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OBJETIVO: GAVIRIA

El libro del periodista judicial Edgar Torres, "Mercaderes de la muerte", resuelve una discusión de cinco años sobre el verdadero objetivo del atentado al avión de Avianca

8 de mayo de 1995

EL LUNES 27 DE NOVIEMBRE DE 1989, A LAS 8 de la mañana, los colombianos se estremecieron con la noticia de que un Boeing de la compañía Avianca con 107 pasajeros a bordo había explotado a escasos minutos de haber decolado del aeropuerto de Bogotá. Las investigaciones posteriores demostraron la autoría del cartel de Medellín en este pavoroso siniestro terrorista. SEMANA reproduce a continuación apartes del libro de Torres donde se narra la forma cómo se preparó el atentado y se revela contra quién estaba dirigido: el entonces candidato presidencial César Gaviria.


HAGANLE A LO DE GAVIRIA
La reunión de esa noche en Puerto Triunfo -en la primera semana de noviembre de 1989- agrupó otra vez a la cúpula de la mafia: Pablo Escobar, Gerardo Kiko Moncada, Albeiro Areiza, El Campeón, y Gonzalo Rodríguez Gacha, El Mexicano:
Por instrucción de Escobar, Arete les explicó el punto en el que estaba 'la vuelta' del DAS. Según dijo Carro Chocao se había encontrado con limitaciones de los proveedores ecuatorianos para entregar de súbito 10 toneladas de dinamita y él y Memín habían tenido que trasladar con extrema lentitud los explosivos de la bodega de Medellín a Bogotá, ocultos entre los electrodomésticos huecos suministrados por Gerardo Kiko Moncada. Por último, les explicó que a estas alturas un total de nueve toneladas de dinamita estaba finalmente almacenadas en la bodega de la calle 2a. sur con carrera 19, en el sector de San Antonio, y que Memín y un hombre al que apodaban Alberto Sandoval gestionaban ahora la compra del autobús que iban a utilizar en el atentado.
Sin embargo, virtualmente imbuidos en otro asunto, el candidato a la Presidencia César Gaviria Trujillo, los capos de la mafia apenas si prestaron atención a Arete.
Gaviria había heredado la candidatura presidencial del hombre al que el cartel había asimilado a su peor enemigo y había ordenado asesinar. En el anochecer del 18 de agosto -cuando presidía una manifestación pública- un comando de la mafia enviado por Gonzalo Rodríguez Gacha, El Mexicano, y coordinado por Jaime Eduardo Rocha había baleado a tiros al candidato por el liberalismo a la Presidencia de la República, el abogado y economista Luis Carlos Galán Sarmiento. El grupo de sicarios -que operó encubierto entre falsos portadores de pancartas en las que se aclamaba a Galán- estaba integrado además por José Ever Silva, Enrique y José Orlando Chaves Fajardo y casi otra docena de pistoleros.
Galán Sarmiento había representado por más de una década el dique más severo de su partido contra la nfafia. De hecho, él había sido el primero en oponerse a la vinculación de Pablo Escobar Gaviria a la política. Aquello había empezado en febrero de 1982 cuando el Movimiento de Renovación Liberal de Antioquia, presidido por Jairo Ortega, inscribió al jefe del cartel como segundo en la lista a la Cámara.
