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Ignacio Londoño | Foto: Archivo Semana

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El infierno político de Cartago

El crimen del abogado y candidato a la Alcaldía de esa ciudad, Ignacio Londoño, revive el fantasma de la estela de violencia, mafia y corrupción que rodea la política en esa región del país. ¿Por qué?

21 de julio de 2015

Cartago es un pequeño municipio del Valle del Cauca que no supera los 130.000 habitantes y su presupuesto anual apenas acaricia los cien mil millones de pesos. Pese a ello, ha tenido la fortuna de contar con cinco congresistas, pero varios de ellos fueron salpicados con escándalos por sus presuntos nexos con narcotraficantes del cartel del norte del Valle.
Y para entender la política en esa ciudad, basta decir que la gloria y la desgracia de buena parte de su clase dirigente están ligadas al cartel, una temida organización mafiosa que lideraba, entre otros, el capo Hernando Gómez Bustamante, alias ‘Rasguño‘.
Desde la década de los 90, cuando estaba en apogeo esa organización criminal, se ventila que muchos dirigentes del municipio fueron permeados por la mafia. El primero en revelar ese maridaje fue el propio ‘Rasguño‘, extraditado y condenado en Estados Unidos.
Ante la Corte Suprema de Justicia el capo confesó que apoyó a todos los alcaldes de elección popular hasta el 2004. Similar versión dieron el narco Diego Montoya (Ver nota https://www.semana.com/nacion/articulo/don-diego-confeso-su-relacion-con-la-clase-politica-colombiana/378839-3) y la exrepresentante a la Cámara Nancy Montoya, viuda de Ariel Rodríguez, alias el ‘Diablo‘, el temido lugarteniente de ‘Rasguño‘. (Ver nota https://www.semana.com/nacion/articulo/la-viuda-alias-el-diablo/340635-3)
Pero ese presunto contubernio entre mafia y política no ha sido gratuito y por el contrario, la clase dirigente lo ha pagado con sangre. En los últimos diez años han sido asesinados excongresistas, concejales, líderes sindicalistas y veedores, al parecer por orden de la mafia o como favores a políticos; hay casos en los que la justicia logró establecer ese nexo, otros siguen impunes.
Entre las víctimas de ese perverso maridaje se cuentan el exrepresentante Juan José Naranjo; el concejal Eliécer Pérez; la sindicalista Carmen Emilia Rivas; los veedores Julio César Osorio, Andrés Felipe Llanos; el dirigente Olmedo Valencia; el contador de campañas políticas Germán Rojas, y ahora el candidato a la Alcaldía José Ignacio Londoño Zabala, más conocido como ‘Nacho‘.
Para tener una idea de lo frustrante que resulta gobernar una ciudad cuyos dirigentes son señalados de recibir apoyo de la mafia, basta decir que en la última década Cartago ha tenido diez alcaldes; es decir, uno por año. Uno de ellos renunció en medio de un escándalo por supuesto testaferrato y  que la Fiscalía nunca aclaró; Luis Alberto Castro y Germán González Osorio fueron destituidos en medio de investigaciones por contratos ficticios el primero y prevaricato el segundo, y los siete restantes son los que llegaron al puesto por encargo.
Uno de esos gobernantes encargados le confesó a Semana.com bajo la condición de anonimato que era tal la influencia de la mafia en esa alcaldía, que cuando llegó al cargo “lo primero que hicieron fue llevarme hasta una oficina en un matadero de Pereira, para que hablara con el ‘patrón‘ y le dijera qué plata había para él”.
El otro frente de vendettas corrió por cuenta de la presunta corrupción dentro de la Empresa de Servicios Públicos de Cartago (Emcartago). Desde cuando la Superservicios intervino esa entidad el 18 de marzo del 2014, tres trabajadores fueron víctimas de ataques sicariales.
El primero fue contra el jefe de sistemas, Carlos Andrés Mantilla, un día antes de la intervención. Dos meses después sería contra la pareja de esposos Pablo Emilio Aponte y Teresa Gallo; él era jefe de normalización y ella subgerente técnica operativa de Emcartago. En el ataque murió el señor Aponte.
Y el más reciente sucedió en noviembre del 2014, cuando la Fiscalía capturó a Diego Merino Duque, sobrino del exdiputado conservador Emilio Merino. Al joven lo acusan de ser al autor intelectual de enviarle un paquete bomba a Marco Tulio Alfonso, uno de los directivos de Emcartago.
