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| Foto: Diana Rey

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Policía desalojó la Plaza de Bolívar antes que los manifestantes la llenaran por segunda vez

Sin importar la lluvia y el ambiente de nerviosismo, miles de bogotanos acudieron al punto clave del centro de la capital con cacerolas y banderas, pero las autoridades los expulsaron a la fuerza antes de que la muchedumbre se hiciera incontrolable

22 de noviembre de 2019

Una auténtica estampida masiva se vivió en la Plaza de Bolívar este viernes. Entre cuatro mil y cinco mil personas estaban concentradas allí, haciendo retumbar sus cacerolas y gritando arengas en contra del gobierno, cuando la Policía Antidisturbios decidió lanzar gases y obligar al desalojo. Los manifestantes se habían citado allí empleando las redes sociales y quería volver a llenar la plaza en la segunda jornada de protesta. Pero las autoridades, considerando los desmanes que ayer se presentaron luego de la aglomeración pacífica, decidieron expulsar la muchedumbre antes de que esta aumentara. La Plaza de Bolívar, colmada, puede concentrar unas 35 mil personas.

Esa cantidad de personas reunidas en el punto neurálgico de la capital en un momento de alta tensión definitivamente preocupó a las autoridades. La arremetida de la fuerza pública generó ríos de personas alejándose por la carrera séptima y la octava. "La gente estaba reunida, manifestándose con cantos, ollas y cacerolas. No había vandalismo, cuando de un momento a otro empezaron los gases lacrimónenos y las bombas aturdidoras por parte de la Policía. Ahora bloquearon todos los ingresos y la gente ya no puede acercarse a la plaza" le dijo a SEMANA Camilo Jaimes quien estaba en el lugar cuando se dio el desalojo. 

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El choque produjo escenas críticas. Decenas de personas resultaron afectas al inhalaron los gases. Hubo gente golpeada y personas que cayeron al suelo en medio de la estampida colectiva. Incluso los equipos periódísticos que estaban cubriendo fueron afectados. Una vez se despejó la Plaza de Bolívar, patrullas de polícia motorizadas y escuadrones de antidistirbios se desplegaron por las calles aledañas a fin de disolver a la gente y preservar el orden.

Las calles del centro de Bogotá ayer fueron el escenario de confrontación entre vándalos y la Policía. El detonante se dio justamente en la Plaza de Bolívar pasadas las cuatro de la tarde cuando encapuchados arremetieron contra la fuerza pública que resguardaba el Palacio de Líevano, sede de la Alcaldía Distral, y que está en el marco occidental de la plaza. Los encapuchados se lanzaron feroces con piedras contra la Policía y llevaron a que el fin de la jornada, hasta ese momento pacífica, se tornara violenta.

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También el costado sur de la plaza fue escenario de violencia. Sobre esa calle que el Capitolio Nacional donde funciona el Congreso de la República. En un momento los manifestantes trataron de superar la reja e ingresar a este edificio. Sin embargo, de inmediato fueron repelidos por la Policía. Para ese momento la barricada que las autoridades había puesto en el centro de la plaza, para proteger la estatua de Simón Bolívar, ya había sido aliminada por los encapuchados. Así que el emblemático monumento al Libertador también fue víctima de los vándalos.

Esa chispa de violencia que se generó el jueves en la Plaza central del país se regó por varios puntos de la ciudad y con altibajos se ha mantendio un día después. Por todo ello, las autoridades consideron que había que disolver la concentración que se empezaba a dar este viernes.

Hasta ahora las autoridades están evaluando la magnitud de los daños ocasionados por grupos de vándalos en el centro de Bogotá. Decenas de establecimientos de comercio así como entidades bancarias, Transmilenio y entidades del estado, fueron los principales afectados. Una de las entidades impactadas fue la Procuraduría General de la Nación, que irónicamente es la que representa a los ciudadanos. Su sede, ubicada a pocas cuadras de la Plaza de Bolívar, fue también afectada.

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La fachada de este edificio y algunas oficinas exteriores fueron atacadas por los vándalos. Este viernes el Procurador Fernando Carrillo reunió a todos los empleados de la entidad, les dio una voz de aliento y le hizo un homenaje al personal de seguridad que se encontraba allí en el momento en el que la edificación fue atacada.

Algo similar ocurrio en la sede de la Alcaldía, en el costado occidental de la plaza. Los empleados del distrito que laboran allí este viernes acordonaron el Palacio de Líevano y relizaron un "abrazatón" como acto simbólico de rechazo por los disturbios de la noche anterior. Las imágenes fueron conmovedoras y dieron vuelo a que en otras ciudades del país los empleados públicos replicaron el gesto.