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Ariel Rodríguez, alias el Diablo, era jefe de sicarios de Rasguño (capo del norte del Valle) y eslabón de la mafia con la política de esa región. Su esposa, Nancy Montoya, se hizo congresista gracias a él.

NARCOPOLÍTICA

La viuda de alias 'El Diablo'

SEMANA revela el escalofriante testimonio de Nancy Montoya, la excongresista que fue esposa del Diablo, el temido jefe de sicarios del cartel del norte del Valle, que durante 15 años impuso su ley en esa región del país. Su declaración salpica a varios políticos.

20 de abril de 2013

En el mundo del hampa muchas veces los alias son ridículos y burlones, pero en el caso de Ariel Rodríguez González, su apelativo de el Diablo funcionaba como una premonición. Era el jefe de sicarios de Hernando Gómez, alias Rasguño, capo del cartel del norte del Valle, y su muerte fue un acto diabólico: picaron su cuerpo y lo metieron en una caneca con ácido en una finca de Bello, Antioquia (2004). 

Por instrucciones de Rasguño, el Diablo tenía la tarea de manejar la política del norte del Valle. Y durante 15 años lo hizo. Incluso logró que su propia esposa, Nancy Montoya, fuera elegida congresista.

Con la muerte del Diablo se creía que desaparecía también la verdad sobre la financiación de los narcos a políticos  del Valle entre 1990 y 2005. Sin embargo, no fue así. Su esposa rindió una declaración de tres horas y media en la Corte Suprema que hasta ahora ha estado inédita. Su testimonio revela detalles de cómo el cartel infiltró a la clase dirigente del norte del Valle y convirtió la región en su guarida. La estrategia era sencilla: “Ariel manejaba a los políticos con plata”, dijo la viuda.

A ninguno de esos políticos les importó que el hombre que los financiaba ordenara asesinatos en una decena de municipios o que patrocinara la sangrienta guerra entre los capos don Diego y Jabón, que dejó un millar de muertos entre 2001 y 2004.

El Diablo se hizo elegir concejal de Cartago en dos oportunidades (1998 – 2003), y según su esposa, “solo para obtener la credencial y andar sin problemas por la región. Nunca ejerció”. En 2002 el Diablo llevó a su esposa al Congreso y obtuvo la sexta mejor votación del Valle con 37.256 votos. Pero luego de año y medio de ejercer, Nancy Montoya tuvo que renunciar por orden de Rasguño, quien temía que esa exposición en Bogotá, les “calentaría la plaza”. 

Esta declaración podría ser la pieza faltante del rompecabezas judicial de una investigación que avanza de manera selectiva en el Valle del Cauca: la narcopolítica.

La amenazó con una bomba 


A juzgar por el relato de Nancy Montoya, ella vivía literalmente con el diablo. De ese hombre apacible que en 1989 era chofer de la Unidad Ejecutora de Saneamiento en Cartago, no quedó ni el rastro. Cuando Ariel Rodríguez comenzó a trabajar con Dávinson Gómez, otro miembro del cartel, “era enfermizo, machista, me humillaba, me golpeaba, me amenazaba con armas y me hacía tiros al aire”. 

La conducta del Diablo tocó fondo cuando quiso ahogar en un tanque con agua a su propia hija de 2 años “porque tenía un berrinche”.

Era tal la depresión de Montoya por los maltratos, el encierro y las infidelidades de su marido, que intentó suicidarse tomando veneno y cortándose las venas. Pero no lo logró. Y cuando quiso abandonarlo, “me amenazó con tirarle una bomba a la casa de mi mamá”.

Los cuatro alcaldes del Diablo


En su testimonio queda claro que la puerta de el Diablo a la política se la abrió el polémico exrepresentante a la Cámara y exalcalde de Cartago, Luis Carlos Restrepo Orozco, conocido como el Mudo. “Todo lo relacionado con política se lo consultaba a Luis Carlos. Él y mi esposo eran los encargados de armar las listas”.

Restrepo Orozco fue condenado por enriquecimiento ilícito y actualmente paga ochos años en una cárcel de Cartago. Entre el Diablo y el Mudo crearon en Cartago el movimiento Nueva Dirigencia Popular para las elecciones de 2000, donde el primero iba al Concejo y el segundo a la Alcaldía y ganaron.

Ese movimiento fue la semilla para extender sus tentáculos –“ganamos otras alcaldías como Obando, Alcalá y Ulloa”– y establecieron alianzas con políticos de envergadura como el entonces candidato a la Gobernación Germán Villegas Villegas. Una fotografía en la que se les ve compartiendo tarima confirma esa declaración. El senador Villegas explicó que nunca recibió dineros de Rodríguez, quien para entonces era concejal de Cartago: “Además era una persona reconocida en esa ciudad, tenía relaciones con todos los estamentos y prácticamente no había un cartagüeño de importancia que no tuviera que ver con él”.

Avales por millón


Nancy Montoya cuenta también detalles de las alianzas con los candidatos al Congreso y la forma como su esposo financió algunas campañas. “La negociación consistía en endosar todos los votos del norte”, explicó. “Ellos me buscaban, pero yo les aclaraba que las decisiones las tomaba mi esposo”.

