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Gabriel Reyes de ‘RCN’, y Paulo Laserna, de ‘Caracol’, saben que la llegada de un tercer canal puede romper el negocio de la televisión en Colombia

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Tierra de gigantes

Los primeros avances de la licitación del tercer canal dejan ver que la batalla por este negocio será una pelea de grandes grupos económicos de Latinoamérica y España.

24 de noviembre de 2007

Aunque apenas los colombianos han visto los primeros avances de la telenovela que permitirá la entrada de un nuevo canal privado a sus hogares, todo parece indicar que los protagonistas, el dinero y los intereses que chocarán por quedarse con uno de los negocios más importantes del próximo año, lo convertirán en el mejor dramatizado de 2008.

Desde agosto pasado, el Ministerio de Comunicaciones y la Comisión Nacional de Televisión (Cntv) determinaron que para aumentar el pluralismo informativo y mejorar la oferta de entretenimiento, el gobierno iba a permitir la entrada del nuevo canal a partir de 2009, pero todavía faltan muchos capítulos y sorpresas antes de llegar al típico final en el que el galán se quede con la mejor del dramatizado.

La forma como se desarrolle esta historia tendrá importantes repercusiones en la televisión en los próximos 10 años, no sólo porque la llegada de un nuevo operador puede desequilibrar el sistema, tal y como ocurrió hace nueve años, cuando la entrada de RCN y Caracol acabó con el Canal A y dejó en precarias condiciones al Uno, sino porque definirá la suerte de los canales públicos y regionales.

El panorama se enreda al mirar que los recursos que tiene la Cntv se agotarán a comienzos de 2009, lo que necesariamente obliga a buscarlos a través de la renovación de las licencias y la entrada de un tercer canal, tal y como lo determinó un estudio realizado por Equity Investment que fue dado a conocer hace pocas semanas.

La Ley estableció que Señal Colombia, los 10 canales regionales, el mantenimiento de la red y de la nueva Radio Televisión de Colombia (Rtvc) que reemplazó a Inravisión, además del sostenimiento de la misma Comisión de Televisión se hiciera con los recursos que aportaban en gran medida los canales privados, que pagaron cada uno 95 millones de dólares y deben entregar el 1,5 por ciento de sus ingresos brutos de publicidad. El presupuesto de funcionamiento de todo este sistema para el próximo año es de 123.000 millones de pesos, pero los ingresos anuales sólo alcanzan para la mitad, lo que significa que la entidad tendrá que cubrir el faltante con los ahorros.

El análisis de Equity Investment plantea dos escenarios posibles para solucionar la falta de dinero. El primero es prorrogar por 10 años más las concesiones que tienen RCN y Caracol sin que entre un tercer canal. Esto le permitiría tener mayores ingresos, pues podría cobrar más por mantener el duopolio. La otra es permitir la entrada de un tercero, lo que significa que tanto la prórroga como la nueva concesión serán menores.

Para el tercer canal, en los últimos días la lista de las estrellas ya empezó a descollar.

Se sabe que el Grupo Planeta-El Tiempo, por un lado, y el Grupo Prisa, propietario de Caracol Radio, por otro, estarán en la disputa. Televisa, en unión con Telemundo, al que está a punto de comprar, están interesados, pero no se sabe aún si el hombre más rico del mundo, el mexicano Carlos Slim, quien logró quedarse este año con el control de buena parte de las empresas de televisión por cable del país, estará en este grupo o si pujará por su lado. Y como en las series colombianas no puede faltar un venezolano, la Organización Cisneros, propietaria de Venevisión, está empezando a hacer las primeras indagaciones. Para ellos, el negocio en Colombia no es nuevo, ya que fueron socios del canal Caracol, pero decidieron vender su participación hace un par de años. Y también está Ángel González, quien hoy controla unos 30 canales en Centro y Sur América y ha mostrado interés en entrar al negocio en Colombia.

