Una década después de la peor masacre, el Catatumbo recuerda

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Una década después de la peor masacre, el Catatumbo recuerda

La Diócesis de Tibú está desarrollando la campaña Mira al Catatumbo. Sus víctimas, un río de memoria y dignidad. En ella participan gentes que viven en las áreas urbana y rural de toda la región del Catatumbo, en Norte de Santander. La intención es recordar siempre a las víctimas de las masacres que cometieron paramilitares desde el 21 de agosto de 1999, que provocaron el desplazamiento de cientos de personas. En la foto, una misa en La Gabarra, como parte de la campaña.

Foto: Yohanna Guerrero, socióloga y fotógrafa aficionada /

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El 19 de agosto, personas de Bogotá, Bucaramanga, Aguachica, Barrancabermeja, Ocaña y el Catatumbo hicieron una peregrinación por los lugares donde los paramilitares han sembrado su terror. Hicieron estaciones en El Aserrío, El Paso, El Tarra y Filo Gringo, donde realizaron actos culturales y simbólicos como homenaje a las víctimas de tanta violencia.

Foto: Yohanna Guerrero, socióloga y fotógrafa aficionada /

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Cerca de 300 personas peregrinaron desde Filo Gringo hacia la Gabarra para recordar a los cientos de muertos y desplazados que ha dejado la violencia en la región del Catatumbo.

Foto: Yohanna Guerrero, socióloga y fotógrafa aficionada /

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La peregrinación fue un mensaje de esperanza y un llamado a la dignificación de la vida.

Foto: Yohanna Guerrero, socióloga y fotógrafa aficionada /

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En cada una de las estaciones de la peregrinación se celebraron misas por las víctimas.

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Una de las preocupaciones de la región es que es una zona con un alto nivel de minerales, lo que hace que las multinacionales que explotan por ejemplo el carbón comiencen a llegar a la zona. Ese es el caso de la empresa Tequendama, llegó hace poco.

Foto: Yohanna Guerrero, socióloga y fotógrafa aficionada /

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Al río Catatumbo también le dicen Rayo de Trueno. “Durante el recorrido son muchas sensaciones las que florecen conjugadas con una belleza incalculable en biodiversidad pero también con un nudo en la garganta de imaginar y recordar todos los secretos que en sus profundidades aún guarda”, dice la socióloga y fotógrafa aficionada Yohanna Guerrero.

Foto: Yohanna Guerrero, socióloga y fotógrafa aficionada /

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La extracción de carbón en Catatumbo empieza a traer consecuencias ambientales para el río. El alquitrán es un residuo negro y pegajoso compuesto por miles de sustancias químicas, algunas de las cuales se consideran carcinogénicas o están clasificadas como residuos tóxicos.

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Esta iglesia, que parece abandonada, es parte de la memoria de la violencia en el Catatumbo.

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La zona del Catatumbo es rica en fuentes hídricas. Como parte del foro realizado en La Gabarra, el tema del agua fue uno de los principales debido a que al empezar a ser considerada como oro azul, es previsto como otro punto de llegada de las multinacionales a la zona.

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Este puente fue dinamitado por los paramilitares y dejaron incomunicado a Filogringo. Fue reconstruido posteriormente por la comunidad.

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Una habitante en su cotidianidad va por una de las paredes selladas por los grupos al margen de la ley en la región del Catatumbo. Imagen muy frecuente.

Foto: Yohanna Guerrero, socióloga y fotógrafa aficionada /

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Este puesto de control militar se encuentra dentro del pueblo de La Gabarra en medio de la calle principal, lo que viola uno de los principios del Derecho Internacional Humanitario, porque si lo atacan, pone en riesgo a la población.

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Rastros de la presencia paramilitar en la región. Marcas como éstas se encuentran durante todo el recorrido.

Foto: Yohanna Guerrero, socióloga y fotógrafa aficionada /

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En esta fotografía, una mujer realiza los quehaceres hogareños conviviendo con los rastros de la presencia guerrillera en la región.

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Un anciano pasa por la Galería de la memoria instalada en La Gabarra. Esta galería es producto del trabajo de recuperación de la memoria histórica desarrollado por las comunidades de La Gabarra, Tibú, Filogringo y el Tarra entre marzo de 2007 y agosto de 2008 con el acompañamiento de Minga.

Foto: Yohanna Guerrero, socióloga y fotógrafa aficionada /

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