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La elegida

La nueva Fiscal General de la Nación ha sido liberal en un país antisamperista, protestante en una universidad católica y feminista en un país machista.

4 de diciembre de 2010

Para la media hora de discurso que pronunció ante la sala plena de la Corte Suprema, Viviane Morales se preparó tres semanas. Apenas la nombraron en la terna, se puso en la tarea de documentarse en el nuevo sistema penal acusatorio y en una maratónica labor de varios días completos revisó puntualmente cada uno de los desafíos que lideraría si fuera elegida Fiscal. Lo que leyó esa mañana fue producto de ese trabajo. Ella cuenta que guardó el documento con tal recelo que no dejó que se lo revisara nadie. Quería estar segura de transmitir solamente aquello de lo cual estaba absolutamente convencida y "no irse metida en una armadura prestada". Quienes la conocen dicen que esa disciplina es su rasgo característico y que cuando quiere algo se entrega completamente, y una vez asumido el riesgo lo enfrenta ante quien sea.

Desde muy pequeña tenía una especial afición por el servicio público, tanto que pronunció su primer discurso ante el auditorio del colegio Santo Ángel, donde estudió, cuando tenía cuatro años, edad a la que ya sabía leer y escribir. Fue la mejor alumna del colegio y de la Universidad del Rosario, a la que entró a estudiar Derecho a los 15 años. Por ser la menor de la clase, sus compañeros la apodaron 'la Nena'. Y como era monitora de la materia de Ideas Políticas y ellos siempre estuvieron convencidos de que tendría un papel protagónico en la vida nacional, la solían imitar como si estuviera dirigiéndose en una plaza pública. A muchos estudiantes les dirigió sus trabajos de grado, entre ellos a Clara Rojas. "Desde la universidad ha sido una mujer de carácter. Me impresionaba lo mismo que admiro hoy: la claridad que tiene para hablar y el convencimiento para saber cuáles son las cosas que hay que hacer", dice Rojas.

Cuando llegó de hacer una maestría en la Universidad de la Sorbona en París, emprendió su primer trabajo en la Comisaría de Justicia del Distrito, donde llevaba en su gran mayoría casos de derecho de policía: peleas entre vecinos, problemas de linderos, entre muchos otros conflictos. De su papá, Israel Morales, liberal hasta los tuétanos, dicen que heredó la vena política y la sensibilidad ante las preocupaciones que se viven en las regiones. Frecuentaban Purificación (Tolima), donde nació él y La Dorada (Caldas), la patria chica de su mamá. De hecho, cuando la pareja vino a vivir a la capital se instalaron en Chía, municipio en el que creció la nueva Fiscal.

 Viviane Morales es una mujer con profundas convicciones. Ha sido liberal en un país antisamperista, protestante en una universidad católica y feminista en un país machista. Como consecuencia de eso, está acostumbrada a tomar decisiones difíciles y a librar duras batallas, usualmente en contra de las mayorías.

Su duelo público más conocido se dio en el controvertido proceso 8.000, cuando interpuso una tutela frente a la Corte Suprema de Justicia, que la eligió la primera mujer Fiscal General de la Nación. En ese entonces, luego de que el Congreso absolvió al presidente Samper, la Corte les abrió investigación por prevaricato a los 109 congresistas que votaron a su favor. Viviane alegó que la decisión violaba el principio de inviolabilidad parlamentaria, es decir, que los congresistas no pueden ser perseguidos por el simple hecho de haber votado de una forma un proyecto, cosa muy distinta a cuando existen méritos para abrir una investigación por tráfico de influencias o puestos. Muchos le han atribuido por eso haber sido una ficha clave del ex presidente, pero lo cierto es que por la vía de esta tutela, la Corte Constitucional le dio la razón.

En su actividad parlamentaria fue autora de varias leyes. Pero ella saca pecho especialmente por dos: la que hizo obligatorio el 30 por ciento de participación de las mujeres en los cargos directivos del Estado y la Ley de Libertad de Cultos. Su liderazgo frente al primer proyecto hizo que los columnistas llamaran en su momento a la Ley de Cuotas, la 'Ley Viviane'.

Algo similar se podría decir sobre la la Ley de Libertad de Cultos, que desarrolló el principio constitucional de que todas las confesiones y creencias religiosas son iguales ante la ley. En diferentes momentos de su vida, Viviane defendió a ultranza sus convicciones evangélicas en ambientes católicos. Ese ángulo religioso sorprendió a muchos cuando, en su discurso ante la Corte Suprema, citó una frase del profeta Isaías que señala que solo por medio de la justicia se logrará la paz. Al otro día, cuando los medios le preguntaron si su calidad de protestante era una razón para que los colombianos temieran de su imparcialidad, ella contestó que sus creencias religiosas no son distintas a los principios de ética y moralidad de cualquier funcionario público.

En su carrera por la Fiscalía, Viviane se autodenominó "una madre cabeza de familia". De su primer matrimonio con Luis Gutiérrez, un pastor evangélico, tiene tres hijos. Pero la pareja que el país le conoce es su segundo marido, el ex militante del M-19 Carlos Alonso Lucio. Sus más cercanos amigos no dudan en decir que, al contrario de las críticas que despertó el romance, el tesón con el que asumió su relación prueba su carácter. "Amó a Lucio con pasión y se casó de frente con todas las letras, en una boda a la que asistió la clase dirigente del país completa", dice uno de ellos. Para el día del matrimonio, en 2000, Lucio salió con un permiso de la cárcel La Picota para unirse a la entonces senadora en una ceremonia en la Iglesia Casa sobre la Roca, de donde luego salieron a bailar a La Calera. El discurso de él hizo llorar a varias señoras, cuando le dijo a Viviane que quería que sus hijos tuvieran todo de ella. La realidad es que el matrimonio no duró mucho y en 2007 ya se habían separado.

Cuando estaba casada con Lucio vivió un duro golpe por culpa de una bacteria de quirófano que adquirió en un transplante de córnea, y autorizó que le enuclearan el ojo izquierdo para proteger su vida. "Fue un sufrimiento indescriptible, que me golpeó brutalmente y me obligó a replantear mi vida", dijo hace algunos años a un diario nacional. La situación le produjo tanto dolor que durante varios años se dedicó solamente a dictar su clase de Derecho Constitucional y, posteriormente, se fue a vivir un año a Estados Unidos. Por eso, cuando en 2006 anunció que se lanzaba nuevamente al Senado, con el parche en el ojo y el lema 'Visión de Mujer', Yamid Amat tituló su entrevista dominical "Viviane Morales regresa del Infierno".

En los últimos años, la única intervención que ha tenido en asuntos políticos fue en la Comisión de Notables, un grupo de expertos al que el presidente Uribe le encomendó la tarea de definir los lineamientos para una reforma política. Su elección como Fiscal General de la Nación la devolvió al debate público. El miércoles, luego de su presentación en la Corte, pasó todo el día entre unas vueltas médicas con su mamá y una reunión privada con sus compañeros de curso de la universidad. Viviane, sin embargo, no se quedó con ellos a esperar la decisión de la Corte, y se fue a dormir a su casa. Una llamada a la medianoche de una compañera de Caracol Radio, en donde trabajó los últimos meses, la despertó con la noticia de que había sido elegida Fiscal General. Con la decisión de los magistrados de ponerla a la cabeza de esa entidad, que duró 14 meses en interinidad, la volvían al lanzar al ruedo.