Esto indica que, contrario a lo ocurrido hace años, la batalla no será entre grandes grupos económicos nacionales, sino de Iberoamérica que están buscando nuevos mercados o que quieren a través de la televisión garantizar el futuro de varios de sus negocios. Mientras para El Tiempo, Caracol y otros medios es indispensable contar con un canal privado para entrar en un medio que maneja el grueso de la audiencia y la publicidad del país, para Slim, por ejemplo, un tercer canal afianzaría sus inversiones en el país, que ya pueden superar los 4.000 millones de dólares.

Esta es la principal razón para que estos grupos, que saben que sin importar el número de canales privados siempre hay uno o dos canales que dominan la pauta y la audiencia, tal y como ocurre en América Latina, quieran entrar al negocio. Y ese es el nerviosismo de Caracol y RCN, que temen que en medio de una batalla de gigantes uno de los dos termine convertido en el tercer canal.

La Comisión acaba de tomar la decisión de contratar dos nuevos estudios para que acualicen el realizado por Equity y aporten nuevos elementos para la valoración final de las prórrogas y la nueva licencia, y a la vez ayude a establecer las condiciones del proceso. También contrató a Carlos Gustavo Arrieta para que agrupe toda la estructuración jurídica del proceso de licitación y de las condiciones bajo las cuales se negociarán las prorrogas de Caracol y RCN.

La primera discusión es si se debe permitir o no el registro de empresas que no tengan alguna experiencia en televisión. "Por ahora la inclinación es que dentro de los socios haya empresas con experiencia, que tengan un 'know how', y la otra es que tengan una capacidad económica muy alta, para que el canal no termine en un cazador", dijo el comisionado Juan Andrés Carreño.

Esto, porque para montar un nuevo canal se pueden necesitar unos 200 millones de dólares para arrancar, representados en el valor de la licencia, la inversión en red, infraestructura y la contratación del talento, entre otros.

Pero, además de las razones económicas, jurídicas y técnicas, se requiere mirar la realidad del mercado. Gabriel Reyes, presidente del canal RCN, dice que no hay suficiente pauta publicitaria que permita financiar la operación de este canal, pues mientras que en la mayoría de países la pauta corresponde al 1 por ciento del Producto Interna Bruto, en Colombia, a pesar del crecimiento de la economía de los últimos años, no ha podido superar el 0,5 por ciento. "La decisión innecesaria e inconveniente de permitir la entrada de un nuevo canal lo que hará será reducir los ingresos de los actuales canales, desmejorar la calidad, quitarles competencia y, ojalá no acabe con el trabajo de muchas personas y empresas que han contribuido a la consolidación de la televisión como industria nacional", dice Reyes.

Por su parte, Paulo Laserna, presidente del canal Caracol, no se opone a la entrada de un nuevo canal, siempre y cuando cumpla con las mismas condiciones y a todos se les exija lo mismo. "El tercer y hasta el cuarto canal privado ya existen. 'Citytv', que es un canal local, ya llega a todo el país a través de las empresas por cable, y un grupo de estas, a su vez, está a punto de convertirse en el otro canal privado de cubrimiento nacional. La diferencia es que éstas no pagaron una licencia millonaria, ni aportan un porcentaje de su publicidad".

Como el gobierno tomó la decisión política de permitir la entrada de un tercer canal para democratizar la información y la oferta televisiva, esa decisión tendrá un costo económico. Las licencias valdrán menos, y si a esto se suma la rápida penetración de la televisión por suscripción, cada día que pase seguirán perdiendo valor.

Aunque aún faltan muchas definiciones, es claro que las decisiones que tomen la Comisión y el gobierno deben ser acertadas. En medio no sólo está un negocio que factura más de 420 millones de dólares al año en publicidad y que llega a más del 95 por ciento de los hogares colombianos, sino la estabilidad de un sistema que es fundamental para el desarrollo de la cultura y la democracia del país.