Home

Noticias

Artículo

columna del lector

Los mercaderes del dolor

José Mosquera, lector de SEMANA.COM, dice que algunas ONG que se anuncian como defensoras de los derechos de los desplazados en realidad se aprovechan de sus defendidos.

José E. Mosquera
12 de febrero de 2006

Desde hace más de un año me he dado a la tarea de averiguar en diversas dependencias del Estado sobre el número y la naturaleza de las ONG que trabajan como acompañantes de los procesos de desplazamientos campesinos. En quince meses de pesquisas he constatado que ni en el Ministerio del Interior y de Justicia, ni en los departamentos, existen estadísticas confiables sobre las diversas organizaciones nacionales y extranjeras que trabajan en beneficio de las causas de los desplazados en el país. Sin embargo, lo que sí he verificado con certeza es que un buen número de organizaciones que se dicen llamar "sin ánimo de lucro" se han auto nombrado voceras de los campesinos y desarraigados. Y, en nombre de ellos, se han dedicado a emitir señalamientos que en la mayoría de los casos son producto de las convicciones políticas y de los intereses económicos de sus miembros; pero que realmente no representan los intereses de los campesinos. Mis indagaciones se han orientado específicamente a conocer detalles sobre las quejas que formulan los campesinos acerca del trabajo y el manejo de los recursos que reciben las ONG que acompañan los procesos de desplazamientos y retorno en las comunidades del Atrato y el Urabá chocoano. Así he podido conocer diversos puntos de vista de los campesinos sobre el papel de estas organizaciones y formarme una idea clara: detrás de todos los procesos de acompañamiento se esconden marcados intereses económicos y de adoctrinamiento ideológicos. Sistemáticamente estas ONG se han dedicado a manipular políticamente e ideológicamente a los campesinos con el firme propósito de sacar provecho del sufrimiento y la ignorancia de las personas que mantienen en las comunidades de paz pero que no son más que una especie de cautiverios colectivos. Ese es otro resultado de mis averiguaciones. Los propios labriegos han denunciados atropellos por parte de los miembros de estas organizaciones. Desgraciadamente sus denuncias no han encontrado respuestas en las organizaciones defensoras de los derechos humanos. Lo que más llama la atención en las declaraciones de los campesinos, es que las organizaciones defensoras de derechos humanos han guardado un profundo silencio y no se han pronunciado con la misma vehemencia y demagogia que lo hacen cuando se trata de acusar al Estado. En este caso, no han hecho los acostumbrados show publicitarios internacionales. En efecto, un grupo de campesinos concientes de la delicada situación crearon su propia organización de asistencia humanitaria, y a través de la Fundación Retorno han declarado: "Las ONG se han dedicado a escoger líderes manipulables que se han convertidos en factores de polarización y división entre los campesinos, y lo más absurdo, con imposiciones de normas de convivencias ajenas a las costumbres de las comunidades". A raíz de estos señalamientos, estas organizaciones están en el ojo del huracán. Los campesinos dicen: "Desde hace seis años las ONG no han hecho otra cosa que negociar con el dolor y el sufrimiento de los desplazados". Y agregan que "la mayoría de los recursos destinados por el gobierno nacional y los gobiernos e instituciones extranjeras se han quedado en los bolsillo de quienes decían apoyar a los desplazados. No son más que descarados mercaderes del dolor". Las acusaciones de los campesinos van más allá de las simples sindicaciones sobre las pérdidas de dineros, cuando aseguran que "se siguen cometiendo actos que dejan mucho que pensar sobre la concepción de las comunidades de paz". La directora de Fundación Retorno, Johanna Cabeza Arias, tuvo que abandonar el país por las amenazas de muerte que recibió, tras denunciar la perdida de más de mil millones de pesos destinados a la construcciones de viviendas en las comunidades de paz de la 'Esperanza en Dios' y la 'Nueva Vida' y otras partidas que no sabe a donde fueron a parar.