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El soldado profesional Luis Antonio Cabrera junto a su madre Delsa Vanegas. | Foto: Archivo particular

CONFLICTO

Lo poco que importó la muerte del soldado Antonio Cabrera

Dos días antes de la masacre en Cauca las FARC acabaron con la vida de este uniformado en Caquetá. Aparte de su familia, nadie lo lloró.

Antonio Paz, periodista de Semana
29 de abril de 2015

En la noche del martes 14 de abril las FARC emboscaron a la Fuerza de Tarea Apolo en Buenos Aires, Cauca. El desenlace ya es conocido: diez soldados muertos y 20 heridos.

El país lloró y todos los funcionarios, empezando por el presidente Juan Manuel Santos, rechazaron lo sucedido. El masivo crimen fue motivo suficiente para que se reanudaran los bombardeos a los campamentos de las FARC. Sin embargo, las selvas de Caquetá se estremecieron dos días antes y el país no se enteró de que el soldado profesional Luis Antonio Cabrera también perdió la vida en un atroz ataque de esta guerrilla.

Semana.com conversó con Luis Antonio Cabrera y Delsa Vanegas, padres del soldado fallecido, quienes narraron la historia con tristeza absoluta y bajo un profundo reclamo. “Nuestro hijo murió patrullando, sirviéndole al país, como lo hizo durante 12 años. Pero eso no importó, nadie mencionó la horrible forma como me lo mataron. Un héroe de la patria que no mereció ni siquiera una condolencia del comandante de las Fuerzas Militares, el ministro de Defensa o el presidente”, afirmó Delsa, mientras intentaba contener el llanto.

Tres días de angustia

Eran las 4:30 de la mañana del 12 de abril. Tres patrullas del Batallón de Combate Terrestre 34 adscritas a la Brigada Móvil 26 se movían por la vereda El Jardín del municipio de Solano, en Caquetá. Luis Antonio Cabrera iba en la última patrulla junto con seis compañeros. Entraron en una cañada y, de repente, sintieron una fuerte explosión. Las FARC acababan de lanzarles una granada. Confundidos, salieron corriendo en medio de la noche y se escondieron donde pudieron, con tan mala suerte que el soldado Cabrera resbaló y cayó en un hueco, del cual no saldría con vida.

El Ejército le confirmó a Semana.com que el soldado Cabrera falleció en una emboscada del frente 15 de las FARC en la vereda Danubio de Solano, Caqueta, en uno de los episodios en los que esta guerrilla violó el cese al fuego unilateral que anunció hace unos meses.

“Por lo horrible que fue su muerte, los compañeros de mi hijo no querían contarme cómo pasaron las cosas. Tuve que suplicarles que lo hicieran, yo necesitaba saberlo”, comentó Delsa. Sin compasión los guerrilleros lanzaron tres granadas contra el militar indefenso y atrapado. Como si esto fuera poco, los relatos de los soldados amigos indican que los guerrilleros luego se acercaron y le dispararon con sevicia, le quitaron el chaleco antibalas y el fusil que llevaba. Minutos después desparecieron.

Según dicen los padres del soldado Cabrera, los compañeros de su hijo les dijeron que no atacaron ni entraron en combate con la guerrilla porque tenían órdenes de no disparar. Luis Antonio Cabrera murió, pero el padecimiento no se detuvo allí. Lo que sus padres dicen que sucedió con el cuerpo sin vida del soldado profesional conmueve hasta al más fuerte.


Luis Antonio amaba ser militar y su mayor orgullo era portar el uniforme.

Sin un pueblo cerca para llevar a su compañero, los soldados pusieron hojas encima del cuerpo para que el inclemente sol y el calor selvático no aceleraran el proceso natural de descomposición. A las 7 de la noche un helicóptero del Ejército llegó al lugar y trasladó al soldado Cabrera hasta Medicina Legal de Florencia. A las 9 de la noche ya estaba en la capital de Caquetá.

Desesperado, Luis Antonio Cabrera (padre) salió hacia Florencia, llegó en la madrugada del lunes 13 de abril, pero sólo a las 11 de la mañana logró ver a su hijo. “No querían que pasara porque estaba irreconocible y en un estado degradante. Soy fuerte, les dije, y necesito ver a mi hijo, no importa cómo esté”.

El sufrimiento de la familia Cabrera no pararía ahí. Indignados, aseguran que su hijo estaba en una bolsa blanca y el olor ya se hacía insoportable. “No hay dignidad humana. Si contamos los detalles, es sólo porque no queremos que más familias soporten humillaciones como esta”. Después de hacer todos los trámites para trasladar el cuerpo de su hijo a Bogotá, y a pesar del estado en que se encontraba, el señor Cabrera tuvo que soportar 11 horas de viaje por tierra. En la mañana del martes 14 de abril llegó a Bogotá, escogió el ataúd en una funeraria en Teusaquillo, y cercano el mediodía, familiares y amigos se trasladaron al Cantón Norte para las honras fúnebres.

A las 2 de la tarde, después de varias horas de espera, el Ejército hizo guardia frente al ataúd del héroe de la patria. La tristeza de Delsa y Luis Antonio no menguaba y creció más cuando ningún alto oficial llegó para ofrecer sus condolencias.



La travesía de la familia Cabrera Vanegas acabó a la 1 de la tarde del miércoles 15 de abril, cuando por fin enterraron el cuerpo de Luis Antonio. Paradójicamente, mientras Colombia lamentaba la masacre de diez militares en Cauca, nadie sabía que ese mismo día en el camposanto Jardínes de Paz en el norte de la capital, un pequeño grupo de personas le daba el último adiós a su héroe olvidado.

Rap en el campo de batalla

Luis Antonio acababa de cumplir 30 años, era el mayor de los hombres y quien sustentaba a su madre. Desde niño supo que quería ser militar, pero también tenía clara su pasión por el rap. En sus ratos libres componía y cantaba. Cuando tenía vacaciones, Cori (su nombre artístico) aprovechaba para presentarse con su grupo, GuayaKingz.

En el Ejército aprovechaba cualquier espacio para ‘rapear’ con sus compañeros, sin olvidar que primero estaba su amor y compromiso con la patria. Estuvo activo 12 años y ni siquiera haber sobrevivido a una mina antipersonal hace cuatro años lo convenció de retirarse.


En la Carrera por los Héroes, la familia Cabrera Vanegas rechazó el asesinato de Luis Antonio.

“Muchas veces le dije que se saliera y no quiso, esa era su vida. Después de este dolor no dejaré que nadie de mi familia se enliste en las Fuerzas. No quiero seguir poniéndoles hijos a una guerra que ni siquiera es mía”, dice Delsa.

La familia Cabrera Vanegas salió a marchar el domingo 19 de abril en la Carrera por los Héroes en Bogotá, todos llevaban pancartas en las que anunciaban la muerte de Luis Antonio Cabrera Vanegas. Lo único que reclamaban era atención. Lo que les duele es que su campeón, un hombre que lo dio todo por su país, pasará al olvido sin pena ni gloria. “Quiero encontrarme con los papás de todos estos muchachos que han caído. Tenemos que hacer algo por la memoria de nuestros hijos, no podemos permitir que pasen a la historia como un número más. Quiero recordar que alguna vez me sentí orgullosa de lo que hacía”.

Los adoloridos padres no quieren gloria, ni 15 minutos de popularidad, ni hacer de su tragedia un espectáculo. Sólo quieren cumplir el sueño de su hijo cuando les decía: “No quiero ser famoso, yo lo que quiero es hacer historia”. Para ellos no hay duda de que lo logró.