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Giro a la derecha

Encuesta latinoamericana revela que los colombianos, a diferencia de la mayoría de los países de la región, creen cada vez menos en la democracia.

2 de septiembre de 2002

Sin importar la inestabilidad económica, política y social Latinoamérica ha aprendido a darle un mayor valor a la democracia y a sus instituciones, pero no a los malos gobernantes ni a los partidos políticos. Sus habitantes creen que la corrupción ha aumentado, que la distribución del ingreso es injusta, que las privatizaciones no han sido benéficas, que el terrorismo es una amenaza real y definitivamente la institución en la que más confían es la Iglesia.

Sin embargo, así como hay un repunte en favor de la democracia en el último año, en unos países se ha presentado un retroceso. Cuatro Estados de la región, Colombia, Perú, Bolivia y Uruguay, mantuvieron una caída en la preferencia de sus habitantes por la democracia debido a los problemas internos que viven estos países.

Estas son algunas de las conclusiones del último estudio de Latinobarómetro, organización chilena que realiza en 17 países de América Latina más de 18.000 encuestas cada año para saber lo que piensan los 480 millones de habitantes de la región sobre la democracia, la política, la economía, sus instituciones, las políticas sociales y la distribución de la riqueza.

En Colombia esta pérdida de credibilidad, dice Marta Lagos, directora de Latinobarómetro, se debe a que hay una cultura autoritaria en alza. Por un lado, el apoyo a la democracia es bajo porque en un país en guerra la democracia vale poco, lo que vale es ganar el conflicto, y por el otro lado, los ciudadanos no ejercen sus plenos derechos hasta que no haya un ganador. Sólo 11 por ciento de los colombianos encuestados está satisfecho con la democracia, 57 por ciento apoya a sus Fuerzas Armadas, el segundo más alto después de Brasil, y al mismo porcentaje de encuestados no le molestaría que un gobierno no democrático llegara al país.

Desde 1996, año en el que se inició el Latinobarómetro, en 14 de los 17 países sus habitantes mantienen un importante apoyo a la democracia frente a cualquier otro tipo de gobierno. En general, la ola de democracia que se instaló en la región en los 90 produce un apoyo de la ciudadanía hacia este sistema, que llega a una aceptación del 61 por ciento en 1996. Esta se mantiene hasta 2001, cuando baja al 48 por ciento, para luego retomar un 56 por ciento en 2002, posiblemente impulsado por el cambio de presidente en varios países.

En naciones como México y Venezuela, donde se presentó un importante crecimiento en favor de este sistema democrático, el aumento se puede explicar por el relevo en el poder, que permitió que líderes y grupos que se sentían marginados del sistema político llegaran por primera vez a la presidencia. Es curioso que en Venezuela, a pesar del fallido golpe de Estado y la polarización política que vive la República Bolivariana, el 75 por ciento cree que la democracia es la mejor forma de gobierno.

Algo similar ocurre en Argentina, donde la profunda crisis económica, el corralito financiero, el desempleo y la inestabilidad política no han mermado la preferencia por este sistema político y, por el contrario, se ve un crecimiento entre 2001 y 2002.

Esta gran encuesta también revela que "los latinoamericanos separan, a propósito de las crisis que ha vivido la región, la gestión de los políticos de su sistema democrático y sus instituciones. De hecho, ven la necesidad de tener elecciones libres y derechos individuales, y lo que han aprendido es a reconocer el fracaso de los malos administradores y políticos protestando en las calles y obligando su cambio por otro", dice Lagos.

Pero no todas las cifras favorecen a la democracia. Al comparar los resultados de todos los países se encuentra que en la región 56 por ciento apoya la democracia, pero sólo 32 por ciento está satisfecha con ella y al 50 por ciento no le importaría que un gobierno no democrático llegara al poder. De hecho, según Latinobarómetro, 11 países registraron un crecimiento hacia preferencias políticas de derecha, cuatro no registraron ninguna variación y sólo Argentina y Perú giraron hacia tendencias de izquierda.

Un 56 por ciento de los ciudadanos de la región quiere defender los valores democráticos, que se reducen a elegir libremente y gozar de libertades individuales. Un 52 por ciento cree que los partidos políticos y el Congreso son indispensables, pero en promedio no le dan más de un 14 por ciento de confianza a los partidos. Un 29 por ciento sólo le tiene confianza al gobierno y un 36 por ciento los aprueba.

La preferencia por sistemas democráticos no significa que haya mejores perspectivas económicas, ni que se genere una estabilidad política, ni que no lleguen gobiernos populistas o de corte autoritario. Sin importar que en el poder esté un militar, un civil, un populista o un gran estadista, la gente es cada vez más realista, más impaciente y dispuesta a presionar el cambio.

Frente al tema económico los latinoamericanos parecen no estar a gusto. La mitad de los encuestados cree que los problemas económicos fueron causados por la política económica del Estado, un 24 por ciento por la falta de iniciativas de los empresarios, un 19 por ciento por las mismas personas y un 15 por ciento por el Fondo Monetario Internacional. En promedio, sólo el 28 por ciento cree que las privatizaciones han sido beneficiosas, mucho menos que en 1998, cuando fue del 40 por ciento. Un 70 por ciento afirma que el mejor modelo de desarrollo para producir electricidad, agua, salud y educación, entre otros, es a cargo del Estado. Por lo visto el panorama latinoamericano sigue siendo incierto.