Home

Mundo

Artículo

La destrucción y el dolor se tomaron Mumbai, después de los ataques a la línea occidental del tren. Esta es una de las más concurridas del mundo, y transporta más de seis millones de personas diariamente.

india

Terror en las vías

La muerte de más de 200 personas, tras la explosión de siete bombas en el sistema de trenes de Mumbai, revivió el horror de los ataques de Londres y Madrid.

15 de julio de 2006

El martes transcurría de manera normal en Mumbai (antigua Bombay), la capital financiera de India. A las 6 de la tarde, miles de personas que regresaban a sus hogares atestaban los trenes que atraviesan la ciudad. Sin embargo, la típica imagen de los pasajeros colgando en los repletos vagones se transformó, por cuenta del terrorismo, en un infierno de sangre.

Sólo fue cuestión de 11 minutos, entre las 6:24 y las 6:35 de la tarde, para que siete bombas accionadas a control remoto acabaran con más de 200 personas e hirieran a 700, en el peor ataque terrorista ocurrido en el país en más de una década. Las primeras imágenes recordaron los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres y, sobre todo, trajeron a la memoria el 11 de marzo de 2004 en Madrid, donde murieron 191 personas por bombas que explotaron en cuatro trenes de cercanías.

En Mumbai, las hipótesis sobre los autores conducían hacia grupos de Cachemira que buscan la independencia de esa región o que sea anexada a Pakistán. El problema viene desde 1948, poco después de la independencia de Gran Bretaña, cuando Pakistán, de mayoría musulmana, se separó de India. Cachemira, un territorio también poblado sobre todo por musulmanes, quedó bajo jurisdicción india, y desde entonces ha causado tres guerras entre esos países, hoy potencias nucleares.

Los hechos de esta semana podrían dañar unas relaciones que los gobiernos actuales han tratado de cultivar cuidadosamente. Porque, como dijo a SEMANA Walter Andersen, director del programa del Sureste Asiático en Washington, “creo que el mensaje de los atentados está dirigido a romper los diálogos de paz entre India y Pakistán, y crear revueltas entre la mayoría hindú y la minoría musulmana”.

Bajo la bandera de la Cachemira musulmana se han cometido atentados de gran envergadura, como la serie de explosiones que mató a 250 personas en 1993, cuando Mumbai todavía se llamaba Bombay, en el peor acto de terrorismo en territorio indio. El martes, en las primeras versiones oficiales, el grupo Laskhar-e-Toiba (Let), era el principal sospechoso. Incluso se planteó que el Let se habría aliado con el Movimiento de Estudiantes Islámicos de India (Simi, por su sigla en Inglés). Otros grupos similares, como Jaish-e-Mohammad o Harkat-ul-Jihad Islami, también están bajo la mira.

Tampoco pueden ser descartados los grupos maoístas conocidos como los Naxalitas, si se tiene en cuenta que cinco explosiones ocurrieron en vagones de primera clase. “Ellos reclutan sus miembros de las castas bajas y las tribus. Los Naxalitas les apuntan a problemas como la dominación de las castas altas”, explicó en charla con SEMANA Christian Wagner, investigador del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales, con sede en Berlín.

Sin embargo, no se descarta que los atentados tengan conexión con Al Qaeda. Porque así como a Gran Bretaña y España les cobraron su alianza con Estados Unidos, los radicales pueden estar pasándole factura a India por su cercanía al gobierno de George W. Bush. “La calidad de los explosivos y la tecnología usada indican que puede haber una conexión internacional”, le dijo desde India a SEMANA Praveen Chaundry, profesor de ciencia política de la Universidad de Nueva York.

Sin importar quiénes fueron los autores, el ‘Mumbai 7-11’ dejó claro que el terrorismo no se detiene, y que la fórmula de atacar a la población es la preferida. Seguramente otro golpe va a llegar, sólo falta esperar cuándo y dónde.