Lo asesinaron a los 81 años por robarle la bicicleta

A sus 81 años, Luis Alberto Montenegro era todo un deportista. No pasaba un día en que no saliera en su bicicleta de semicarreras azul claro, entre las 8:30 y las 9 de la mañana a rodar sobre la ciclorruta.

Su ritual deportivo no duraba mucho: unas dos horas montando eran suficientes para ejercitarse y luego llegar a su casa en el noroccidente de Bogotá a almorzar con su esposa Laura y su hija Íngrid.

“Su cicla no era muy cara -era de pocos cambios- pero le encantaba montarla porque como era pensionado y no le gustaba quedarse todo el día en la casa. Antes salía con mi mamá, pero cuando ella empezó a sufrir de venas várices, él siguió saliendo a la ciclorruta solo, sin ningún problema”, le dijo su hija Ingrid Montenegro a Semana.com.

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La familia recuerda a Luis Alberto como un hombre de casa. Decidió pensionarse luego de trabajar 25 años como vigilante del Colegio Minuto de Dios para disfrutar su vejez al lado de los suyos. Precisamente, el 24 de diciembre pasó la Navidad en familia. Veinte días antes había celebrado con su esposa 58 años de casados.

“El 25 nos llamaron sobre las 10:30 de la mañana del Hospital de Engativá a decir que mi papá estaba internado. Pensamos que era por su problema de hipertensión. Pero cuando mi hermano mayor entró no se demoró más de tres minutos: le dijeron que estaba muerto”, cuenta Íngrid.

En el barrio Villa Cristina, detrás del Instituto Técnico Laureano Gómez, tres asaltantes golpearon a Luis Alberto y luego lo apuñalaron en el pecho con un arma blanca. Un agente de la Sijin de la Policía se acercó al hospital para hablar del crimen con la familia Montenegro.

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“Ya vamos a cumplir un mes desde la tragedia y estamos en la nebulosa. Nos dijeron que había grabaciones de cámaras del colegio y un testigo clave, pero no sabemos nada más. Llamamos al investigador de la Fiscalía y no nos contesta. Nadie nos da razón”, afirma la hija de la víctima.

La familia Montenegro sólo quiere que se haga justicia, “que paguen por semejante crimen tan monstruoso: atacar a un anciano que ni siquiera se puede defender”.

“Ver a mi papá un día después de Navidad con una herida del tamaño del dedo índice en el corazón… es desgarrador”.