Home

Nación

Artículo

Íngrid Betancourt, excandidata presidencial. | Foto: Juan Carlos Sierra

POLÍTICA

“Una víctima siempre es incómoda para alguien”, Íngrid Betancourt

La excandidata presidencial, víctima de la guerrilla, intervino en la charla ‘Reflexiones éticas y políticas sobre el secuestro’ de la Comisión de la Verdad.

14 de septiembre de 2020


Íngrid Betancourt permaneció seis años, cuatro meses y nueve días de cautiverio a manos de la guerrilla de las Farc, tiempo que la convierte hoy en día en una viva voz de este flagelo que sigue azotando a Colombia. Durante su intervención en la charla ‘Reflexiones éticas y políticas sobre el secuestro’, la excandidata presidencial señaló como primera noción que "el secuestro no tiene fecha de vencimiento”, y que la deshumanización y violación de la dignidad que sufrió ella y las decenas de compañeros que pasaron por lo mismo no se borran por completo. “El daño es irreparable (...) y el peso que se lleva por dentro se vive en lo cotidianidad”. agregó.

En diálogo con el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, Betancourt habló de la mentira como el maquillaje que ha usado la guerrilla para argumentar el secuestro de los colombianos bajo un supuesto manto ideológico del pueblo contra el Estado. “Me llamó mucho la atención la manera que ellos -no todos, pero cientos de ellos- tienen de maquillar la verdad para tratar de procesarla bajo una perspectiva menos cruel. Van a mantener los hechos pero van a cambiar las intenciones”.

En su caso particular, ella recordó que las Farc señalaron que el uso de cadenas durante su cautiverio fue para “protegerla” de los peligros de la selva si intentaba escapar. Una excusa que solo intentaba ocultar el hecho de haber sido tratada como “un animal”. “Las Farc ni siquiera pueden confrontar su propia verdad... ¿Cuándo va a ser el momento en que ellos puedan llorar con nosotros?", se preguntó.

Visiblemente afectada, la excandidata -hoy residente en Francia- dijo reconocer que tomar conciencia sobre los actos de cada ser humano, pasa por un proceso de negación, pero que debe migrar a un estado superior que permitirá, en el caso del conflicto armado, medir qué tanta paz y reconciliación habrá en el país.

Añadió que en el proceso de secuestro hubo quienes le pidieron perdón por el acto que cometían, pero también ella tuvo que experimentar conductas que solo concibe gracias a una “fuerza del grupo" que permea las conciencias. “Hay un momento en el cual un grupo de personas, bajo el mando de un líder cruel, son capaces de llegar a una crueldad que ni ellos mismos creen que son capaces de tener”.

Si bien valora el paso que dio la guerrilla al dejar las armas e incorporarse a un proceso de paz, Betancourt afirma que se debe evitar el paternalismo: “De la misma manera que se les admite la transición hacia lo bueno, a participar en una sociedad con todos los derechos que se les reconocen, después de haber infringido todas leyes, de la misma manera hay que exigirles que jueguen el juego a cabalidad”.

Cinismo conceptual

Para Íngrid Betancourt la verdad se ha reducido a tal punto que los parámetros para evaluar la versión de cada uno de los actores del conflicto se han desdibujado. “Si cada quien puede contar su versión y es válida, entonces ya no hay justicia que valga. Entramos a un cinismo conceptual”, dijo, que actualmente se amplifica en el escenario de las redes sociales donde no hay filtros para emitir juicios sobre alguien determinado. “Si hay un sufrimiento que está por encima de todos los sufrimientos es la mentira. Ser víctima de la mentira y de la deformación ha sido devastador para mí y mi familia”.

A lo largo de su intervención, ella describió cómo con el proceso de paz se reveló la verdadera problemática que enfrenta Colombia y que no cesó con un el acuerdo firmado en La Habana: “El problema real no es que la guerra creó la corrupción, sino que la corrupción creó la guerra. La paz es importante porque poco a poco vamos a poder aliviar la carga emocional de todo lo que está sucediendo para ver con nuestros propios ojos, la gangrena de la corrupción”, dijo.

“La guerra es la masacre de muchas personas que no se conocen, a favor de personas que sí se conocen y no se masacran”

Aunque reconoció que el camino hacia la construcción de la paz es largo y, a su modo de ver, cada quien lo inicia y vive de manera diferente, Betancourt fue enfática en decir que el país debe dejar de “culpabilizar a las víctimas porque una víctima siempre es incómoda para alguien”. A su vez, agregó que se debe terminar con la polarización del proceso y establecer las condiciones, desde un marco institucional, para que la guerrilla cuente toda la verdad sobre la guerra y los afectados logren derrumbar los muros del dolor, miedo y rechazo que impiden cerrar este capítulo de sus vidas.