
Opinión
Donald Trump y Venezuela 2020-2025
Presidente Trump, usted tenía razón en 2020 y también la tiene en 2025. Salve la democracia, salve vidas en Venezuela y en todo el continente
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El 5 de febrero del año 2020, en la oficina oval de la Casa Blanca, el presidente Donald Trump, en su primer mandato, tuvo una reunión sobre Venezuela. A esta reunión asistieron los más altos funcionarios del Departamento de Estado, del Departamento de Defensa, del consejo de seguridad y unos altos funcionarios diplomáticos venezolanos del Gobierno interino de Juan Guaidó. Lo que allí pasó nos explica y nos da contexto sobre la actual situación de Venezuela y para dónde va todo este proceso de acumulación de fuerza naval en el Caribe, a pocos kilómetros de Caracas.
Trump, en esa reunión, les dijo a sus funcionarios, muy disgustado, que ninguno había apoyado o había hecho lo necesario para acatar las órdenes que él había dado entonces para contrarrestar el régimen dictatorial de Venezuela. Es más, hasta les dijo: “Les di órdenes explícitas de hacer esto y aquello, y ninguno las cumplió”. En un momento dado, señaló a Mauricio Claver-Carone, subsecretario del consejo de seguridad, encargado del hemisferio occidental, y le manifestó: “El único que está de acuerdo conmigo sobre lo que hay que hacer en Venezuela es usted”.
A partir de ahí, en esa reunión se tomaron muchas decisiones. Uno, el indictment en contra de Nicolás Maduro; dos, la recompensa contra el dictador venezolano; tres, una operación en el Caribe similar a la que hoy se lleva a cabo, y cuatro, bloquear y tomarse los tanqueros petroleros que estaban violando las sanciones. Las primeras tres se anunciaron rápidamente, pero, desafortunadamente, no se cumplieron por dos razones. La primera, por la llegada del covid unas semanas después, y la segunda, porque estos funcionarios no estaban de acuerdo con estas decisiones y nunca las implementaron ni las quisieron implementar. El enemigo estaba adentro del Gobierno y, por eso, en su segundo mandato Trump nombró personas leales, que estuvieran de acuerdo con sus políticas y que las cumplieran.
No me cabe la menor duda de que, si estas cuatro operaciones se hubieran cumplido en 2020, hoy Nicolás Maduro no estaría en el poder y, seguramente, la democracia habría regresado a ese atormentado país. Cuántos muertos nos habríamos ahorrado si estos funcionarios hubieran cumplido con estas órdenes. Hoy lo que está sucediendo, y lo que todos esperamos que suceda, se pudo haber dado hace cinco años. Más grave aún, no solamente no se dio este cambio de régimen, sino que en el Gobierno siguiente, el de Joe Biden, la política cambió totalmente y, con la complicidad del subsecretario del consejo de seguridad para América Latina, el colombiano Juan González, tenía un objetivo: estabilizar a Venezuela a través de una normalización de la dictadura.
González, que ahora sabemos que hace negocios con la dictadura, en sus cuatro años no solo acabó el Gobierno interino de Juan Guaidó a cambio de nada, sino que se inventó toda clase de negociaciones, en las que el único que salió ganando fue Nicolás Maduro. Ni hablemos de la liberación de Álex Saab, de nuevo a cambio de nada, o la de los narcos sobrinos de la esposa, igual de mafiosa, de Nicolás Maduro, Celia Flores. Estoy seguro de que, en algún momento, la historia de cómo Juan González trató de normalizar la dictadura y que aceptaran a Maduro como el menor de los males se va a conocer en todas sus dimensiones. ¿Qué tan cómplices fueron Antony Blinken, secretario de Estado, y Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de Biden, con esta política de normalización de las relaciones con un delincuente, un dictador, un mafioso y un violador de derechos humanos?
Lo cierto es que hay un episodio muy grave que habla de la manipulación de estos tres funcionarios del presidente Joe Biden, quien, por cierto, ya tenía problemas de memoria. En noviembre de 2024, en una reunión en la Casa Blanca con Edmundo González, presidente electo de Venezuela, que había tenido que exiliarse, le pidieron a Biden que no autorizara el permiso a la Exxon para exportar petróleo, que eso solo beneficiaba a Maduro y a la dictadura. Biden se enfureció, preguntó quién había dado esa orden, porque él no lo había aprobado, y desautorizó a los funcionarios que habían dado el visto bueno. La verdad, con este incidente, queda claro que González y por lo menos Sullivan ocultaban información a Biden y formaban parte de ese proyecto de normalización de relaciones con Maduro. ¿Habría negocios detrás de esta política? Por lo menos, en el caso de González, las revelaciones de los últimos días sobre los negocios que está haciendo muestran que sí.
El presidente Donald Trump, desde entonces, tenía absolutamente claro el riesgo que la dictadura venezolana generaba en el continente y tenía absolutamente clara la necesidad de acabar con el régimen. Es más, en esa misma reunión, Trump afirmó: “Esos criminales solo se van a ir del poder a la fuerza”.
Trump la tenía clara en ese momento y la tiene clara hoy. Con un elemento nuevo: María Corina. La emocionante entrega del Nobel, con la llegada de ella unas horas más tarde, dejó en claro la legitimidad política nacional e internacional del Gobierno electo, que no se ha posesionado, pues la dictadura lo impide.
Presidente Trump, usted tenía razón en 2020 y también la tiene en 2025. Salve la democracia, salve vidas en Venezuela y en todo el continente. Extirpe ese cáncer, que tanto daño le ha hecho a la región.
