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Las 'cuatro babys' de Maluma

La canción es misógina, machista y vulgar, como casi todas lasque triunfan en la indecente era del reguetón. Desde ese punto de vista es excesivo que sea el colombiano quien reciba la factura.

Germán Manga, Germán Manga
10 de diciembre de 2016

Hace pocos días Laura Pérez Sánchez, una ciudadana “vulnerada” e “indefensa”ante el contenido de “Cuatro Babys”, la nueva canción del exitoso reguetonero colombiano Maluma,elevó a través del sitio change.org, una petición a las autoridades de España para que retirarande las redes sociales ese videoclip: “…apología a la violencia directa hacia las mujeres,las cuales son descritas como meros cuerpos sin valor, intercambiables y absolutamente disponibles al servicio del deseo sexual ilimitado de los autores”.

No estaba sola en su reclamo. Su carta recibió cerca de 80 mil adhesiones en los primeros seis días, lo cual parecería un gran resultado, de no ser porque para las mismas fechas el video de “CuatroBabys” ya completaba más de 200 millones de reproducciones, tan solo en Youtube.

En “Cuatro Babys” Maluma se une con las voces de Noriel, Bryant Myers y Juhnse en una cascada de provocaciones del tipo "Estoy enamorado de cuatrobabys. Siempre me dan lo que quiero. Chingan cuando yo les digo. Ninguna me pone pero", que después van subiendo de tono.

A todas luces es deplorable que el reguetón se ensañe en mensajes ofensivos, utilitaristas y denigrantes contra la mujer. Pero basta mirar la euforia y el desenfreno de los jóvenes (y sobre todo de las jóvenes) en bailes, discotecas y conciertos, para comprobar su inmensa popularidad y que cumple -como la tecnología y las drogas- un papel unificador en torno del goce, la sensualidad y el escapismo, conectado con los placeres fáciles y rápidos que parecen prevalecer en el mundo de hoy.

Derivado latino del estilo y de las narrativas del hip-hop no hay motivos para esperar o exigir del reguetón contenidos serios ni trascendentales. Es, por el contrario, emblema del entretenimiento banal y frívolo que predomina en amplios sectores de esta misma humanidad que adora la literatura light, el cine light, los melodramas y los realities televisivos. Maluma reina en la música por la misma razón que las Cincuenta sombras de Grey es la obra escrita más vendida en la historia de Gran Bretaña y Paulo Coelho el escritor más comercial, universal y popular de Latinoamérica. Los libros de Joyce o de Faulkner,o las películas de Bergman o de Rossellini, no habrían tenido lugar en esta época, donde tampoco se vislumbran en la música sucesores de Brassens, Serrat o de Bob Dylan.

No hay ninguna duda acerca de que “Cuatro Babys” es misógina, machista y vulgar. Pero así son casi todas las canciones del reguetón, desde su origen en los años 70 en Panamá y su nuevo auge desde los 90, vía Puerto Rico. Desde ese punto de vista es excesivo que sea Maluma quien reciba ahora la factura. Si hubiera inquisición tendrían que arder antes en la hoguera El General, Daddy Yankee, Wisin y Yandel, Pitbull, Don Omar, Zion&Lenox, Calle 13 y tantos otros artistas que convirtieron ese género, tan simple musicalmente y tan procaz en contenidos, en uno de los más populares y aclamados del mundo.

Maluma (su nombre resultó de combinar los de sus padres con el de su hermana) no es Mozart, carece de formación musical y evaluado desde los estándares clásicos -un Juan Diego Flórez o Marc Anthony, por ejemplo- se podría decir que no canta, pero tiene carisma, gran figura y dominio escénico, gracias a lo cual, a sus escasos 22 años, es el artista popular colombiano que con mayor rapidez y contundencia llegó a las grandes ligas del espectáculo. Desde su lanzamiento en 2010 llena escenarios, vende su música y coproduce canciones con figuras consagradas en todo el mundo.

Con todas sus excentricidades y excesos el reguetón está en la esencia de un mercantilismo en la cual cuenta más el precio que el valor y más la cantidad que la calidad. Un mercado vasto y vorazen el cual predominan la imagen y el sonido sobre la palabra y en una cultura que ha dejado de ser «elitista, erudita y excluyente y se ha convertido en una genuina “cultura de masas”» como dice Vargas Llosa en “La civilización del espectáculo”.

No tiene que ser, sin embargo, el fin del mundo. La historia de la humanidad enseña que todas las épocas de cambio generan desconcierto y estimulan a muchos a creer que todo tiempo pasado fue mejor. Basta mirar las tormentas que desataron en su momento el tango o el rock. La “banalización de la cultura” es también una verdad a medias. Gracias a la tecnología la humanidad goza ahora de la oferta cultural más amplia, importante y diversa de la historia -exposiciones, eventos, documentales, conferencias, cine, series, conciertos-. En la música milagros como Spotify o Youtube ponen a un clic de distancia un catálogo monumental que abarca casi la totalidad de la música de todos los géneros existentes en todos los continentes, reservado antes a las personas más pudientes.

No hay muchos faros ni una elite de grandes artistas e intelectuales que predomine o que gobierne en el mundo cultural a la antigua usanza, pero como ha ocurrido a todo lo largo de la historia, los mejores compositores, los mejores novelistas, los mejores pintores, los mejores artistas de la humanidad avanzan en su creación y su trabajo e impulsan con ello el avance del mundo en sus disciplinas. Los optimistas creemos que no vamos hacia el fin de la cultura sino hacia una nueva y profunda transformación de sus estructuras.

Desde la libertad y la democracia toda campaña de censura es injustificable y repulsiva. Pero cuestionar -así sea tan tarde- como lo promueve Laura Pérez, los contenidos de la “música urbana” desde el sagrado terreno de los derechos de la mujer, es plausible y oportuno. En lo sexual y lo reproductivo somos idénticos a los animales. Nuestra superioridad como especie radica en los afectos. El reguetón vende lo primero e ignora lo segundo. Lo preocupante es que ese apabullante contraste entre los 80 mil firmantes de la carta, con los 200 millones de visitas de “Cuatro Babys” muestra el larguísimo camino que falta para que una acción continua y consistente en esa dirección,logre cambios importantes en los mensajes y en los contenidos de las letras de Maluma y en las de los demás cultores de su género musical.

@germanmanga

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