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Jon Lee Anderson | Foto: Archivo SEMANA

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“Hoy, la inseguridad pública y la corrupción son los rasgos de mayor preocupación para cualquier latinoamericano, incluso en su pensamiento político”: Jon Lee Anderson

En entrevista con el diario ‘La Nación’ de Argentina, el reconocido periodista Jon Lee Anderson analizó el presente y el futuro de América Latina.

10 de enero de 2021

Para Jon Lee Anderson estamos ante una crisis existencial. “Si América Latina ya estaba bastante complicada por la pobreza, la inseguridad, la corrupción, imagínate cómo será con muchos millones más en la calle”, le dijo al periódico argentino.

La pandemia ha desgastado a las poblaciones y ha exacerbado los problemas que ya venía enfrentando el continente: pobreza, corrupción, narcotráfico y la debilidad de algunas democracias.

Anderson aplaude las nuevas voces y perspectivas que con la pandemia han saltado a la arena pública: “Los periódicos están llenos de planteamientos de filósofos, de urbanistas, de cocineros, de deportistas y de otra gente que propone que aprovechemos este periplo para entendernos mejor”.

Pero opina que es prematuro afirmar –como están haciendo muchos– que el mundo ya no va a ser el mismo que antes y que la humanidad ha cambiado.

En su análisis, el norteamericano toca varios puntos. Habla de la crisis de la democracia, de los problemas políticos y sociales que posiblemente se desatarán debido a la crisis económica que generó la pandemia, de los nuevos movimientos de los ciudadanos que están saliendo a las calles a expresar su inconformidad y de la remilitarización de América Latina. He aquí lo que dijo:

Sobre la crisis de la democracia

“La pandemia ha tenido la exquisitez de revelarnos las verdades de cada país y de cada líder”.

Según Anderson, en circunstancias normales es más fácil encubrir las tendencias autoritarias de algunos líderes. Pero con la pandemia salieron a relucir esas idiosincrasias de líderes de países supuestamente democráticos. “Estoy pensando en Donald Trump, en Boris Johnson, en Jair Bolsonaro o en Nayib Bukele, en El Salvador. Son como los “terraplanistas”. Niegan la ciencia y solo se ocupan de sí mismos”.

Con la pandemia se destapó la fragilidad de la democracia, que ya venía debilitándose por el creciente populismo.

Si bien la victoria de Biden en los Estados Unidos es motivo de esperanza, no hay que olvidar que 75 millones de personas votaron por Trump, advierte el periodista. “¿Volverá toda esa gente a sus cuevas o de alguna forma u otra seguirán en el escenario, debilitando el proceso democrático norteamericano y, por ende, afectando la vida y el futuro de millones de latinoamericanos que están ligados a Estados Unidos? –se pregunta–.

Corrupción, narcotráfico y violencia

La crisis económica ocasionada por la pandemia ha exacerbado los problemas que ya venía enfrentando el continente: violencia, narcotráfico, seguridad pública, corrupción...

Con las cifras de desempleo y de violencia creciendo, y la sensación de desamparo a flor de piel, los ciudadanos son más susceptibles de dejarse encantar por “los cantos de sirena de oportunistas políticos, de charlatanes o, incluso, de movimientos extremistas”.

¿Volverá el continente a militarizarse?

En la entrevista, Anderson parece insinuar que lo que él llama “la crisis existencial” que enfrenta América Latina, podría llevar a que el continente vuelva a militarizarse: “Si hace 30 años vimos el retorno o en algunos casos la aparición de la democracia por primera vez en la región, también vimos el regreso de los militares a sus cuarteles. Pero durante los últimos años hemos visto su reaparición en el escenario público en lugares donde antes no ocurría, como en México. O incluso en su afincamiento y su fortalecimiento, de manera muy pública, en países en donde no eran un factor tan preponderante, como en Brasil, además de toda Centroamérica, con dos excepciones: Costa Rica y Panamá”.

Dada la historia de los gobiernos militares de la región, la afirmación de Anderson asusta.

Un nuevo fenómeno ciudadano

“De la misma manera en que estos populistas han sabido manipular las redes sociales para llegar al poder, también han servido para expresar nuevas inquietudes, tanto en América Latina como en Líbano o en Hong Kong. Vimos cómo los jóvenes, organizándose en las redes, se levantaron en protestas cívicas contra el poder o el statu quo. En Ecuador, en Colombia, en Chile, ¡donde tú quieras!”.

Las recientes manifestaciones de los ciudadanos muestran la frustración y la inquietud de la juventud. Pero estas protestas –a diferencia de las de los insurgentes de los 60– no buscan conquistar el poder.

Eso no quiere decir que no vayan a tener un impacto en la sociedad. Dice Anderson que esos movimientos volverán a ser un factor cuando América Latina esté planteándose el “interrogante existencial en torno a la capacidad de la democracia para enfrentar todos estos males”, porque sus reclamos no han sido atendidos.

Y añade: “Creo que vamos a presenciar nuevos estallidos, nuevos planteamientos políticos y, sin ponerle una etiqueta todavía, que ya estamos en una nueva era que definitivamente no es la Guerra Fría, ni la posguerra fría. Es algo nuevo. Estamos en el umbral de una nueva era, con un mundo que empieza a moverse por bloques. Eso también será un gran desafío que tendremos por delante, con China frente a Occidente. En fin.

Las preguntas que deberíamos formularnos

Finalizando la entrevista, el periodista de La Nación le preguntó a Anderson cuáles eran los interrogantes que debían plantearse los ciudadanos para poder afrontar las problemáticas sociales, políticas y económicas del momento.

El norteamericano le respondió: “¿Cómo podemos asegurar que nuestras sociedades sean democráticas de verdad? ¿Cómo podemos asegurar que nuestras policías sean custodios de la paz y el orden cívico y no malandros al sueldo de políticos o de gánsteres a la sombra? ¿Cómo podemos asegurar que el Poder Judicial sea poblado por personas que se consideren servidores públicos y honestos? ¿Cómo logramos sociedades cívicas? ¿Qué es lo que nos ha eludido en la búsqueda de esas respuestas? Si no podemos tener democracia, si hay corrupción y falta Estado de Derecho en nuestras instituciones, ¿qué nos queda? ¿Cómo construimos democracia de verdad?”

Para Anderson, reflexionar sobre esas preguntas e imaginar posibles respuestas es el primer paso para comenzar a avanzar.

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