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El frenazo

El estancamiento de la economía en el primer trimestre puso a los analistas a hablar otra vez de recesión. ¿Qué tan lejos está el país de esta situación?

17 de junio de 2002

En lo que va de este año la economía ha tenido un comportamiento tan decepcionante que después de tres años de un repunte muy tímido, pero repunte al fin y al cabo, se está hablando otra vez de recesión en el país. La temida palabra quedó sobre el tapete el pasado 7 de junio cuando el Dane reveló las cifras de crecimiento económico para el primer trimestre de 2002.

La entidad informó que el PIB registró un crecimiento mínimo, de 0,5 por ciento, frente al primer trimestre de 2001. Pero lo más preocupante fue que, comparado con el último trimestre del año pasado, la economía se contrajo en un 0,9 por ciento. Este bajonazo se reflejó también en otros indicadores, como la industria, que cayó un 3 por ciento en los primeros tres meses, y el desempleo, que pasó de 14,6 por ciento en abril de 2001 a 16,1 por ciento en el mismo mes de este año.

Al conocerse estos datos la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif) publicó un artículo en el que señalaba que el país está otra vez al borde de la recesión. No la daba como un hecho sino que simplemente recordaba cuál es la definición oficial de recesión: dos o más trimestres consecutivos de crecimiento negativo frente al trimestre inmediatamente anterior. Colombia ya lleva uno este año. De manera que si el segundo trimestre resulta ser igual de malo el país entraría oficialmente en recesión otra vez.

Los datos del desempeño económico del primer trimestre indican que difícilmente se va a cumplir la meta oficial de crecimiento de 2,5 por ciento para el año, de por sí bastante baja.

El hecho de que este año la Semana Santa cayera en marzo y no en abril afectó los resultados del trimestre, pues hubo una semana hábil menos. Pero más allá de este efecto estadístico, la principal razón detrás del frenazo es que comenzó a fallar el principal — y quizás el único — motor de crecimiento que tenía la economía colombiana: las exportaciones.

En los primeros tres meses éstas registraron una caída de 7,7 por ciento. Buena parte de la explicación está en Venezuela, país que devaluó y además entró en una franca recesión. Se espera que la economía del vecino país caiga entre un 5 y un 6 por ciento este año.

"Nuestro volumen de productos comercializados en Venezuela puede haber caído hasta en 20 por ciento en lo que va de este año", afirma Carlos Mario Giraldo, presidente de Industrias Alimenticias Noel. José Fernando Isaza, presidente de la Compañía Colombiana Automotriz, señala que las ventas del sector automotor al vecino país cayeron en un 40 por ciento en los primeros cinco meses de 2002. El total de las exportaciones colombianas a Venezuela cayeron en un 1,1 por ciento en los primeros tres meses, pero la situación empeoró en abril. En ese mes se contrajeron en un 20 por ciento.

La recesión venezolana ha tenido un impacto muy fuerte sobre la industria colombiana. Por fortuna esta caída se ha compensado en buena parte con mayores ventas a Ecuador. La economía de este país está disparada. Creció el año pasado un 5,6 por ciento y en éste podría hacerlo en cerca de 4 por ciento. Esto se ha reflejado en varios sectores. Según Isaza, de la CCA, el sector de automóviles ha duplicado sus envíos a Ecuador, y Giraldo, de Noel, cuenta que las unidades vendidas por esta empresa en Ecuador están creciendo entre 25 y 35 por ciento.

El otro cliente importante para Colombia es Estados Unidos. Después de pasar por una corta recesión en 2001 el país del norte empezó a crecer otra vez este año. Esto ya empezó a reflejarse en las exportaciones colombianas a Estados Unidos, que en abril pararon de caer y empezaron a crecer.

Las perspectivas económicas de corto plazo en Ecuador y Estados Unidos, junto con el Atpa y la devaluación moderada que ha registrado el peso últimamente, hacen pensar que en los próximos meses las ventas colombianas en el exterior van a mejorar. Y si el motor exportador arranca de nuevo la economía del país tendría un impulso.

La fragilidad

La economía colombiana se ha vuelto muy dependiente de las ventas externas pues los propulsores del crecimiento interno parecen muertos. La inversión pública está en su mínima expresión, y con la deuda del gobierno en niveles peligrosamente altos, es casi nulo el margen de maniobra que queda para inducir el crecimiento por la vía fiscal. Más aún en momentos en que conseguir los créditos externos para financiar el déficit es toda una odisea.

En ese sentido es muy preocupante lo que ha venido ocurriendo últimamente en el vecindario. Durante varios meses todo el mundo estuvo tranquilo porque la crisis de Argentina no se había contagiado a otros países. La teoría era que los mercados financieros habían madurado lo suficiente como para distinguir una economía de otra. Pero últimamente Brasil ha sufrido grandes sobresaltos cambiarios en medio de la incertidumbre electoral que produce Luis Inacio ‘Lula’ da Silva, el candidato izquierdista y heterodoxo que puntea en las encuestas.