Por intermedio de Iván Marulanda, coordinador en Antioquia del Nuevo Liberalismo, la corriente que él había convertido en una disidencia del partido tradicional, Luis Carlos Galán Sarmiento hizo llegar a Jairo Ortega instrucciones para retirar a Pablo Escobar Gaviria de las listas al Parlamento. En una carta a Jairo Ortega, Iván Marulanda le había pedido "modificar su lista de Cámara de Representantes, en el renglón de la primera suplencia".
La misiva justificaba tal solicitud en un párrafo severo: "Luis Carlos Galán Sarmiento se enteró por intermedio de una persona de su confianza de las condiciones inaceptables que reúne la persona que ocupa la primera suplencia de la Cámara en su lista". A renglón seguido, Marulanda precisaba en forma cortés: "Le ruego modificar este lamentable error". Más tarde, ante la negativa de Ortega, Luis Carlos Galán le había enviado un crudo mensaje escrito: "No podemos aceptar vinsulación de personas cuyas actividades están en contradicción con nuestras tesis de restauración moral y política del país si usted no acepta estas indicaciones, yo no podría permitir que la lista de su movimiento tenga vinculación alguna con mi candidatura presidencial". Por último, en una manifestación pública, en Medellin, Galán había desautorizado al Movimiento de Renovación Liberal de Antioquia como representante del Nuevo Liberalismo. Entonces, Jairo Ortega y Pablo Escobar Gaviria simplemente habían adherido a Alternativa Popular, un movimiento presidido por el senador Alberto Santofimio Botero.
Por esa vía el jefe del cartel de Medellín había accedido a la Cámara y permanecido en ella hasta cuando las denuncias del ministro Rodrigo Lara Bonilla, representante de Luis Carlos Galán Sarmiento y el Nuevo Liberalismo en el gabinete ministerial, lo obligaron a sumirse en la clandestinidad.
Desde entonces había surgido en Pablo Escobar un odio visceral hacia Luis Carlos Galán y su movimiento y por eso esta noche, en Puerto Triunfo -a instancias de Gonzalo Rodríguez Gacha. El Mexicano- el cónclave de la mafia discutía la suerte de César Gaviria Trujillo.
Economista y parlamentario, Gaviria se había convertido en jefe de debate de la campaña de Luis Carlos Galán después de dejar su puesto como ministro de Gobierno y funcionario estrella de la administración de Virgilio Barco Vargas.
En mitad del sepelio de su padre, en el Cementerio Central en Bogotá, cuando el ataúd con los restos del candidato inmolado descendía a la bóveda, el primogénito de Luis Carlos Galán había pedido a César Gaviria asumir las banderas de su padre. En solo unas semanas -ante la conmoción y el rechazo general por el magnicidio- César Gaviria había alcanzado verdaderos récords de convocatoria y ahora los jefes de la mafia veían en él a un nuevo enemigo.
Esa es la amenaza del continuismo de Barco, que no es otra cosa que la guerra sin cuartel -se repetían-.
Después de una hora de discusión, el cónclave adoptó la decisión de asesinarlo y después entró a convenir la forma de hacerlo.
-Hay que colocarle una bomba en el avión.
Pablo Escobar Gaviria, Gerardo Kiko Moncada, Albeiro Areiza, El Campeón, y Gonzalo Rodríguez Gacha, El Mexicano, desechaban un ataque con sicarios en razón de la extrema vigilancia y el celo con el que el gobierno debía estar protegiendo a César Gaviria. No era el único crimen que planeaban. Acababan de dar la orden de trasladar un carro bomba a Bogotá para poner fin a la vida de otro connotado colombiano: el ex presidente Belisario Betancur.(...)


