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Al paredón con María Isabel

¿Cuál es su pleito contra Daniel Coronell?

Pedro Juan Moreno, director de 'La otra verdad', le contesta a María Isabel Rueda.

26 de agosto de 2005

M.I.R.: Primero demandó a D'artagnan y a Mauricio Vargas. Ahora, en el último número de su revista, 'La otra verdad', enfila todas sus baterías contra Daniel Coronell. ¿Qué tiene contra los periodistas?

P.J.M.: No he hecho nada diferente de defenderme. Yo era fuente periodística de Vargas cuando era secretario de Gobierno en Medellín, pero en una oportunidad, sin que me dejara defenderme, me puso en la picota en un artículo que llamó 'Rajados en química'. Él no quiso rectificar, presenté una demanda, pero la justicia tiene sus fallas y el juez no consideró que Vargas tenía que rectificar. Después una tutela me dio la razón.

M.I.R.: ¿Y el caso D'artagnan?

P.J.M.: Es muy similar. Me cogió como personaje favorito. Me dedicó 11, todos difamatorios.

M.I.R.: Esas demandas han contribuido a que usted tenga entre la gente una imagen maluca. Como de mano negra de la extrema derecha?

P.J.M.: Esa imagen fue la que me crearon esos personajes, sin razón.

M.I.R.: ¿Y Daniel Coronell qué le hizo?

P.J.M.: Lo vi en su programa ventilar públicamente su caso y mencionó a unos personajes, que yo no conocía, de una manera muy desobligante, como unos criminales. Como yo también había pasado por esa tortura sicológica de los medios, no encontré que hubiera ni objetividad, ni neutralidad, ni equidad por parte de Coronell.

M.I.R.: ¿No le parecen reprobables las amenazas anónimas en su contra?

P.J.M.: No tengo por qué creerle a Coronell todo lo que dice.

M.I.R.: ¿Usted no cree que Náder le envió los anónimos amenazantes?

P.J.M.: La verdad no es la de Coronell para mí, ni la que dice Yamid, ni la que dice usted. Como periodista, estoy en la obligación de investigar la otra verdad. Y además está en juego la suma de 12.000 millones de pesos que vale la demanda de Coronell contra el Estado?

M.I.R.: Cuando lo acusaron injustamente de que su empresa le vendía insumos al narcotráfico, usted también demandó al Estado?

P.J.M.: Sí, reclamé contra el Estado. En ese entonces, el coronel Gallego con el general Rosso José Serrano hicieron un montaje a mi empresa, falsificaron unas facturas, mutilaron unas pruebas, ocultaron las cédulas de los compradores, para comprobar que las ventas eran ficticias, y los compradores, inexistentes. Me di a la tarea de demostrar que las personas sí existían. La Dirección de Estupefacientes tuvo que devolverme los permisos.

M.I.R.: Pero en su revista, de 80 páginas, hay 75 atacando a Coronell por eso?

P.J.M.: Para darle cabida tanto a él como a sus acusados, le metí a este número 16 hojitas más para que no dijeran que había parcialidad. Él sindicó a todas esas personas que yo entrevisto de estar comprometidas con la mafia, de pícaros, de hampones, y yo quería saber qué tan hampones eran.

M.I.R.: ¿Porqué no le cree a Daniel y sí a Náder?

P.J.M.: En el artículo no emito ningún juicio de opinión.

M.I.R.: ¿Por qué entrevistar a Náder, si está probado que de su computador salieron los mensajes contra Daniel?

P.J.M.: No me consta. ¿Y a usted no le parece raro que Yamid entreviste guerrilleros o paracos en el monte? ¿Acaso los únicos que pueden entrevistar personajes cuestionados son los grandes medios?

M.I.R.: Pero usted entrevisto a un personaje muy pero muy cuestionado...

P.J.M.: No. Es que yo de Náder no sabía nada. Lo había visto una vez en la finca del Presidente. Por eso fui a entrevistarlo, para que me diera su explicación?

M.I.R.: Que SEMANA? Que un almuerzo? ¿A usted le parece bien utilizar un seudónimo para decirle a otra persona que es un 'marica'?

P.J.M.: Una cosa dice Coronell, y otra, Náder: que estuvo en un almuerzo y que Felipe López le dijo que le iban a cambiar de lugar la columna de Coronell, porque iban a poner una editorial en la primera página. De ahí la frase de que Daniel iba a ver lo que le pasaría en la 'próxima Semana'.

M.I.R.: ¿Usted también envía anónimos?

P.J.M.: No, yo censuro a los que los hacen con ánimo de perjudicar.

M.I.R.: Los censura, pero le da a Náder ocho páginas en la revista...

P.J.M.: Se debe dar a los acusados la oportunidad de justificar su conducta y defenderse. Náder pasó este mail anónimo y explica que a Coronell le tiró al cerebro, pero le cayó al bolsillo.

M.I.R.: ¡En este lío en el que se metió Náder, y se atreve a decir que "le tiré al cerebro, pero le di fue al bolsillo" de un hombre amenazado de muerte! Usted no puede avalar eso.

P.J.M.: Yo no estoy avalando nada. No sé por qué me quiere meter en eso.

M.I.R.: Por motivos muy parecidos a los de Daniel, 'Caracol', 'RCN', 'El Tiempo', presentaron sus propias demandas contra la Comisión de Televisión y, sin excepción, ganaron?

