Valle del Cauca
La vida de lideresa Lina Tabares está en riesgo: este era el plan para asesinarla por su testimonio en juicio de falsos positivos
La defensora de derechos humanos es testigo clave en el proceso contra varios militares del Batallón Pichincha.
Encuentra aquí lo último en Semana
La lideresa social de Jamundí, Lina Tabares, recibió nuevamente mensajes intimidatorios y amenazas de muerte por su ejercicio en defensa de los derechos humanos en ese municipio del sur del Valle del Cauca.
En esta ocasión, Tabares fue alertada de un plan para asesinarla antes de la audiencia del pasado 3 de septiembre en el juicio que se lleva a cabo contra varios militares por la muerte del comunero indígena Ómar Guasaquillo y el ataque armado contra Diego Alexis Vera el 5 de septiembre de 2019. Ambos fueron presentados como miembros de la columna disidente Jaime Martínez; sin embargo, las pruebas demostraron otra cosa.
Este caso fue catalogado como un falso positivo y una de los testigos clave es Lina Tabares, quien fue una de las primeras defensoras de derechos humanos que llegó al lugar y logró recopilar pruebas contundentes que desmentían la versión oficial del Ejército. Ante esto, la Fiscalía imputó a 39 militares, seis de ellos están tras las rejas y al menos tres altos oficiales no han podido ser ascendidos por este pendiente con la justicia ordinaria.
Con ese panorama, Lina ha recibido varias amenazas de muerte e, incluso, atentados con explosivos en su residencia. En el más reciente mensaje, un anónimo le manifestó -con detalles- que aquel 3 de septiembre se salvó al no asistir a la audiencia.
“Empezar por informarle que la decisión de no asistir a la audiencia de oralidad que se tenía programada para el 3 de septiembre del presente año, se convirtió en la decisión en la que usted sin querer, logró proteger su vida”, inicia el escrito. Luego, la presionan con frases intimidatorias: “Señora Margarita, apártese de este proceso, no asista a ninguna audiencia, no entregue evidencias probatorias nuevas, usted, señora Margarita es el objetivo principal y la testigo de mayor relevancia en este proceso”.
De igual manera le reiteran que por su juicioso trabajo en la defensa de los derechos humanos impidió el ascenso de oficiales. “Usted señora Margarita, con sus declaraciones, impidió que dos oficiales ascendieran. Esa operación ya estaba coordinada y iba a llevar al ascenso casi inmediato de dos altos oficiales de la Tercera Brigada y del Batallón Pichincha”.
“Ya usted señora Margarita hizo todo lo que estaba en sus manos, ya hay 6 militares privados de la libertad, ya todo el material probatorio está en poder de la Fiscalía General de la Nación, ya es que esta entidad se encargue de hacer lo propio. Señora Margarita el 3 de septiembre estaban personas listas esperando que usted saliera para la audiencia. Tenga presente vehículo tipo automóvil, un Chevrolet Corsa color gris humo, con los vidrios transparentes, que ha estado por su lugar de residencia”, dice la carta anónima enviada a la lideresa.
Posteriormente hace un recuento detallado de su lugar de residencia y sus movimientos diarios. Además, entrega descripción física de las personas destinadas a la tarea de acabar con su vida.
Sobre el caso:
Las secuelas de la madrugada del 5 de septiembre del 2019 aún son visibles en el cuerpo de Diego Alexis Vega. Su brazo derecho, que recibió un disparo de fusil por parte de Ejército, aún continúa sin movilidad. Luego de cinco cirugías no ha sido posible reconstruir el codo destruido completamente por el impacto del proyectil. A pesar de eso, reflexiona, poder contar el cuento es un milagro.
Esa noche prestaba sus servicios como guardia indígena en la finca La Quindiana, corregimiento Villa Colombia, zona rural de Jamundí, donde por esas fechas acechaban los ladrones. Lo acompañaba Omar Guasaquillo. Ambos ya habían realizado estas labores de vigilancia, así que todo era rutinario. Sin embargo, en uno de los recorridos fueron interceptados por una unidad del batallón de infantería Pichincha Número 8, adscrito a la Tercera Brigada del Ejército.
“Estábamos en la entrada de la finca cuando nos gritaron ‘alto’, e inmediatamente escuché la ráfaga”, cuenta Diego Alexis. Luego de ser impactado en el brazo, alcanzó a correr y lanzarse por un cafetal, mientras los soldados lo perseguían con disparos a matar. Por aquellas cosas del destino se salvó, pero su amigo, Omar, no. Murió baleado.