Entre los mencionados están los excongresistas Juan Carlos Martínez Sinisterra, Habib Merheg y Carlos Hernán Barragán. También nombró al hoy senador Carlos Arturo Quintero Marín, de quien dijo fue “el segundo renglón mío, era amigo de Ariel”. En Ansermanuevo, Valle, su pueblo natal, lo recuerdan porque pasó de ser un cargador de plátanos, a alcalde, diputado, representante y ahora senador bajo la sombra del polémico Juan Carlos Martínez.

La viuda también mencionó al entonces senador Luis Élmer Arenas, que a última hora avaló la candidatura al Congreso de la señora Montoya, “el día de la inscripción Ariel me llamó y me dijo: ¿se acuerda del senador que fuimos a ver a Bogotá? Él la va avalar, el movimiento se llama Vamos Colombia, es un movimiento independiente como el que necesitamos”.

Al respecto, Arenas reconoció que le dio el aval, pero engañado, “cuando llegó al Congreso investigué quién era esa señora y una vez me enteré de que el marido era un narco de Cartago, la expulsé del partido y la denuncié no solo en el Congreso sino ante la Corte Suprema”, dijo a SEMANA. ç

En el Senado quedó una carta radicada por Arenas en 2006, donde asegura que “el Mudo (el congresista Luis Carlos Restrepo) se valía del poder sicarial del Diablo para intimidar a sus opositores y mantener intacto el capital político no solo en Cartago, sino en el norte del Valle”. Las denuncias del senador Arenas precipitaron la renuncia de Montoya por petición de Rasguño y dieron origen a la investigación que condenó al representante Luis Carlos Restrepo, el Mudo.

Las ‘acciones’ del Pereira


El testimonio de Nancy Montoya confirma con más detalles una versión que ya había dado el propio Rasguño en torno a la financiación de algunos políticos: el préstamo de cien millones de pesos a la campaña de Habib Merheg, entonces senador, oriundo de Pereira. “Una semana antes de la desaparición de mi esposo, me dijo: yo le presté cien millones de pesos a Habib, y él anda metiéndome el cuento que tiene unas acciones del deportivo Pereira, pero ese equipo está quebrado y lo que quiere es hacerme moñona”.

La viuda de la mafia también relató cómo se hizo la alianza política con Merheg: “Él me dijo en un desayuno en su casa: doctora yo quiero trabajar con usted, yo tengo una votación muy representativa en el Valle”. En 2002 Merheg fue electo senador y en el norte del Valle sacó cerca de 7.000 votos, de los cuales 4.796 eran solo de Cartago.

Aunque el senador renunció a su curul en mayo de 2009 y está fuera del país, en la Corte Suprema tiene una investigación preliminar por su presunta relación con el narcoparamilitar alias Macaco.

Deuda del senador Martínez 


Según la versión de la señora Montoya, la alianza política con el Movimiento Popular Unido, MPU, del entonces senador Juan Carlos Martínez Sinisterra, les permitió ganar nuevas curules en concejos y alcaldías del norte del Valle. Según ella, para las elecciones territoriales de 2003, el senador Martínez “delante de mí le pidió prestados 300 millones a mi esposo”.

Cuando Ariel fue asesinado en 2004, la viuda quiso recuperar el dinero y Martínez le abonó 20 millones de pesos y para el excedente le dijo “le tengo algo mejor”: ofreció pagarle el resto con “contraticos” que él había gestionado desde el gobierno nacional.

Montoya Quintero afirmó que “preferí olvidarme de esa deuda”, pero explicó que los escoltas de su esposo, que fueron testigos de ese préstamo, “intentaron cobrarla por su cuenta”. Agregó que todos los escoltas del Diablo “fueron asesinados o desaparecidos”.

Ese testimonio es el que hoy tiene al exsenador Martínez preso y a la espera de un juicio por presunto enriquecimiento ilícito. Al respecto, su abogado Alfredo Montenegro aseguró que esa prueba es ilegal porque fue trasladada de otro proceso y además “nosotros no hemos tenido la posibilidad de contrainterrogar a la testigo que apoya su versión en personas muertas”.

El crimen del exsenador 


Una de las revelaciones más desgarradoras fue cuando la señora Montoya confesó que el crimen del exsenador liberal Juan José Naranjo Torres, líder empresarial y cívico de Cartago, fue ordenado por su marido. “Ariel me dijo: a ese señor lo mandé a matar yo”.

El 17 de abril de 2004 unos sicarios le propinaron nueve impactos de bala al exsenador Naranjo cuando transitaba por el centro de Cartago. Naranjo era accionista de una empresa chancera del norte del Valle y llegó al Senado a hacer un reemplazo de tres meses en 2000, en la curul de Julio César Caicedo Zamorano, esposo de la senadora Dilian Francisca Toro.

En medio del llanto, Montoya Quintero aseguró que su marido le dijo que “esa orden viene de arriba, porque ese señor era un sapo. Estaba yendo a Bogotá y dando información de narcotráfico y que Rasguño era el que manejaba aquí conmigo esto, y que usted era patrocinada por mí. Así que no le duela mucho que si él era amigo suyo, también estaba hablando de usted”.