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El mecanismo

En este país se escuchan las frases más extrañas del mundo. Hace poco, por ejemplo, oí decir: “Me consta que ese señor pidió una coima en un contrato pero, ¿cómo voy a denunciarlo, si fue el que me dio el puesto? Además, un pariente suyo está casado con una prima mía, de manera que me echaría en contra a toda la familia”.

Alonso Sánchez Baute, Alonso Sánchez Baute
24 de junio de 2018

Este es, de paso, el tipo de frases que escucharemos las próximas semanas, pues luego de la guerrilla y de los paramilitares, la gran enfermedad nacional se llama corrupción.

Si hay algo más absurdo que un país vote en contra de la corrupción es que haya gente haciendo campaña a favor de los corruptos, aunque no debería sorprendernos luego del triunfo del No a la paz. Hacen  campaña no más por sabotear, por anclar en el pasado la discusión nacional, por montar cortinas de humo para seguir ladroneando. Ni siquiera son creativos en los argumentos, siempre con las mismas pendejadas: el castrochavismo, la ideología de género, el rayo homosexualizador. El eterno discurso del odio que el país esperaba ver superado ahora que han vuelto al poder.

Hay en Netflix una serie que conviene ver por estos días. Se llama El mecanismo. Son solo ocho capítulos que fluyen la tarde de un domingo. Al final queda en el espectador una rara mezcla de sentimientos que van del dolor a la rabia y remiten a la pregunta ¿Cómo he podido ser tan ingenuo?

El mecanismo es una ficción sobre la Operación Lava Jato en Brasil, “la historia real de corrupción más grande de los últimos tiempos en América Latina, con más de 30 países involucrados, incluyendo jueces, empresarios, bancos de distintas naciones, la petrolera estatal brasileña Petrobras y la constructora Odebrecht”, un nombre, este último, que se vincula en el país con la supuesta entrada de dineros para las dos campañas presidenciales de Santos (es cierto que en 2010 el presidente era Álvaro Uribe, pero no hay que olvidar que se buscaban votos para Juan Manuel).

El mecanismo va más allá de este gran escándalo: descubre para el espectador el engranaje corrupto desde adentro, es decir, cómo la justicia, los políticos, los empresarios y los medios de comunicación confluyen en la causa común del ladroneo estatal. Nadie se salva aquí, ni la derecha ni la izquierda: si en Perú tumbó a Kuczynski, en Brasil se llevó a Dilma. ¿Y en Colombia? Aquí nunca pasa nada: ¡ni siquiera Prieto irá a la cárcel! Al final, como siempre, solo pagarán los más débiles de la cadena (“los tres guevones”, como dice Prieto en una grabación) con tal de que los mismos de arriba puedan seguir manipulando toda la cadena.

Ahora que Duque ha ganado oigo a muchos de sus seguidores recordar la mano dura con que ejerció Lee Kuan Yew el poder en Singapur. Ya que lo recuerdan tanto vale la pena recordarles que la clave del éxito de Singapur se debe a que empezó combatiendo la corrupción. De hecho su frase más famosa va justo en contravía de aquella con la que inicia esta columna: "Si quieres derrotar la corrupción debes estar listo para enviar a la cárcel a tus amigos y familiares”. ¿Es acaso este el verdadero miedo en Colombia de votar a favor de la consulta anticorrupción?

@sanchezbaute

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