escribió en Los Angeles Times el profesor Matthew Pinsker, que recuerda cómo sólo Seward sobrevivió tranquilamente por un tiempo en el gobierno de su antiguo rival, porque Chase y Bates siguieron de pelea con Lincoln, que por todo eso le confesó a un íntimo amigo: "Estamos al borde de la destrucción". Lo que pasa es que al final Lincoln, que era un hombre tranquilo y extremadamente inteligente, se salió con la suya.

Los otros antecedentes también hacen desconfiar de ese tipo de gabinetes. Sucedió con el sexto presidente de Estados Unidos, John Quincy Adams, que nombró a su enemigo Henry Clay "y fue criticado por dicha maniobra corrupta", según advirtió en The New York Times el columnista James Oakes. Y pasó con Franklin Pierce y James Buchanan, que, según Oakes, "han sido de los peores presidentes de la historia".

Ahí está precisamente el reto de Barack Obama: demostrar que quien está en lo cierto es Doris Kearns Goodwin en Team of Rivals, y conseguir que, con un gabinete de antiguos adversarios, Estados Unidos supere los enormes retos que tiene por delante en este comienzo del siglo XXI.