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EL SEGUNDO BOGOTAZO

Conmoción por renuncia de Pardo Llada en directo al Noticiero de las Siete

12 de mayo de 1986

El 19 de abril registró un segundo bogotazo, por lo menos para los televidentes que rutinariamente véían el Noticiero de las 7, quienes estupefactos tuvieron que presenciar cómo el controvertido presentador cubano, José Pardo Llada, gesticulaba en forma histriónica, al tiempo que gritaba: "Me cansé... Hay lo que llaman incompatibilidad de caracteres entre este presentador y la señora directora... No me siento bien aquí, no estoy haciendo lo que me gusta hacer y no concibo una falta de compañerismo y de poca responsabilidad, tan grande como la que acabo de recibir ahora con esta noticia de la señora directora... Así que voy a terminar la presentación de esta tarde... Les agradezco mucho, pero me cansé: Eso es todo. No se puede trabajar bajo una completa incompatibilidad entre lo que uno piensa como periodista, porque yo no soy simpllemente un locutor y lo que piensa la señora directora". Con esta espectacular renuncia sin precedentes, en vivo y en directo, salia del aire el hombre que había reemplazado a Juan Guillermo Rios, después de su intempestiva salida hace tres meses.
Desde ese episodio tenía origen el problema. Atemorizados los socios de la programadora de que se repitieran los excesos que se presentaron en la época de Juan Guillermo Ríos, quien era simultáneamente presentador y director, decidieron dividir este cargo en dos para que hubiera un contrapeso entre la dirección y la presentación del noticiero. Para lo primero, se escogió a la periodista Maria Elvira Samper, quien combinaba conocimiento de periodismo escrito y de televisión, a través de la subdirección de SEMANA y de la dirección del programa "El Juicio". Para lo segundo José Pardo Llada, quien no obstante de no haber trabajado en televisión en Colombia y de ser un personaje controvertido por su identificación ideológica "derecho-populista", tenía el record de haber "barrido" con todos los auditorios a los que se le había medido en 40 años de labor periodística. Antes de la Revolución cubana, había dirigido el noticiero de televisión más popular en la isla y después de un breve período como jefe de prensa de Perón en Madrid, se radicó en Cali convirtiéndose en el fenómeno radial de la región, a través de la cual llegó a la política.
Desde el inicio, la "cohabitación" Samper-Pardo Llada resultó inmanejable. Aun cuando Pardo había sido escogido para darle su sello personal a la presentación de las noticias, en cuya selección él no tenía mayor injerencia, los periodistas comenzaron a sentir que su "sello personal", llegaba en ocasiones a tergiversar o constituir un editorial en la información. Tres casos concretos se presentaron que fueron objeto de fricción interna.
En una nota sobre un niño polizón, Pardo lo había llamado "gamin", la cual fue considerado por el equipo periodístico como peyorativo e injusto contra un menor de edad. En otra ocasión, en una nota sobre el libro "¿Por quién votar?" evaluando la labor de los parlamentarios, Pardo había hecho comentarios personales sobre la clase política--que prácticamente descalificaban la hora del noticiero- llegó incluso a agregar que él era congresista. Esto creó la debacle internamente siendo el presentador objeto de acusaciones de haber tomado partido frente a la noticia por consideraciones personales. En otra oportunidadi, haciendo relación al general Vargas que se había sublevado contra Febres Cordero en el Ecuador, Pardo lo había nombrado como un "tal general Vargas", lo cual fue considerado como un editorial velado.
A episodios aislados de esta natura leza se sumaba el hecho de que referencias anecdóticas personales creaban indignación entre los periodistas y su directora. Pardo opinaba sobre el frío bogotano, el Deportivo Cali, cuánto le cobraban los taxistas, por qué se quitaba el reloj, etc.
En realidad, ni al televidente raso ni a los socios de la programadora les importaba mucho el aporte personal de Pardo, quien inicialmente tenía problemas de ritmo y estilo más graves que el granito de arena que le ponía a las noticias.
Para María Elvira Samper, como directora, sin embargo, era una cuestión de principio que no podía ella ser responsable de una información cuya versión final era asumida por el presentador en forma totalmente independiente del equipo periodístico que la había elaborado. Pardo Llada, por su parte, se sentía con una camisa de fuerza que lo obligaba a leer como un simple locutor información en la cual no creía ni periodística ni ideológicamente.
En medio de todos estos conflictos, el noticiero que había bajado vertiginosamente de sintonía, a raíz de la salida de Ríos, en particular en los días de ajuste de Pardo Llada al medio, comenzó a recuperarse. Después de pasar nuevamente a Mauricio Gómez, comenzó a acercarse poco a poco al nuevo rey de los noticieros de la noche. El de José Fernández Gómez, de tal suerte que, en el momento de la salida de Pardo, estaban prácticamente empatados.
Este rápido ascenso en el rating iba acompañado, sin embargo, de una intensificación de los problemas internos que habían pasado de profesionales a personales. Durante un breve lapso las relaciones entre el presentador y la directora se habían mantenido distantes pero respetuosas. Esto cambió el día en que, con motivo del episodio sobre el libro de los congresistas ella le llamó cordialmente la atención. Pardo Llada explotó, saliéndose de sus casillas y reaccionando agresivamente en contra de ella, alegando que no estaba para recibir órdenes de nadie. Posteriormente, intentó reanudar relaciones considerando el episodio como una pelea rutinaria de trabajo. A María Elvira Samper, sinembargo, nada le podía parecer menos rutinario que, como directora de un noticiero, el presentador le faltara al respeto y desde ese momento nunca volvió a dirigirle la palabra. Esto produjo el marginamiento de Pardo de la actividad periodística diaria, dejando de asistir a los consejos de redacción, y limitándose a llegar una hora antes de salir al aire, para hojear los libretos. Esto creaba la sensación entre los periodistas de que todos trabajaban para que Pardo se llevara las palmas. Al desaparecer el trato personal entre ellos, el canal de comunicación era el subdirector, Cesar Fernández.
El florero de Llorente vino cuando Pardo cometió un error en la presentaciónde una nota sobre un robo a unos visitantes de la Casa de Huéspedes llustres de Cartagena. Afirmó que el robo había tenido lugar en la residencia gubernamental cuando en la realidad habia sido en el aeropuerto. Tanto el corresponsal como el editor habian transmitido la información correctamente pero el presentador se había equivocado en la nota introductoria. Varias entidades protestaron y solicitaron una rectificación. Cuando Pardo llegó a la programadora en la tarde del miércoles se encontró con que el libreto incluia una rectificación en la cual él después de aclarar el error, tenía que especificar que la culpa era suya y no de ninguno de los otros integrantes del noticiero.
Aunque Pardo no había puesto objeciones cuando el subdirector mencionó la necesidad de hacer dicha rectificación, exploto horas más tarde al ver que se le exigia la modalidad sin precedentes de hacerlo a nombre propio y no del medio. En la mitad del noticiero, sacó la página en que estaba la rectificación que le habían preparado dando lugar al episodio que habría de convertirse en el escándalo de la semana. --