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LA CABEZA DEL TITERE

Hasta la CIA vaticina la caída de Ferdinando Marcos.

18 de noviembre de 1985

El gobierno de Ferdinando Marcos está en peligro de ser derrocado por la insurrección revolucionaria. Este pronóstico, transmitido al presidente Ronald Reagan por el primer ministro de Singapur, Lee Kuan Yew, durante la visita de este último la semana pasada a la Casa Blanca, y confirmado hace meses por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), obligó al senador republicano, Paul Laxalt -hombre de gran confianza de Reagan-, a hacer apresudaramente maletas y salir disparado hacia Manila llevando un "mensaje de advertencia extremadamente abrupto" del jefe del Ejecutivo norteamericano al dictador filipino.
"Sus realizaciones económicas y políticas son un fracaso y está usted perdiendo la guerra contra la insurgencia", es el tipo de queja directa que Laxalt expresará en tono mayor a Marcos, con el propósito de que éste dé nuevas muestras de querer hacer mejor las cosas, según el Washington Post. Pero si el enviado especial estima que el Presidente filipino ya no da más, Washington no vacilará en promover su reemplazo. Tal mensaje, considerado por algunos funcionarios de la capital norteamericana como demasiado grosero para un aliado como Marcos, fue confirmado al diario por una fuente anónima de la administración, al mismo tiempo que Larry Speakes, vocero de la Casa Blanca, intentaba suavizar la revelación afirmando que "la cosa no era tan dura".
Pero todo indica que la de Speakes es sólo una finta diplomática. La semana pasada, el demócrata Dave McCurdy, miembro del Comité de Inteligencia de la Cámara, dijo que la CIA y la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) habían llegado a la conclusión de que la actual tendencia de Filipinas es "de verdadero retroceso y muy negativa" y que se dirigía hacia una "catástrofe". La CIA, que fue acusada durante el reinado de Jimmy Carter de no haber advertido a tiempo que en Irán estaba a punto de estallar una revolución que barrería con el régimen pro norteamericano del Sha, estaría ahora sí emitiendo señales preventivas a la Casa Blanca para impedir que las Filipinas se conviertan en "el Irán de esta administración".
En Watch Report, la revista de esa agencia, se señala a Filipinas como el país menos estable entre aquellos que representan mucho para la seguridad norteamericana. Igualmente, para el Primer Ministro de Singapur, el archipiélago filipino constituye hoy "una fuente de preocupación", dado el malestar de la población desde el asesinato del líder de oposición, Benigno Aquino, en agosto de 1983. Hablando al Washington Post en estos días, Lee Kuan Yew decía que "si los problemas económicos no son resueltos", la rebelión armada se fortalecerá "muy rápidamente".
El archipiélago filipino constituye una posición estratégica de primera importancia. Estados Unidos posee allí dos inmensos complejos militares: la base naval de la bahía Subic y la base aérea Clark. La primera es la sede de la VII Flota, que dispone de 90 navíos, 550 aviones y 70 mil hombres. Es la base más importante de los Estados Unidos en territorio extranjero. La base aérea Clark es el cuartel general del 13 Ejército del Aire norteamericano, el más importante en la región. Está dotado de todo tipo de aviones, incluidos los bombarderos B-52 y los gigantescos C-135 Galaxy. Hace unas pocas semanas el Pentágono anuncio que invertira más de mil millones de dólares en la ampliación de tales bases.
Un grupo de congresistas norteamericanos visitó el país y recomendó a Reagan "desarrollar otras opciones" para el mantenimiento de esas bases, en previsión de un empeoramiento de la situación política. Llegaron incluso a sugerir "buscar ubicaciones alternativas en el Pacífico", pues las bases Subic y Clark son "vulnerables" a los eventuales ataques del Nuevo Ejército del Pueblo (NEP), brazo armado del ilegalizado Partido Comunista Filipino.
Marcos, elegido presidente en 1965, gobierna desde entonces con mano de hierro, especialmente desde 1972 cuando fue promulgada la Ley Marcial. Bajo su férula, la economía está empantanada, a pesar de los tardíos acuerdos con el Fondo Monetario Internacional y la baja de las tasas de interés, que pasaron de 50% en 1984 a menos del 20% en este año. La caída de las exportaciones agrícolas e industriales ha desencadenado despidos masivos de trabajadores de tal suerte que Filipinas tiene hoy en receso un 20% de su población activa, y un 50% está subempleada.
La represión parece ser el único método para encarar la crisis. A las huelgas y manifestaciones de protesta por el asesinato de Aquino, se responde con bala. Si en 1977 se registraron 17 desapariciones, en 1984 hubo más de 137. Las ejecuciones sumarias que en 1977 fueron 51, el año pasado llegaron a 445, según la Fuerza de Tarea sobre los Detenidos (TFD), una organización pro derechos humanos. Los periodistas se han convertido en blanco preferido del régimen. Este año, 22 de ellos, quienes eran acusados de escribir artículos "antigubernamentales" fueron asesinados.
A pesar de las presiones norteamericanas para implementar reformas que desactiven la bomba política, el régimen de Marcos ha sido incapaz de hacer lo mínimo. El general Fabian Ver, acusado de haber fomentado el asesinato de Aquino, será repuesto en la jefatura del Estado Mayor. Washington desearía que Ver fuera sustituido definitivamente por el teniente general Fidel Ramos.
Y lo que es peor, la guerrilla se extiende a pesar de la asesoría norteamericana en la represión en Mindanao y Luzón, donde han sido establecidas "aldeas estratégicas". Esta situación ha comenzado a desesperar a Marcos.
Con la base naval soviética en la bahía vietnamita de Cam Ranh, el Pentágono teme que las torpezas de Marcos terminen minando los refugios de la VII Flota. ¿Ha llegado la hora de deshacerse de ese aliado?