P.J.M.: En el caso de Daniel decían que ahí estaba amarrado el gato con longaniza.

M.I.R.: ¿En qué sentido?

P.J.M. En que Daniel era socio de algunos comisionados y de los árbitros.

M.I.R.: Eso no es cierto. Legalmente Daniel no tenía incompatibilidad alguna.

P.J.M.: No soy juez. Pongo en conocimiento los hechos para que la gente tenga la otra verdad.

M.I.R.: ¿Es cierto que imprimieron unos números adicionales de 'La Otra Verdad' y que los compró el empresario de televisión Juan G. Ángel, adversario de Coronell?

P.J.M.: Siempre imprimo 13.000 ejemplares. El comisionado de televisión Fernando Álvarez compró unos ejemplares, y yo no podía negarme a vendérselos.

M.I.R.: ¿Cuántos compró el comisionado Álvarez, otro adversario de Daniel?

P.J.M.: Por ahí 100.

M.I.R.: ¿Cómo paga usted la publicidad de 'La Otra Verdad' en televisión?

P.J.M.: De mi propio bolsillo.

M.I.R.: Pero antes no había?

P.J.M.: Mi revista no tiene fecha de salida fija, es un 'cadapuedario'. Sale cada vez que se puede. Tengo que avisarle a la gente cuando sale.

M.I.R.:¿ 'La Otra Verdad' es una revista para descalificar a los enemigos del Presidente?

P.J.M.: Esa pregunta está muy buena. La revista es sui generis. Con la primera se cayó el general Gallego, una de las ñañas del Presidente, que cada vez que iba a Medellín hacía la apología de ese hampón. Después me puse a investigar contratos con el Ejército y descubrí que las toallas se las vendía una empresa de la familia de José Roberto Arango, asesor presidencial. Él se dio cuenta de lo que iba a explotar y se fue. Y utilizaban como puente para vender las toallas al vicefiscal, y ahí salió él también. Me puse a investigar más contratos y descubrí uno de 84.000 millones en víveres. Averigüé a quién le compraban carne, y era el viceministro Soto que le compraba al papá, la abuelita y el tío. Entonces salió Soto. Luego estaba el general Trujillo, que manejaba el fondo 'robatorio' de la Policía, y él salió. Después investigué en estupefacientes y descubrí el desastre de la administración del coronel Plazas, que todos los bienes incautados se los daba a la gerente de Fiducolombia, que era la esposa de ese canoso incompetente que era el anterior Fiscal: Salió Plazas. Todo esto si lo quiere llamar es contra el gobierno de Uribe. Pero no estoy contra Uribe ni con Uribe.

M.I.R.: Usted era aliado y asesor de Uribe, y ya no.¿ Qué le molestó?

P.J.M.: De pequeño me enseñaron que los principios no son negociables. Empecé la campaña con él, pero comenzó a llegar una gente con la que yo no tenía empatía. Eran enemigos de Uribe. El primero fue Fabio Echeverri, quien siempre trató al papá de Uribe de mafioso. Y quedó de primer violín. Siga con Valencia Cossio, Serpa, Noemí, todos hablaron mal de Uribe. Él empezó a comprar a todo el mundo. Ejjjj? quedarme yo ahí echándome codo con esa gente y desgastándome, perdiendo mi tiempo y perdiendo mi plata?

M.I.R.: ¿Cuánta plata puso?

P.J.M.: No hablemos de plata que esa es conversación de negros. A mí no me gusta pasar cuentas de cobro, soy muy manguiancho para eso. Uribe tenía todo el derecho de escoger con quién quería trabajar. Así que como me había aconsejado un amigo, "cuando uno no cabe en alguna parte, se va lenta y discretamente". Así me fui. Le voy a hacer una infidencia. Hablé con Uribe y le dije que no quería meterme en su campaña, porque tengo fama de matón, de loco, de atravesado?

M.I.R.: Y sí la tiene?

P.J.M.: Me importa un pito. Ni me choca. Me la han construido. Y le dije: ¿vos con esa fama de paraco y otro paraco ahí metido? ¡Quedamos jodidos! Dos paracos no riman. Mejor me quedo en la sombra. Más bien le propuse, como tengo ascendencia entre la Fuerza Pública, y en ese momento había como 160.000 policías y 120.000 soldados, que trabajaría sus núcleos familiares -un promedio de cinco personas por cada miembro-. Eso daba como dos millones de votos. Diseñé la campaña y la pagué yo. Y entonces me llegó una carta de Fabio Echeverri diciendo que para eso yo no tenía ni apoyo económico, ni político, ni moral. Le contesté que cuando uno está hablando con la señora de la casa, no se mete la muchacha. Uno tratando de colaborar y lo mandan 'pal carajo' en esa forma? Después me encargaron de la central de inteligencia y me fue como a los perros en misa.

M.I.R.: ¿Cuál es el ministro estrella?

P.J.M.: No hay ninguno. Uribe no tiene ministros sino mandaderos.

M.I.R.:¿Le hubiera gustado ser ministro de Defensa?

P.J.M.: Ni riesgo. Soy jubilado del ISS, ya no estoy para trabajar 24 horas seguidas. Y porque en el Ejército hay que hacer unos cambios muy profundos de mentalidad, y no hay tiempo para hacer eso, que implicaría casar muchas peleas, y a mí no me gusta pelear.

M.I.R.: ¿Qué no le gusta pelear?



P.J.M.: No, me gusta es defenderme.