EL MALETIN BOMBA
Tras la reunión del cónclave de la mafia en Puerto Triunfo y tras la orden de otorgar prioridad al asunto de César Gaviria Trujillo -el atentado a través del cual se pretendía quitarle LA la vida- la verificación de itinerarios de vuelo, correrías y manifestaciones públicas del sucesor de Luis Carlos Galán Sarmiento, se había convertido en obsesión para Memín.
Siguiendo en todo las recomendaciones de Arete, Memin viajó primero a Bogotá y analizó el listado público que anunciaba la presencia del candidato en Cali y después en otras ciudades del país y luego tomó la decisión de viajar a la capital del Valle.
Tenía la firme convicción de que existiría menos vigilancia policial en el terminal aéreo de Cali Alfonso Bonilla Aragón que en Bogotá y que en cualquier caso, tenía una doble oportunidad porque si Gaviria viajaba a la capital del Valle no tardaría más que unas cuantas horas en salir de allí.
Memín estuvo en Cali a las 9:30 en punto de la mañana del martes 2 de noviembre de 1989, en el terminal aéreo. Se dirigió hasta la sede del Partido Liberal en el Valle y cotejó la información pública con aquella de la cual había tomado atenta nota en Bogotá.
Después volvió al aeropuerto e intentó infructuosamente identificar un agente oficial capaz -a cambio de una recompensa- de permitir el paso de armas y explosivos sin detenerse en requisas exigentes. En realidad solo insinuó que era cuestión de unos kilos de cocaína en una maleta. Con todo, al cabo de unas horas, seguro de no avanzar en su propósito, Memín desistió y regresó a Medellín.
Hubiera preferido utilizar el teléfono para avisar sus avances a Arete, pero ambos sabían que no debían utilizar teléfono alguno del Discado Directo Nacional y menos aún líneas de Telecom.
Tal y como él lo veía, si los agentes del cartel en el aeropuerto Eldorado, en Bogotá, permitían el paso de la dinamita y los contactos en el Departamento Administrativo de Seguridad -DAS- confirmaban efectivamente el viaje del candidato, el atentado debía operarse desde la capital del país. En Cali -era esa su conclusión- nada funcionaría. Por el contrario, así se lo dijo a Arete, el plan sí podía ser descubierto.
Arete aceptó los argumentos de Memín y una mañana de mediados de noviembre se dedicó por completo a un aspecto definitivo en la 'vuelta': el diseño y la fabricación de la bomba.
Adquirió en un almacén de la ciudad un maletín tipo ejecutivo en nylon negro con una sutil vena roja. Después se dirigió hacia la Bodega en El Poblado. Accedió a ella por la entrada conectada con el barrio Colombia, en la última calle de la zona industrial, junto a Helados Mimo's. Tenía permitido el ingreso a cualquier hora desde que Lucho había instalado en calidad de vigía a Martín Ignacio Giraldo Patiño, El Enano, hermano de Orejitas.
Luego se dirigió a la poceta, haló del cordón de acero y vio abrirse la media puerta en concreto y baldosa que ocultaba la dinamita obtenida por Carro Chocao con los proveedores ecuatorianos.
Retiró cinco kilos de dinamita amoniacal y salió rumbo al apartamento. Una vez dentro, colocó el maletín sobre la mesa del comedor y alistó cuanto requería: el estopín, cuatro cables eléctricos y una batería de larga duración.
Arete abrió el maletín, levantó la tapa de Nylon negro que ocultaba un compartimiento secreto en el fondo del maletín y empezó a amasar y a colocar la dinamita. Se detuvo cuando terminó de formar una película que ocupaba casi la cuarta parte del maletín de 40 centímetros de alto por 60 de ancho.
Después colocó nuevamente la tapa del fondo del maletín, instaló sobre ella la batería de 15 centímetros de largo por cinco de ancho y dispuso los dos cables, uno conectado al polo de carga positivo y otro al negativo. Entonces utilizó un interruptor y un bombillo para verificar el sistema. Más tarde, comprobó el estado del estopín y terminó de diseñar el sistema completo.
Tomó los cables que salían de la batería y los conectó al estopín. Luego atornilló a éste dos extensiones y con extrema habilidad las pegó, en sentidos opuestos, a las paredes laterales del maletín. Finalmente se aseguró de que ambas culminaban exactamente en el centro y que conectaban sin dificultad en las patas del interruptor.
Solo dejó instalado uno de los cables y después entregó el maletín a Memín. El también había cumplido ya con su parte: entrar en contacto con un pavoroso terrorista cuyo trabajo, desde hacía meses, era simplemente preparar a los 'suizos'(...)

