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Luis Carlos Vélez y Feliciano Valencia
Entrevista de Luis Carlos Vélez a Feliciano Valencia, senador y líder del Cric. | Foto: Semana

La entrevista, Por Luis Carlos Vélez

“¿Qué pasa con la inoperancia de la fuerza pública?”: Feliciano Valencia, líder del CRIC

El senador Feliciano Valencia, líder del Cric, asegura que la minga indígena en Bogotá fue un éxito y niega que el retorno a su tierra haya sido precipitado. Hace duras observaciones sobre la presencia de las Fuerzas Armadas en su región.

Luis Carlos Vélez
24 de octubre de 2020

Luis Carlos Vélez: ¿Cuál es su balance de la minga indígena?

Feliciano Valencia: Para mí fue todo un éxito. Estamos muy contentos porque la comunidad bogotana nos acogió muy bien. Las marchas se realizaron de manera pacífica, sin ningún acto de violencia. Toda la minga estuvo muy bien atendida. Es un éxito total respecto a los dos objetivos que teníamos planteados.

L.C.V.: ¿Cuáles eran esos dos objetivos?

F.V.: El primer objetivo era el debate con el señor presidente de la República. Como esto no se pudo hacer, la minga optó por un juicio político. El segundo objetivo era hablarle al país, hablarle a los bogotanos; a Ibagué, a Cajamarca, a Fusagasugá. En fin, hablarle a la gente. Nosotros íbamos a eso, a decir aquí estamos los pueblos victimizados, pero dispuestos a seguir resistiendo. Por eso el balance es muy positivo.

L.C.V.: Algunos esperaban que se demoraran más tiempo. ¿Anticiparon su salida de Bogotá?

F.V.: De ninguna manera. La minga, desde que salió de Montería, tenía claro que se citaba en Montería al presidente y, si no iba, salíamos a Cali. Si el presidente no iba a Cali, salíamos para Bogotá a hacerle el debate el lunes pasado. Ese era el tiempo y la agenda de la minga. Ya en Bogotá, nos invitaron los del comité nacional de paro a que los acompañáramos y apoyáramos el 21. La minga entonces decidió quedarse hasta el 21, pero nuestra agenda estaba agotada el 19 de octubre. Por eso inmediatamente se terminó la jornada del paro, regresamos a las regiones.

L.C.V.: ¿Cómo recibieron las críticas frente al manejo de la covid?

F.V.: Las recibimos como estigmatización. Dentro de la minga se creó toda una estrategia de autoprotección para garantizar la bioseguridad en la pandemia. Cada minguero llevaba su kit con tapabocas, guantes, plantas medicinales. Cuando estuvimos en Cali, coordinamos que todas las tardes pasara la Secretaría de Salud asperjando con ozono las carpas para desinfección de cualquier bacteria. Ese operativo se hizo en todas las ciudades, y en Bogotá hicimos un pacto para garantizar la bioseguridad, que fortalecimos con nuestras medicinas ancestrales. Hubo un asedio de helicópteros mañana y noche con megáfonos advirtiéndole a la gente que viene de zonas de bombardeos, de conflictos, de enfrentamientos, que había que usar las medidas de seguridad. Eso asustó a los niños y a las mujeres.

L.C.V.: ¿Tuvo algo que ver su decisión de regresar con que el alto comisionado para la paz haya viajado al Cauca mientras ustedes estaban en Bogotá?

F.V.: De ninguna manera. El doctor Ceballos seguramente iba a cumplir una agenda particular o una agenda programada de manera previa. Pero no obedecía a ningún acercamiento o conversación en el marco de la minga. Por eso se rechazó y se le pidió que lo aclarara, por la confusión ante la opinión pública.

L.C.V.: Otro suceso que ocurrió en el marco de la protesta fue la destrucción de varios campamentos de narcotráfico en el Cauca. ¿Eso estuvo relacionado de alguna manera con el retorno de la minga?

F.V.: Esto fue una acción del Gobierno nacional para distraer a la minga; para decir que sí se estaba cumpliendo. Así como los ministros salieron a decir que sí se estaban cumpliendo los acuerdos del año pasado. Fueron acciones desesperadas del Gobierno para decirle a la opinión pública, para hacerle creer a los ciudadanos, que sí estaban cumpliendo.

L.C.V.: ¿Qué quiere decir usted cuando dice que fue una acción desesperada del Gobierno?

F.V.: La minga venía cuestionando el tema de la matanza en el suroccidente colombiano; venía cuestionando la fracasada política de seguridad de este Gobierno, la presencia de un numeroso personal militar en esa región del país, pero las muy pocas acciones en contra de las estructuras criminales del narcotráfico y la minería ilegal. Incluso ese era uno de los planteamientos que tenía la minga para el debate con el señor presidente. Nosotros consideramos que, con el fin de adelantarse a ese debate, el Gobierno se accionó para tomarlo como un destructor. Pero, por el lado positivo, nuestra presión llevó al Gobierno a demostrar algo de efectividad.

L.C.V.: Entonces, ¿consideran que ese ataque a los campamentos de narcotráfico en la zona fue positivo?

F.V.: Eso lo tiene que hacer la fuerza pública porque el Ministerio de Defensa y antinarcóticos saben en dónde están los laboratorios, saben en dónde están los cultivos de uso ilícito y saben cómo operan los narcotraficantes. Estaban en mora de dar estos golpes a esos grupos que están masacrando a nuestra población en el suroccidente.

