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Natalia París y su fallecido esposo alias Julio Fierro. | Foto: SEMANA.

JUDICIAL

Extinción a los bienes de exesposo de Natalia París

Alias ‘Julio Fierro’ desapareció en el 2001. Sus propiedades están avaluadas en $10.000 millones.

20 de enero de 2014

Después de 13 años de la desaparición de Julio César Correa Valdés, alias ‘Julio Fierro’, quien fuera esposo de la modelo Natalia París, la Fiscalía solicitó a un juez la extinción de dominio para 130 inmuebles y dos establecimientos de comercio de su propiedad.

Según la investigación que adelanta un fiscal de la Unidad Nacional para la Extinción de Dominio y contra el Lavado de Activos, la indagación sobre las probidades avaluadas en 10.000 millones de pesos se dio por un informe realizado en el 2002 por desparecido Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). En dicho documento la entidad dio cuenta sobre la presunta relación que mantenía Correa con el jefe del cartel de Medellín, Pablo Escobar.

Durante la indagación, el organismo de seguridad tuvo en cuenta las versiones de varios testigos, los cuales aseguraron que Correa era la misma persona a quien se le identificaba con el alias de ‘Julio Fierro’. Desde ese entonces, al narcotraficante se le conoció como socio de Escobar, por lo que se ordenó una investigación por parte de un fiscal de Medellín.

Los bienes solicitados para la extinción de domino son una fábrica de blindajes de vehículos (de nombre sociedad FIB Antioquia Ltda), 18 apartamentos y garajes en Medellín, 112 lotes en Venecia (Antioquia) y un hotel en la misma ciudad.

Correa fue considerado una de las 114 personas que negociaron para el año 2000 con la justicia de Estados Unidos para obtener su libertad a cambio de prestar su colaboración con las agencias antidrogas, suministrando rutas de embarque, localización de cargamentos de coca y cuentas bancarias fruto del negocio del narcotráfico.

Ese pacto fue avalado por la Fiscalía General de Estados Unidos sin el conocimiento de las autoridades colombianas. El hombre que fue ‘puente’ en esa negociación, en la que intervinieron la CIA, la DEA, Aduanas y la dirección de impuestos de ese país (IRS), fue el colombiano Baruch Vega, quien terminó acusado en una Corte Federal de Miami por obstrucción a la justicia y lavado de dinero. Un año después de ese escándalo Vega demostró ante la Corte de Miami que todo el trabajo que realizó fue autorizado por dependencias del gobierno de Estados Unidos.

El testimonio

Lo que Vega contó, dejó al descubierto la maraña que se tejió para permitir que los narcotraficantes colombianos lograran evitar que la justicia de Estados Unidos continuara persiguiéndolos, a cambio de su colaboración. Uno de ellos fue Julio Correa Valdés, quien se comprometió ante un juez en la Corte de Miami en septiembre de 1997 a cooperar con las autoridades de ese país a cambio de inmunidad.

Poco o nada se sabía de sus actividades y sólo cuando desapareció se supo que mantenía una relación con la modelo Natalia París. No obstante, SEMANA conversó entonces con antiguos socios suyos, quienes revelaron sus andanzas. “Él fue uno de los principales ayudantes de Pablo Escobar y estaba encargado de conseguir armas para la organización”, contó quien fuera un miembro del extinto cartel de Medellín. “En esa época lo conocíamos como ‘Julio Fierro’”.

Según estas fuentes, la carrera de Correa en el mundo del narcotráfico comenzó a los 18 años cuando fue arrestado en Los Ángeles por posesión de tres kilos de cocaína. Logró pagar la fianza y voló a Colombia, donde continuó con el negocio. En 1996 fue descubierto en Miami un cargamento de seis toneladas de cocaína camufladas en tanques que contenían cloro. Según las autoridades estadounidenses, esa droga había sido enviada por Correa Valdés y le abrieron un proceso por narcotráfico que lo podía enviar a la cárcel por 30 años.

Correa inició entonces sus contactos con agentes del FBI en Costa Rica e intentó, sin éxito, negociar con la justicia estadounidense. Un año más tarde se le atravesó en el camino Baruch Vega y a partir de entonces comenzó negociaciones con los agentes federales. “Esas reuniones tuvieron lugar en Medellín, Panamá y por último en Miami”, señaló Vega a SEMANA.

Seis meses después Correa comenzó su nueva vida de colaborador de las agencias antidrogas de Estados Unidos. Por su intermedio cerca de 35 narcotraficantes decidieron arreglar su situación en Estados Unidos. Esos nombres los conocía muy bien la Policía colombiana.

“Eran la cabeza de la Operación Milenio. Seguimos sus rastros durante más de un año y una semana antes de realizar el operativo para capturarlos desaparecieron del país. Sólo meses después supimos que habían negociado sus problemas en Estados Unidos”, señaló uno de los investigadores de la Dijin que participaron en la Operación Milenio.
 
El nuevo trabajo de Correa le implicaba entrar a Colombia con frecuencia. Y así lo hizo en el momento de su desaparición, cuando llegó en compañía de Natalia París. Las noticias sobre su nueva actividad se habían regado como pólvora entre los narcotraficantes y muchos no veían con buenos ojos lo que estaba haciendo su antiguo socio, a quien consideraban un soplón.
 
Por eso las autoridades creen que su desaparición estuvo relacionada con un ajuste de cuentas entre narcos. Y, como le dijo un exsocio de Correa a SEMANA: “En el mundo de la mafia a los ‘sapos’ no se les perdona la vida”.