Lo absurdo es que mientras el joven Merino enfrenta la investigación desde su casa porque un juez le otorgó ese beneficio desde hace un par de meses, su presunta víctima, el señor Marco Tulio, fue despedido y tuvo que huir de la ciudad porque ha sido objeto de nuevas amenazas de muerte.
Desde entonces esa empresa ha tenido cinco gerentes y el primero que nombró la Superservicios salió corriendo a los dos meses porque “era un ambiente bastante oscuro y dodos los días llegaban amenazas de muerte contra los empleados”, dijo el agente interventor tras pedir anonimato.
En Cartago nadie duda de que esos atentados y amenazas están relacionados con graves hallazgos que investiga la Fiscalía, como nóminas ficticias y una doble contabilidad dentro de la empresa. Pedro Mantilla, padre del jefe de sistemas baleado, no dudó en decir que el ataque sucedió “porque mi hijo no quiso prestarse para muchas cosas de corrupción”, dijo a este portal.
Varias de esas denuncias fueron investigadas y divulgadas por este portal en una nota que se tituló “La dudosa intervención de Emcartago”, en la que se deja al descubierto que pese a los esfuerzos de la Superservicios por sanearla, la empresa sigue siendo la ´caja menor´ de políticos corruptos (Ver nota https://www.semana.com/nacion/articulo/la-dudosa-intervencion-de-emcartago/426829-3).
Históricamente Emcartago ha sido usada por esos políticos que ven con apetito el millonario flujo de recursos que les sirve, al parecer, para pagar favores de campaña que reciben de personas ligadas al narcotráfico. La empresa maneja un presupuesto de 71.000 millones de pesos y una nómina de más de 200 empleados.
La mayoría de líderes cívicos que se han atrevido a denunciar esos y otros presuntos hechos de corrupción o nexos entre mafia y políticos terminan amenazados a través de panfletos. En Cartago existe una ‘lista negra’ con una docena de esos dirigentes que pese a ser declarados objetivo militar de grupos que se hacen llamar de limpieza social, no cuentan con esquemas de protección.
Tal vez ese maridaje entre mafia y política podría explicar que un municipio con apenas 130.000 habitantes llegara a tener cinco congresistas para un mismo período en la década de los 90. Dentro de ese ramillete de legisladores estaba otro polémico abogado de la mafia salpicado por el Proceso 8.000: Jairo Chavarriaga Wilkin, asesinado el 28 de marzo del 2001.
Y el actual mandatario, Álvaro Carrillo, tampoco escapa a las polémicas no sólo por las acusaciones que hizo en su contra el exalcalde prófugo Germán González, al señalarlo además de tener “vínculos con personas al margen de la ley”; sino porque en Cartago afirman que es una ficha política de la familia Londoño Zabala, reconocida por ejercer la política desde hace 30 años.
De hecho, Carrillo fue asistente de Carlos Andrés (hermano de ‘Nacho’) cuando este era diputado del Valle entre 1995 y 1996, “yo estudié con Andrés Londoño en la universidad y desde entonces soy amigo de la familia”, explicó a Semana.com el alcalde Carrillo, pero negó ser ficha de ‘Nacho’.
Hay una anécdota que sin duda mide la pugnacidad política en esa ciudad. Sucedió el 24 de noviembre del 2014, durante la entrega voluntaria del exalcalde de Cartago, Germán González Osorio, luego de tres años de fuga tras ser acusado por prevaricato y delito informático.
Desde la puerta del Palacio de Justicia municipal el exgobernante ratificó lo que días antes de su entrega le dijo a SEMANA: “No huyo de la justicia, sino de mis enemigos políticos que quieren matarme” y a renglón seguido no dudó en señalar a quienes, según él, estarían detrás de ese macabro propósito, “vinculo a Álvaro Carrillo (alcalde actual) y vinculo a Hugo Cedeño, gerente de la IPS” y los responsabilizó de la desaparición y el crimen de uno de sus hijos en abril del 2012.
Frente a esos señalamientos el alcalde Carrillo respondió: “Dejaré el tema en manos de abogados”, mientras el médico Cedeño expresó: “Me imagino que debe tener las pruebas para lanzar acusaciones tan serias. Además, Germán sabe en lo que estaba su hijo”, concluyó Cedeño, quien se salvó de un atentado criminal el 7 de diciembre del 2012 y en su momento se dijo que eran retaliaciones políticas.
Todo este complejo panorama político lleva décadas en Cartago. Y en medio de este escenario el asesinato de Londoño se convierte en la más reciente pieza de este rompecabezas.