L.C.V.: ¿Por qué cree que no lo habían hecho antes?

F.V.: Eso lo tendría que responder la fuerza pública y los militares. La minga sí venía cuestionando esa situación. ¿Por qué, si hay presencia militar robusta, fuerte, con presupuesto y con inteligencia, les están ganando la batalla las estructuras criminales y el narcotráfico? Ese era uno de los cuestionamientos fuertes de la minga, y por eso creemos que ocurre cuando salimos nosotros a cuestionarlo.

L.C.V.: ¿Por qué el Estado no actúa de esa manera todo el tiempo?

F.V.: Si hay inteligencia militar, tecnología, fuerza pública en el territorio en donde están los cultivos de uso ilícito, donde actúa el narcotráfico, ¿por qué estas estructuras entran y asesinan a las personas?, ¿por qué entran los precursores para la fabricación de alcaloide?, ¿por qué se fabrican armas?, ¿por qué sale de nuevo el alcaloide para el mercado? Y mientras eso ocurre, no pasa nada con la fuerza pública. Esos son cuestionamientos que no solo ahora estamos haciendo, sino que los hemos hecho desde hace tiempo. ¿Qué pasa con las fuerzas del Estado que saben de la matanza, la minería ilegal y el narcotráfico en el Cauca, pero no actúan? La política de seguridad o no está funcionando, o no quiere funcionar en los territorios.

L.C.V.: ¿Hay complicidad entre el narcotráfico y las Fuerzas Armadas de Colombia?

F.V.: El Consejo Regional Indígena del Cauca y sus autoridades le han hecho unas preguntas al Gobierno nacional. Y son, en resumen, ¿qué pasa con la inoperancia de la fuerza pública? Incluso, se han atrevido a plantear la depuración de la fuerza pública, la rotación periódica de los mandos y las tropas de la fuerza pública ubicada en el departamento del Cauca. Porque para nosotros resulta raro y muy preocupante que con tantos militares en nuestra región, las estructuras criminales avancen, anden como Pedro por su casa; los cultivos de uso ilícito crezcan de manera exponencial, y el narcotráfico se haga sin inconvenientes. Es la guardia indígena la que prácticamente está haciendo un ejercicio de control frente a este problema en las regiones. Y por eso están matando guardias indígenas; dirigentes y autoridades indígenas; nos llueven amenazas, sobran panfletos. Porque nos ha tocado a nosotros operar en el marco de la autonomía indígena.

L.C.V.: En otras palabras, usted está afirmando que el narcotráfico en el Cauca se debe a que las fuerzas militares no quieren actuar en la zona…

F.V.: Para nosotros es muy preocupante que haya tanta fuerza pública y no pase nada con las estructuras criminales, el narcotráfico y la minería en la región. Esa es una pregunta que nos genera preocupación y que el Gobierno no ha podido responder.

L.C.V.: Uno de los elementos que más se aplaudió en esta minga es que no se dejó manipular por políticos. ¿Cómo lograron blindarla?

F.V.: Cuando preparamos la desde hace un año, porque una minga no se hace en meses ni semanas, salió hacer un planteamiento político ante los graves problemas de la matanza, el reconocimiento de los derechos ancestrales de los pueblos indígenas, el abandono estatal, el aumento de la pobreza. Estos temas se hablaron con el Gobierno hace un año, y por más que el Gobierno trató de demostrar que se ha cumplido con la minga desde hace un año, no nos quiso responder a los planteamientos estructurales. Era claro que el debate era con el presidente, porque los ministros no han podido responder a nuestras preguntas. Era claro que le íbamos a hablar al país para dar a conocer la tragedia que estamos viviendo. Estábamos tan claros con la minga que no necesitábamos a dirigentes políticos. Ese fue el éxito de la minga y agradecimos el respaldo ante la opinión, pero no permitimos que políticos desvirtuaran el horizonte de la minga.

L.C.V.: ¿Cómo van los procesos de reivindicación con el Gobierno?

F.V.: Marchando. Con el Gobierno hace un año se creó el Decreto 1811. Se inyectaron 723.000 millones de pesos para tres organizaciones indígenas, para el Cric Cauca, y regiones Caldas y Huila. También para el sector campesino. De eso se ha venido ejecutando al menos el 40 por ciento. Esos recursos ya debieron haber sido ejecutados, porque se pactó hace un año para ejecución en seis meses. Llevamos un año y no se han ejecutado. En el Plan Nacional de Desarrollo, el Gobierno prometió 9 billones de pesos para los 115 pueblos indígenas que existimos en Colombia, pero hasta ahora no se ha ejecutado el primer peso porque no se han determinado los tratadores presupuestales. Esto es mucho anuncio, pero poca ejecución.

L.C.V.: ¿Qué político de los que tiene pinta presidencial representa más los derechos de los indígenas?

F.V.: El sector alternativo tiene alrededor de 12 precandidatos. Tiene mucha simpatía al interior del movimiento social el senador Gustavo Petro. Pero en este tema electoral hay muchas tensiones, una pugna que se ha presentado en el contexto nacional político electoral. La minga y los pueblos indígenas estamos atentos para tomar una decisión colectiva. No son decisiones de personas. De manera consultiva, participativa, como minga tomaremos las decisiones. En este caso, el afán de los pueblos no son afanes electorales, sino saber cómo evitamos que nos sigan masacrando en las regiones.