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La dama de ébano

En contra de los pronósticos, Ellen Johnson-Sirleaf se convirtió en la primera presidenta africana. Ahora debe liderar la reconstrucción de Liberia.

12 de febrero de 2006

Un hecho anecdótico dio paso a un hito histórico. Cuando todos los medios internacionales se preparaban para anunciar la victoria de George Weah en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Liberia, fue Ellen Johnson-Sirleaf, una veterana política de 67 años, abuela de seis nietos, la encargada de celebrar. En lugar de hablar del primer ex futbolista que llega al poder, los despachos se refirieron a la primera mujer elegida presidenta en un país africano. Con más del 90 por ciento de los votos contados, la 'Dama de hierro', como se le conoce en Liberia por su voluntad y su determinación, tenía cerca del 60 por ciento a su favor. A pesar de las denuncias de Weah, que mostró a los periodistas tarjetones adulterados, los observadores internacionales coincidieron en que las elecciones del pasado martes fueron pacíficas y transparentes. En un país sin electricidad ni acueducto y escasas carreteras, el conteo en las regiones remotas podría tomar otra semana, pero el triunfo de Johnson-Sirleaf es un hecho. Las elecciones llegaron después de 25 años de anarquía, dictaduras, colapso económico y guerra civil que devastaron a la república más antigua de África. Fundada en 1847 como hogar para los esclavos liberados de Estados Unidos, Liberia se mantuvo en relativa calma hasta 1980, cuando el presidente William Tolbert fue depuesto (y asesinado) por Samuel Doe. Ese golpe de Estado marcó el fin del dominio de los descendientes de los fundadores del país, una minoría afroamericana que cumplió un papel opresor sobre los aborígenes tan fuerte como el de cualquier régimen colonial europeo. Johnson-Sirleaf vivió en carne propia las arbitrariedades de un gobierno que robó elecciones, asesinó a sus rivales políticos y quebró el país. En dos ocasiones fue encarcelada por criticar a Doe. En un comienzo, apoyó a Charles Taylor cuando sus fuerzas invadieron el país y ejecutaron a Doe en 1990, pero después se convirtió en su antagonista. En 1997 Taylor la derrotó en unas elecciones cuestionadas por la comunidad internacional. Para tener su revancha, la 'Dama de hierro' tuvo que esperar hasta 2003, cuando Taylor, acusado de propagar las guerras en África occidental, huyó a Nigeria mientras los cadáveres se apilaban en las calles de Monrovia, la capital. En ese entonces, The Economist etiquetó a Liberia como "el peor país del mundo". Pero hoy, tras dos años de un gobierno de transición, está en calma gracias a unos 15.000 cascos azules, la mayor fuerza de paz desplegada por la ONU. Los 14 años de guerra civil dejaron 200.000 muertos, un tercio de la población desplazada y un desempleo del 85 por ciento. Por eso las elecciones del pasado martes son un punto de giro en la historia del país. Pocas veces se han enfrentado dos candidatos tan diferentes. Weah, declarado el mejor futbolista de África, Europa y el mundo, en 1995, tenía la mayoría de los votos de los jóvenes. Su inmensa popularidad lo convirtió en el gran favorito y había ganado la primera vuelta con el 28 por ciento de los votos. Su talón de Aquiles era la falta de experiencia y educación, precisamente las grandes fortalezas de la 'Dama de hierro'. Sin duda, ella tiene mejores credenciales para liderar el complejo proceso de reconstrucción del país. Es economista con una maestría de Harvard en administración pública. Fue ministra de finanzas en los 70, trabajó para el Banco Mundial y fue directora para África del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. La lucha contra la corrupción endémica del país fue su bandera de campaña, y el apoyo de la élite educada del país y las mujeres le alcanzó para superar al liberiano más famoso del planeta. Por supuesto, los retos son enormes, comenzando por los obvios: dar salud y educación básica, reconstruir la infraestructura y crear empleos. Pero si consigue enderezar el rumbo de Liberia, demostrará que ahí donde los hombres han destruido, las mujeres son capaces de construir.