NUESTRO VICEPRESIDENTE.

Semana
30 de julio de 2012

La vicepresidencia es una figura que nuestra Constitución contempla para que en caso de una ausencia, temporal o definitiva, del presidente de turno la jefatura del Estado y del Gobierno no queden acéfalas y la continuidad institucional de la nación se desarrolle sin traumatismos. Este reemplazo tiene una duración que la gradúa la misma Constitución de acuerdo con las circunstancias de tiempo del periodo presidencial en el que ocurren los hechos que motiven el reemplazo del presidente.

 

El presidente y el vicepresidente se eligen en el mismo tarjetón, lo que indica la unidad o comunión que debe existir entre estos con el programa de gobierno que presentan a los ciudadanos en la campaña política. Claro está que quién más pesa en esta fórmula es el candidato a presidente, ya que quien resultase electo como tal asume la jefatura del Estado.

 

En esencia la vicepresidencia corresponde a un diseño constitucional que garantiza la estabilidad y la armonía institucional del Estado, algo que nuestro Angelino por varias razones no ha podido comprender. Primero, ha confundido la aritmética electoral; no ha podido entender que los votos que eligieron a Santos como presidente en su mayor proporción provinieron de la infraestructura política del candidato y de los que arrastró de la opinión pública, el aporte de Angelino no lo puedo cuantificar en este momento pero invitaría a realizar un ejercicio teórico  de colocarlo como candidato a presidente en las pasadas elecciones y, con todo respeto por el vicepresidente, podría asegurar que hubiese quedado detrás y lejos de Mockus.  Segundo, debe entender que el vicepresidente no tiene funciones, salvo las que le pueda determinar el presidente y por lo tanto lo subordina a su autoridad; la vicepresidencia se puede asemejar al soldado de la reserva: se coloca de nuevo el uniforme cuando las necesidades urgentes de la patria lo demanden. Tercero, como su función es la de garantizar una continuidad institucional armónica, y en el sentido en el que los ciudadanos electoralmente se manifestaron, cualquier controversia que pueda tener al interior del gobierno, en la que crea que deba intervenir, debe quedar allí zanjada ya que hace parte del mismo y no puede ser fuente de oposición. Y cuarto, debe entender que el hecho de tener una agenda política propia no lo habilita para desarrollarla desde su cargo y más si esta no corresponde a la del gobierno al que pertenece; entonces, sí en su fuero interno cree que prima más su interés político lo más prudente, para salvar la institucionalidad del país y la credibilidad internacional en ella,  es que renuncie y salga a hacer política como ciudadano así sea en contra del gobierno - el antecedente de una solución al conflicto entre presidente y vicepresidente en Colombia se dio en el mandato de Ernesto Samper cuando el vicepresidente De la Calle, a raíz del proceso 8000, se enfrentó al primero exigiéndole la renuncia y ante la inutilidad de su perdido optó por renunciar a su investidura y engrosar las filas de la oposición política al gobierno de entonces-.

 

En países desarrollados donde esta figura constitucional existe no es común ver una actitud como la que nuestro vicepresidente desarrolla o pretende emprender con la iniciativa epistolar periódica a los colombianos. Si miramos el sistema político estadunidense no es fácil encontrar en los tiempos modernos controversias institucionales como las que aquí se están planteando; aún cuando el presidente y vicepresidente fuesen figuras estelares de la política como en su momento lo fueron Bill Clinton y Al Gore, respectivamente en sus cargos, siempre el segundo supo cumplir con su papel constitucional con el profesionalismo que se esperaba de él. Claro está, algo va de nuestro tropical Parque Washington, en la bella Barranquilla, a Washington D.C. (a pesar de los defectos que también allí se cocinen).

 

Nuestro Angelino, en su tránsito por la feria de las vanidades, se ha dejado manosear sin atender que quien lo ha hecho tiene, como dicen las señoras, una “mala mano”, solo hay que ver algunos ejemplos de “beneficiarios” de sus palmaditas en la cárcel o prófugos de la justicia; por lo tanto, debería tener cuidado de invitaciones que atenten contra la institucionalidad, así en principio le traigan réditos políticos sin saber lo qué le pude deparar el cruel destino posteriormente. Siempre debemos entender que la relativa importancia que las personas podamos tener se la debemos a los cargos que podamos ostentar, la verdadera grandeza de los hombres está reservada para pocos que pueden trascender a los avatares del tiempo y a los caprichos del destino.

 

En estos días la ciudadanía ha puesto en duda las habilidades y destrezas en materia de lectura de nuestros políticos. Angelino: para entender el papel que la Constitución le designa a su cargo solo se debe leer media página. ¡Imposible que no se pueda!   

 

Finalmente, no debemos olvidar que los males sociales que podamos padecer no se los podemos achacar a las Instituciones sino a los políticos que elegimos para que las ocupen. Lección que ojalá tengamos en cuenta en las próximas justas electorales.

 

Añadiduras:

 

Para que quede claro que la idea de la convocatoria a una Asamblea Constituyente es cosa de locos, basta ver que el debate mediático que se generó fue sobre la salud mental del vicepresidente por su presunto apoyo al desproporcionado proyecto.

 

El género humano recibe visitas de Mesías (sobre decir que verdaderos) en intervalos de cientos o miles de años, pero en Colombia estamos muy de buenas. Londoño, después del atentado, parece que recibió la visita de la Virgen para anunciarle que estaba para cosas grandes (¿Cuáles?), ahora falta que Angelino diga que recibió en su lecho una visita angelical que le anunció lo mismo y sea la fuente de inspiración de su próxima actividad epistolar (ojalá no sean Cartas a los Adefesios). Entonces estos, unidos al mesías que sigue Godofredo Cínico Caspa, pueden estar en trance de anunciar una revolución espiritual a nuestro sufrido y pecaminoso País.