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Luis Prieto Ocampo, un hombre para recordar

El expresidente César Gaviria, su compañero de muchas batallas, escribe sus recuerdos de Luis Prieto Ocampo, el prohombre caldense fallecido esta semana en Bogotá.

19 de mayo de 2018

La muerte de Luis Prieto Ocampo es una sensible pérdida para Colombia. Difícil encontrar en nuestra historia reciente una persona que ejerciera las posiciones públicas con más sentido de servicio, con más profesionalismo, con más responsabilidad. El presidente López Michelsen lo nombró alcalde de Bogotá (1975-76), estoy seguro pensando en su rectitud, en su devoción de trabajo y en la calidad para ejercer funciones públicas o privadas. Era una persona ordenada, extraordinariamente organizada. No había afirmaciones de Luis que no reflejaran estrictamente la verdad. Y era un consejero excepcional y yo fui el único que acudió a su consejo y sabiduría. 

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Nunca practicó la puerta giratoria. Más bien cuando los gobernantes tuvimos problemas graves y desafiantes la primera persona que venía a nuestra cabeza era Luis Prieto. Tuve la ocasión de tener su colaboración como banquero, como representante de Colombia, como un colombiano que conoció como pocos el potencial industrial de nuestro país. Por eso llegó a la Presidencia de la Andi, en una época en que tal institución tenía en su seno todas las industrias de Colombia. Por sus excepcionales condiciones que a él lo acompañaban y sustentaban su experiencia. Fue gerente de Tejidos Única, gerente del Instituto de Fomento Industrial (IFI), presidente de la Andi, gestor de la Corporación Financiera de Caldas, gerente de los bancos Cafetero y del Estado. También prestó  su concurso a Seguros Atlas y la Industria Colombiana de Machetes. Representó a Colombia en la Junta Directiva del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Y además fue embajador en Londres dándole a esa representación una persona de su categoría para reemplazar al expresidente Barco. Todos mis funcionarios jóvenes llamados “el kínder” tenían por él una gran admiración por la actualidad de sus conocimientos, porque siempre tenía para aportar un punto de vista que enriquecía cualquier deliberación y yo recuerdo que nunca se guardó las opiniones que pudieran sonar incómodas. Qué bueno era tener un funcionario de su ilustrada y sabia franqueza.

Desde que ejercí el Ministerio de Hacienda conocí las excelsas calidades de Luis Prieto. Fue para mí una gran suerte encontrarlo al frente de la tesorería y la gerencia de la campaña de Luis Carlos Galán. Con su  vil asesinato  no había en todo su equipo alguien que mejor representara a su organización política que Luis. Me sentí muy honrado cuando al pedirle que siguiera al frente de la campaña presidencial, tuve la gran satisfacción y la honra de que él aceptara continuar al frente de esa responsabilidad, en un momento en que tal decisión tenía riesgos aún de seguridad personal. Con él hicimos una campaña extraordinariamente austera y transparente. Y a nuestra campaña solo ingresaron recursos comprobadamente limpios. Fueron muchos los cheques que no consignamos por dudas que le surgían a Luis y para ello tuvo mi absoluto respaldo. Para la familia de Luis Carlos, para sus padres para su esposa, Gloria, y para sus hijos la presencia de Luis les daba total tranquilidad sobre cómo se financiaría la campaña. Las cuentas que entregó al Consejo Electoral de entonces incluían la totalidad de ingresos y gastos y sobre ellos nunca hubo el más leve cuestionamiento. 

Estuvo lúcido hasta el último momento de su vida y sus opiniones estaban cargadas de severos criterios, de profundos conocimientos, de una gran respetabilidad.