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JORGE HUMBERTO BOTERO

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El lanzamiento de los esperanzados

La Coalición de la Esperanza se lanza a las aguas turbulentas de la contienda electoral. Su aporte puede servir para enriquecer las opciones y darle un tono de ecuanimidad a los necesarios debates.

22 de junio de 2021

Un ramillete de políticos de diferentes trayectorias y edades han resuelto competir entre ellos para seleccionar quién concurrirá a los comicios presidenciales del año entrante, solos o en consorcio con otros. Se aprecian en sus integrantes dos virtudes cívicas: jugar limpio, sin insultos ni manipulación de redes sociales; y tratar a los contrincantes como adversarios, no como enemigos, si cumplen las reglas y actúan con decencia. Son -para decirlo de manera simple y arcaica- buenas personas; han servido con pulcritud cargos públicos y acumulado en ese ejercicio valiosas experiencias.

También convergen en su pertenencia al centro del espectro político. No resulta complejo lanzar un programa desde cualquiera de las dos orillas. El centro, por el contrario, hay que construirlo estableciendo cercanías y distancias con la izquierda y la derecha, y fortaleciendo aquellas propuestas que son pertinentes en una determinada coyuntura. Una tarea compleja.

Chile se encuentra, de cara a su proceso constituyente, en un predicamento parecido al nuestro. Concurren allí la izquierda radical y sectores conservadores, unos quizás añorando el gobierno de Allende, otros el de Pinochet; y un centro un tanto disperso que puede inclinar el fiel de la balanza en una dirección o en la otra. José Joaquín Brunner, que se inscribe en ese sector centrista, ha escrito lo que copio pues nos resulta relevante:

“La centro izquierda necesita definir para sí una estrategia sustancialmente reformista, que afirme simultáneamente cambio y democracia, crecimiento y distribución, libertades y pluralismo. Esta identidad supone separar aguas respecto de la izquierda destituyente que abraza una propuesta de ruptura institucional y una forma de populismo económico social. De aquí en adelante la cuestión estratégica de nuestro devenir político se resuelve en el centro. En efecto, tanto el voto de izquierda radical como el de derecha tienen su espacio de crecimiento relativamente acotado”.

¿Cuáles son los yacimientos de los que debe extraer sus minerales la Coalición de la Esperanza? La Carta Constitucional de 1991 contiene la esencia de un modelo económico fundamentado en los roles complementarios del Estado y los particulares. Complementariedad quiere decir que sus roles son diferenciados. A estos corresponde la generación de riqueza, a aquel la provisión de unos bienes públicos esenciales: regulación de buena calidad, especialmente en los ámbitos de protección de la competencia y los consumidores, complementada con supervisión eficiente para corregir abusos y un sistema fiscal progresivo en sus dimensiones de ingreso y gasto. Ese paradigma reconoce, de manera simultánea, el valor de la libre empresa y la solidaridad social.

El modelo constitucional debe inspirar las distintas políticas públicas que el manifiesto recoge, aunque no desarrolla. Sobre ellas y muchas otras, entidades académicas de primer nivel, tales como Fedesarrollo, tienen un amplio reservorio de propuestas rigurosas. Los planes nacionales de desarrollo contienen una cornucopia de interesantes iniciativas que se han quedado sin ejecutar. Lo mismo puede decirse de los documentos Conpes elaborados con tanta ilusión por los sucesivos gobiernos. En realidad, no es necesario inventar mucho. Nuestro problema no es de falta de ideas sino de bloqueos institucionales: la educación es irreformable; está controlada por Fecode. O de baja capacidad de ejecución: siguen matando, en ciertos territorios, líderes sociales a pesar de los esfuerzos que realizan las autoridades para evitar esos crímenes.

Casi nadie podría estar en desacuerdo con las nobles aspiraciones de esta nueva alianza. Prometer ríos de leche y miel es la naturaleza del juego electoral, como el populismo es el peligro que lo acompaña. En unos pocos temas, además, avanza propuestas. Por ejemplo, frente a las drogas ilícitas opta por la regulación y por abandonar la aspersión aérea de cultivos. Buen tema de discusión. Como lo es el compromiso de preservar la propiedad de activos públicos estratégicos. ¿Cuáles? El Estado empresario es un anacronismo. La inversión en hidrocarburos, por ejemplo, demanda ingentes recursos y la asunción de elevados riesgos por cuenta de los contribuyentes; mejor sería enajenar esas inversiones para concentrarnos en superar el rezago en infraestructura, un excelente catalizador del desarrollo económico. Canjearíamos, ventajosamente, unos activos por otros.

El manifiesto de los esperanzados no es -lamento decirlo- esperanzador en su visión de la economía, a la que quisieran ver ¡todavía más! cerrada y protegida. Por eso proponen renegociar los tratados de comercio. No solo esa postura es equivocada; también es cándida: ningún país acepta reabrirlos a cambio de nada. Sin embargo, aquellos empresarios que explotan el mercado interno en condiciones cuasi monopólicas, aplaudirán esa iniciativa conventual, que perjudica a los consumidores, en especial a los de bajos ingresos.

En el próximo futuro será menester que los miembros de la coalición expongan sus propuestas en detalle. ¿Estarían dispuestos a sustituir los gravámenes a la nómina por impuestos generales para dinamizar el empleo formal? ¿Les parece que la banca pública debe ser el eje del sistema financiero? ¿Les suena reestatizar el sector salud? ¿Creen en la conveniencia de reducir la jornada de trabajo sin que haya progresos en productividad? ¿Qué opinión tienen sobre las propuestas del Comité del Paro que paralizó el país durante más de un mes?

El documento en buena hora difundido hace referencia a “grandes problemas del país que no han sido atendidos por décadas”. Cuidado con esa retórica, queridos amigos: varios de ustedes ha participado en el Gobierno durante ese lapso. Asumir el papel de new born christians puede resultarles contraproducente. En muchos aspectos el país, a pesar de graves falencias que la pandemia ha empeorado, tiene una larga historia de progreso. Entre votar por un desertor del establecimiento, a hacerlo por su persistente impugnador, puede que los electores escojan este último. Es cuestión de coherencia, maestro.

Briznas poéticas. La voz maravillosa de Ana Blandiana. “Hubo un tiempo en que los árboles tenían ojos, /… Estoy segura / de que cuando yo era árbol podía ver, / Recuerdo cómo me miraban / las extrañas alas de los pájaros / que pasaban delante de mí”.

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