Guillermo Valencia Columna Semana

Opinión

¿Burbuja o convergencia tecnológica?

Los gobiernos están apostando por soberanía energética, producción local de chips y automatización industrial.

Guillermo Valencia
12 de noviembre de 2025

La palabra burbuja vuelve a dominar los titulares. Se repite en los cafés, en los podcasts, en los informes de mercado. Esta vez, el foco está en un triángulo curioso: OpenAI, Oracle y NVIDIA.

OpenAI invierte en Oracle, Oracle en NVIDIA, y NVIDIA, a su vez, sostiene el sueño de toda la revolución de la inteligencia artificial. Un círculo perfecto, un “yo-con-yo” corporativo que parece inflar valoraciones sin fin.

Y, como si fuera un ritual cíclico, Michael Burry, el mismo de The Big Short, vuelve a apostar en contra del mercado. La historia parece repetirse.

Pero… ¿De verdad estamos viviendo una burbuja? ¿O estamos midiendo el presente con las herramientas equivocadas?

Impacto económico estimado de las tecnologías de propósito general
Impacto económico estimado de las tecnologías de propósito general | Foto: Macrowise

La comparación fácil

El gráfico favorito de esta narrativa es el que compara a NVIDIA con Cisco en el año 2000.

Ambas con múltiplos altísimos, ambas impulsadas por una ola tecnológica, ambas convertidas en símbolos del exceso. Pero esa comparación olvida algo fundamental: NVIDIA no es Cisco.

Cisco fue la columna vertebral del internet, pero internet solo transformó la información. Hoy estamos frente a una revolución que no se limita a los bits: transforma la materia, la energía y la inteligencia al mismo tiempo. El cambio no está en una sola industria, sino en la convergencia de todas.

De los algoritmos a los átomos

A comienzos del siglo XX, el automóvil no fue simplemente un invento. Fue la fusión de tres revoluciones: la eléctrica, la química y la petrolera. El automóvil cambió cómo vivíamos, cómo nos movíamos, cómo se diseñaban las ciudades. Creó la economía del consumidor y moldeó el siglo industrial. Hoy vivimos un momento equivalente.

El nuevo “automóvil” es el robot —la mano de obra automatizada. Y, como entonces, distintas industrias convergen en una sola fuerza histórica: inteligencia artificial, semiconductores, electricidad y energía.

No son tendencias separadas: es una sola corriente tectónica que reconfigura la civilización productiva.

La nueva carrera espacial

Peter Thiel solía decir que en las últimas décadas solo innovamos en el mundo de los bits, no en el de los átomos. Que habíamos dejado de construir cosas que realmente transformaran la realidad física. Esa era de estancamiento parece haber terminado.

Estados Unidos y China están inmersos en una Guerra Fría tecnológica. Y, como en toda rivalidad existencial, surgen incentivos que recuerdan la era de la Nasa, el Proyecto Manhattan o DARPA.

El capital y el talento están siendo movilizados a una escala sin precedentes. Los gobiernos están apostando por soberanía energética, producción local de chips y automatización industrial. No es una burbuja especulativa: es una carrera civilizatoria.

La verdadera ilusión

Por eso, quizá el error no sea ver exuberancia donde no la hay, sino subestimar la intensidad del cambio. Las burbujas inflan precios, sí. Pero también inflan el futuro. Y esta vez, el futuro no se está escribiendo en una pantalla, sino en el silicio, la electricidad y la conciencia de las máquinas.

El riesgo no es la burbuja. Es no estar dentro del cambio.

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