TESTIMONIO
“Guerrilleros se burlaban mientras nos atacaban”
Un sobreviviente de la masacre cometida por las FARC en la que murieron siete policías contó su doloroso relato a El Heraldo.
Encuentra aquí lo último en Semana
El relato es del todo conmovedor y revela la maldad con la que actuaron guerrilleros de las FARC en alianza con miembros de la banda criminal del Clan Úsuga, que atacaron sin piedad una caravana de la Policía que se desplazaba hacia Tierradentro (Córdoba) el martes pasado. Como se sabe, murieron siete policías y dentro del grupo de heridos algunos han decidido hablar.
Uno de ellos, que pidió reserva de su nombre, le contó al diario barranquillero El Heraldo los estremecedores detalles. Según el relato, los uniformados se encontraron en la vía con dos campesinos que los miraron fijamente por varios segundos como tratando de advertirles que la muerte los aguardaba en el recodo del camino.
“No puedo borrar de mi mente las miradas de esos campesinos, estoy seguro de que ellos sabían que íbamos camino a la muerte. Tal vez ellos mismo eran parte de la guerrilla, no sé”.
En su relato a El Heraldo el agente dice que, horas antes del ataque, cuando los patrulleros del Emcar recibieron órdenes de trasladarse de Tierradentro a Puerto Libertador, a escoltar a unos compañeros que salían a otras poblaciones, él tuvo un mal presentimiento.
Muy temprano el martes los agentes subieron al camión. Dice el relato que en la parte trasera iban 10 agentes uniformados y dos de civil, y en la cabina, el conductor y un sargento. Además, cuatro policías, dos adelante y dos detrás del camión, iban en motos en ropa civil porque salían de permiso. “No sé si era paranoia, pero sentía que toda la gente del pueblo nos estaba despidiendo, la gente nos miraba como diciéndonos adiós, como queriendo advertirnos”, recordó.
Así sigue la historia:
Habían recorrido 40 minutos, viajaban cerca a la vereda La Rica, cuando se encontraron con los dos campesinos en la vía. Segundos después, a las 8:10, se registró el ataque que dejó los siete muertos.
Balas y risa. En este punto del relato la voz del agente se quiebra y las lágrimas brotan, lo que pasó después no lo recuerda con precisión, sólo tiene grabados los sonidos de la balas, de las granadas y la risa de los guerrilleros mientras disparaban.
En Tierradentro se oyó el estruendo de los disparos, pero los policías que quedaron allá recibieron la orden de no moverse, puesto que había información de que otro grupo guerrillero estaba cerca del pueblo.
No tuvieron otra opción que rezar por sus compañeros que estaban en medio del ataque.
Cuenta que después de una hora un grupo de como de 20 o 30 guerrilleros se acercó al camión, tenían una cámara de video y registraron todo lo acontecido. Uno de los subversivos se paró en medio de la vía, se identificó como el comandante ‘Álex o Álvarez’, del frente 58, dijo que obedecía órdenes del ‘Mocho’, y les gritó a los sobrevivientes que salieran que no los iban a matar.
En ese momento se dieron cuenta de que había un sobreviviente, y un guerrillero gritó: “¡Comandante, acá hay uno vivo!”. El policía les pidió que no lo asesinaran y el guerrillero que dirigía el ataque se le acercó y le dijo que no se preocupara, que no lo iban a matar. Le dio la orden a una guerrillera de brindarle atención médica mientras seguían grabando el video.
Después de recoger todo el armamento que había en el camión, los guerrilleros se marcharon con dirección a Tierradentro. Iban riéndose y uno de ellos le dijo al comandante. “Le dije que el ataque en este punto iba a funcionar”.
Un grupo de la Policía de Rionegro (Antioquia) fue el primero en llegar al sitio. El sobreviviente cuenta que durante y después del ataque, otro policía que estaba escondido en el monte, a través de su teléfono celular, mantuvo informados a los comandantes de la Policía de todo lo que pasaba. Los heridos fueron evacuados en helicóptero y llegaron a Montería al mediodía.
El agente cree que se cometieron errores, primero, porque existía una amenaza clara y no se mandó el número de hombres suficientes a Tierradentro. También porque iban en un camión desde el cual era difícil repeler el fuego o salir para protegerse.