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Silencio de muerte

La familia da por muerto a Alfonso Ospina y los secuestradores no se pronuncian.

4 de septiembre de 1989

No sólo por intuiciones sino por experiencias personales, la familia está segura: Alfonso Ospina está muerto. Para llegar a esa certeza fue que la semana pasada, de modo inusitado,pues hacía meses no se hablaba del tema, los periódicos informaron sobre la posibilidad del asesinato .
La noticia era la última carta que se jugaban los desesperados familiares y los negociadores del secuestro. Con ella buscaban que quienes lo tuvieran salieran a rectificar, pero, al parecer, no hubo reacción alguna y por eso existe la convicción del desenlace fatal.
Ospina Ospina, ex secretario de la Presidencia, senador por Antioquia y concejal de Medellín, fue secuestrado el 15 de noviembre pasado. Su carro fue encontrado dos días después en una carretera vieja del oriente de Medellín y desde entonces comenzaron las negociaciones para su libertad.
Aunque en un comienzo se comentaba en altos círculos que el secuestro había sido entre el ELN y el EPL "en llave", ni entonces ni ahora existen claves para llegar a la seguridad de quién fue. Por aquel primer rumor, se situaba el cautiverio en el Alto Sinú de donde habría llegado testimonio grabado del senador. Pero, como suele ocurrir en caso de secuestros tampoco esta versión ni pudo ni tal vez nunca podrá ser confirmada.
El "abanico" de candidatos, sin embargo, se abrió a la delincuencia común y a las FARC. Sobre la posibilidad de que fuera este último grupo, se llegó incluso a asegurar que una coincidencia los había delatado: cuando cayeron las armas que venían de Portugal por la vía de Jamaica, la petición de plata a la familia Ospina se habría aumentado en un millón de dólares. Algunos suponen que ese dinero tenía como propósito enjugar parte de las pérdidas originadas en el golpe de Kingston. Pero todo esto no ha logrado salir del terreno de las especulaciones al de las certezas.
Lo que parece ser cierto es que por Ospina Ospina sí se pagaron sumas altas. El compromiso con los captores era entregar un dinero hace cerca de cuatro meses y, unos quince días después, la parte final a la presentación de pruebas de la supervivencia del secuestrado. Pero, tras el primer contado, se perdió todo contacto con el grupo de secuestradores.
COINCIDENCIA FAMILIAR
La experiencia personal de la familia Ospina en casos de secuestros es amplia y dramática. En agosto de 1983, en Urabá, fue secuestrado Eduardo Ospina, primo hermano del senador. Fue, también, un proceso largo con los secuestradores, al parecer de las FARC. Se supo que se pagó un dinero alto, pero Eduardo Ospina nunca apareció ni vivo ni muerto.
Lo que se teme al interior de la familia es precisamente eso: que Alfonso Ospina se convierta en otro Eduardo, con todo el dolor que esta situación desprende, con toda la incertidumbre que esto supone. Pero ahora, en la impotencia, se sabe que ya la última carta (la de la información de su muerte) está echada. Y perdida.