UN COMPLOT PARA ASESINAR AL PRESIDENTE
El entrenamiento del 'suizo' se prolongó por varias semanas. Se trataba de un adolescente que, sin que él lo supiera, había sido elegido por el cartel para detonar la bomba en el vuelo en que viajara el candidato a la Presidencia César Gaviria Trujillo. Según explicó Carlitos a Memín, primero le canceló al 'suizo' 50.000 pesos por cada encomienda y después, progresivamente, aumentó la suma cuidando, eso sí, de que jamás rebasara los 100.000 pesos. Luego se encargó de conseguirle ropas de marca y zapatos elegantes, después lo 'encaletó' definitivamente.
-No existe otra forma- le explicó al cabo del tiempo-. A los 'suizos' hay que prepararlos así.
Esta era, en verdad, una expresión dramática y pavorosa de lo que la elite terrorista había llegado a concebir. Nada diferente de reemplazar los controles remotos en la detonación de bombas por hombres de carne y hueso.
Contactos como Memín y Carlitos se habían hecho verdaderos profesionales en ello. Escogían a sus víctimas entre adolescentes tímidos, sin empleo o estudio, de los cientos que pululaban en las comunas de invasión en Medellín.
Los ponían primero a trasladar simples encomiendas: -Mirá, llevá esta caja hasta la Loma del Chocho y la dejás ahí, pero que no se te vaya a ocurrir abrirla. Luego, directamente, terroristas como Carlitos y Memín volvían a recoger cada paquete y verificaban que efectivamente no hubiese sido abierto. Lo establecían a través de contraseñas secretas que se hubiesen roto ante el menor intento de descubrir lo que había dentro de la encomienda.
Repetían ese procedimiento una y otra vez hasta estar seguros de poder confiar en el 'suizo' y, finalmente, los familiarizaban con una encomienda semejante a aquella que habría de resultar mortal.
En el caso del maletín destinado a dinamitar el avión de la primera aerolínea nacional, Avianca, el contacto de Memín hasta había llegado a enseñarle al 'suizo' una valija exacta.
-El maletín lleva una grabadora -le dijo-. Lo único que necesitamos es que, cuando el avión haya despegado y esté en el aire usted oprima el 'swiche' y le grabe al tipo que va a ir a su lado ... Lo que quiero es la voz.
Bajo ese pretexto, en la mañana del sábado 25 de noviembre de 1989, después de recoger al "suizo', en el sitio que le indicó Carlitos, Memín transportó el maletín bomba diseñado por Arete hasta Bogotá. Lo ocultó en la cavidad de la caja de fusibles de un Renault 9.
Al día siguiente, domingo 26, en la tarde, Memín se dirigió al aeropuerto y adquirió los tiquetes. Los canceló en efectivo y cuidó de que en verdad le asignaran las sillas sobre los tanque de combustible del Boeing 727 que debía cubrir el vuelo 203 con hora de salida a las 7:00 de la mañana del lunes 27. Destino, la ciudad de Cali.
Compró un tiquete a nombre de Mario Santodomingo y otro a favor de Alberto Prieto. Se decidió por el primer nombre porque era sabido que la compañía Avianca pertenecía a Julio Mario Santodomingo y porque -comprobó después que no se equivocaba- ningún dependiente iba a arriesgarse a hacer interrogantes ante la eventual decisión del mayor accionista de la compañía de descubrir por sí mismo el tipo y el nivel de los servicios de su empresa.
Luego regresó a 'la caleta' en donde había recluido al 'suizo', le entregó el tiquete a nombre de Alberto Prieto y le enseñó el suyo propio expedido a favor de Mario Santodomingo.
-Mirá -le explicó- el maletín te lo entrego yo mismo dentro del aeropuerto.
Luego, muy temprano en la mañana del día siguiente, lunes 27, lo acompañó a chequear los tiquetes, se aseguró de que el dependiente les reconfirmara las sillas asignadas, 15F y 15E, y se dirigió hacia el avión junto con Alberto Prieto.
Repentinamente, recordó haber olvidado algo en extremo importante, advirtió al 'suizo' que intentaría volver a tiempo o partir en el vuelo siguiente y, en todo caso, le encomendó la importante tarea de activar el swiche del maletín para grabar al otro pasajero. Luego, Memín retornó al counter, hizo chequear su tiquete con hora de salida en el vuelo siguiente y salió del terminal aéreo.
No lo sabía pero, en razón de que ya se había chequeado, su ausencia había retrasado el vuelo del HK-1803 por más tiempo del que normalmente estarían dispuestos a esperar el piloto, José Ignacio Ossa, y su copiloto. La auxiliar de vuelo repartía café y ahora se esforzaba en atender a los infortunados pasajeros: (...).
Auxiliar de vuelo: Para su comodidad se han designado las filas 1 a la 19 para no fumadores y de la 20 en adelante para fumadores.
Auxiliar de vuelo: ¿Les provoca El Tiempo, El Espectador o qué? (...)


DESPEGUE Y FINAL
Torre de control: Afirmativo (...) Avianca 1803. Está 11:28, L6-24... Autorizado a despegar. Viento calma. Prolongue hasta el marcador Romeo.
Copiloto: Enterado. Calma. Autorizado y prolongue hasta Romeo.
Copiloto: Salidas. Avianca 1803. Techo a través de 10.500. 7:14:15.
Torre: 1803 llame Girardot 2,20.
Copiloto: Enterado. Llamaré Girardot 2,20.
Copiloto: ¿Ponemos Girardot en el número 1?
Piloto: Bueno.
Todo lo que vieron los únicos testigos en el municipio anexo de Soacha fue una explosión pequeña y luego otra mayor y finalmente una bola de fuego que se precipitaba a tierra como si se tratase de un rompecabezas salido del mismo infierno. (...).