El hecho es que la palabra contagio está otra vez en el vocabulario cotidiano de los inversionistas. Si las cosas siguen así esto podría traducirse en mayores primas de riesgo, devaluaciones y subidas en las tasas de interés en otros países, incluido Colombia. Por eso el viaje de esta semana del presidente electo Alvaro Uribe para reunirse con representantes de las entidades multilaterales de crédito no podría ser más oportuno. Si hace unas semanas era importante pedirles mayores recursos a estas entidades, ahora es vital.

Conseguir estos dineros es una de las cosas que se necesitan para mantener estable la economía colombiana. La otra es aprobar las reformas que están en la agenda de los gobiernos saliente y entrante. La más importante de ellas, la pensional, ya empezó a moverse en el Congreso, lo cual es señal de tranquilidad.

Pero aun si se consiguen los recursos para financiar el déficit y se aprueban las reformas, esto no garantizaría por sí mismo que la economía vuelva a crecer en forma. Bastaría tan sólo para mantener bajas las tasas de interés y controlada la tasa de cambio, dos cosas que son necesarias, aunque no suficientes para crecer. Para esto sigue haciendo falta algo que no se ve en Colombia hace mucho tiempo: inversión.

De hecho, una de las explicaciones para el frenazo económico del primer trimestre fue la incertidumbre electoral, que llevó al aplazamiento de muchos planes de inversión. Esta ya se resolvió. No obstante el problema de fondo es que en Colombia la incertidumbre no es pasajera sino estructural. La mayor preocupación de los inversionistas extranjeros y locales en el país no es que haya políticas económicas erráticas, como podría ocurrir en otras partes. En Colombia lo que está en entredicho es la existencia misma del Estado, que se muestra debilitado por la corrupción e incapaz de controlar su territorio para otorgarles las mínimas garantías de seguridad física a los ciudadanos.

Por eso las variables económicas más importantes que debe manejar el próximo gobierno son, en estricto sentido, muy poco económicas: reformar la política y recuperar la seguridad. Cerca de la mitad de los colombianos están desempleados o subempleados, y sin una inversión privada significativa no hay cómo crear nuevos puestos de trabajo para tanta gente. La magnitud del desafío es entonces enorme.

Las luces

Con todo, hay algunas razones para el optimismo. "Los datos más recientes sugieren que el segundo trimestre va a ser mucho mejor que el primero", dice Luis Carlos Villegas, presidente de la Andi. Las exportaciones volvieron a crecer en abril. Las encuestas de Fedesarrollo también muestran cierto repunte en ese mes. Así mismo, el optimismo de los comerciantes se disparó después de las elecciones, de acuerdo con la más reciente encuesta de Fenalco.

Además hay algunos sectores a los que les ha ido muy bien últimamente. El de la construcción está en franca recuperación a pesar de que las obras públicas están en declive. Los subsidios en estratos bajos y los beneficios tributarios en estratos altos han sido claves para jalonar la construcción de vivienda. "Por ejemplo, nosotros arrancamos con un proyecto hace tres semanas y ya hemos vendido 80 casas; ese es un promedio bueno que no veíamos hacía tiempos", dijo Pedro Miguel Navas, de Ospinas y Compañía. En un almacén como Home Center las ventas de artículos para el hogar no han crecido y en cambio se han disparado las ventas de materiales de construcción.

Las ventas de carros también han estado realmente buenas, con un crecimiento de 37 por ciento en lo que va del año frente a 2001. El sector financiero ha vuelto a dar utilidades, y las tasas de interés están en niveles históricamente bajos. "Salvo la hipotecaria, la cartera crediticia está en aumento y por primera vez en dos años los depósitos están aumentando más rápido que la inflación. Creo que el próximo trimestre será francamente mejor", dijo Luis Bernardo Juango, presidente del Bbva-Ganadero.

Pero quizá lo más importante es que después de tres años de estancamiento las empresas han tenido tiempo de ajustar sus costos y enderezar sus finanzas. "Las 70 compañías que componen el portafolio de Valores Bavaria han mejorado sus resultados este año. Las que perdían lo están haciendo menos y las que ganaban están ganando más. El mercado no crece pero las empresas han ajustado sus gastos", afirma Frank Pearl, vicepresidente financiero de Valores Bavaria.

Por eso la situación es totalmente distinta de lo que era hace cuatro años, la última vez que se habló de recesión. En ese entonces todos los ajustes estaban por hacerse, el sector financiero iba en picada, las tasas de interés estaban disparadas y la devaluación era incontenible. Ahora lo que hay es una economía estancada, pero estable. "La gente que se iba a ir ya se fue, y la plata que iban a sacar ya está afuera", comenta un empresario. De manera que, así como no hay razones para que la economía crezca mucho en el corto plazo, tampoco las hay para que caiga.