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Desde que Jeremy Corbyn entró a la política ha dado mucho de qué hablar por su estilo. Este martes causó desconcierto al no cantar el himno nacional en una solemne ceremonia. | Foto: A.F.P. / A.P.

REINO UNIDO

El rebelde nuevo líder laborista del Reino Unido

La postura de Jeremy Corbyn en asuntos exteriores y sus convicciones socialdemócratas son populares entre los jóvenes, pero resultan extremistas si quiere derrotar al ‘establishment’.

19 de septiembre de 2015

En Reino Unido sucedió lo que parecía impensable hace algunos meses: Jeremy Corbyn se convirtió en el líder del Partido Laborista, el opositor más fuerte al gobierno del primer ministro conservador, David Cameron. Con un aplastante respaldo del 59,5 por ciento, el socialista derrotó en la convención partidista a la favorita del ex primer ministro Tony Blair, Liz Kendall, y a otros reputados candidatos. Lo más curioso es que hasta junio sus posibilidades eran ínfimas, y las casas de apuestas pagaban 200 a 1 contra su triunfo. Pero “el partido ha cambiado mucho en estos tres meses y ha crecido enormemente con gente que reclama un Reino Unido más justo”, dijo el político desde su curul en el Parlamento cuando se anunciaron los resultados.

La llegada de Corbyn al liderazgo de uno de los dos partidos que por más de 90 años se ha alternado en el gobierno es un evento de gran relevancia. En efecto, lo ocurrido se puede entender como la manifestación británica de una tendencia emergente en varios países del mundo de líderes ‘sui géneris’ que impulsan a las fuerzas antisistema. Basta ver el ejemplo de figuras como Pepe Mujica en Uruguay, Pablo Iglesias en España y hasta Alexis Tsipras en Grecia. Corbyn se caracteriza por ser una especie de ‘outsider’, ya que por más de tres décadas estuvo marginado de la dirección del partido.

El líder opositor, de 66 años, produce escalofríos a los más conservadores. Se declara defensor de la causa palestina y califica a grupos como Hezbollah y Hamas como sus amigos. Por eso, aunque la comunidad judía ha apoyado tradicionalmente al laborismo, se especula que gran parte pasará a grupos conservadores o a partidos de centro.

Pero esa misma convicción de Corbyn, antineoliberal, socialdemócrata, crítica de la política exterior británica, y en especial de su participación militar en Oriente Medio, logró inspirar a los jóvenes que lo apoyaron. “Cuando mi hija de 25 años fue a un acto de campaña me dijo que se sintió eufórica por la pasión de Corbyn”, escribió en una columna el músico Brian Eno. Desde que lo eligieron al Parlamento en 1983 no ha cambiado sus posturas de cuando era un sindicalista desempleado.

Hasta la vida personal de este abstemio y vegetariano laborista se sale de los estereotipos y llama la atención de la prensa. Corbyn se casó por primera vez con la británica Jane Chapman, concejal laborista, en 1974. Pero la unión solo duró cinco años y en 1987 contrajo nuevas nupcias con Claudia Bracchitta, exiliada chilena que llegó a Reino Unido con su familia cuando era niña. Él y su entonces esposa obtuvieron reconocimiento por lograr que el Reino Unido detuviera a Augusto Pinochet y lo extraditara a España. Pero luego la exitosa pareja, que tuvo tres hijos, finalizó su relación en 1999 por diferencias políticas. Pasados los años, en 2015 Corbyn se casó con la mexicana Laura Álvarez después de un largo noviazgo.

Sin embargo, a pesar de la honestidad de sus posiciones, para Corbyn será muy difícil llegar al poder por las reacciones que provoca. Este martes en la catedral de Saint Paul en Londres se conmemoró el aniversario 75 de la batalla de Inglaterra, cuando la aviación derrotó a la Luftwaffe y salvó al país, un episodio recordado con solemnidad y orgullo. Pero mientras los asistentes cantaban “Dios salve a la reina”, el laborista, que estaba entre los dignatarios, ni abrió la boca. La foto apareció en varios tabloides que se dieron gusto diciendo que lucía mal vestido.

Sus correligionarios calificaron con justicia el suceso de “irrelevante”. Pero no lo fue y su silencio irritó al país. Corbyn pretende ganar las siguientes elecciones generales en un país en el que el 80 por ciento de la población admira la figura de la reina, y ahora dejó archivada en la memoria colectiva del electorado una imagen que afecta sus opciones. Además, escogió como número dos del partido a su amigo John McDonnell, simpatizante del IRA y que considera su misión “derrocar el capitalismo”. Como quien dice, con amigos así, para qué enemigos.