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Opinión

¡Gracias!

Feliz Día de Acción de Gracias para todos. Y saquen todos los días unos minutos para agradecer a todos los que se nos cruzan en la vida. Es un gran sentimiento.

Francisco Santos
30 de noviembre de 2024

Este jueves pasado, cientos de millones de norteamericanos celebraron su Día de Acción de Gracias, un hermoso encuentro en el que se reúnen en familia para agradecer todo lo recibido, para recordar a todos los que se fueron y para celebrar tanto la vida como a los seres queridos.

En este mundo desagradecido, donde muchos se sienten solo con derechos y sin deberes, donde ese self entitlement o sentimiento de a mí me deben todo, agradecer o ser agradecido se ha convertido en un sentimiento o una característica humana escasa, muy escasa.

Esta tradición del Día de Acción de Gracias nació en Plymouth, Massachusetts, en 1621. La mitad de los colonos ingleses que llegaron en el barco Mayflower murieron en un invierno devastador, y los que sobrevivieron lo hicieron por la ayuda de los indígenas wampanoags, quienes les enseñaron a cazar, pescar y recoger en esas nuevas tierras. No habrían sobrevivido sin esa ayuda, y al año siguiente, a raíz de una buena cosecha, los colonos y los indígenas celebraron conjuntamente ese evento.

Claro, hay detalles distintos en esta historia. Sin embargo, el mundo woke o los mamertos, como acá los llamamos, y entre los que hay que incluir a nuestro mamerto mayor, el presidente Gustavo Petro, tienen una interpretación de este evento como el de un genocidio cometido contra los indígenas. No les cabe, además no les sirve, pues esa cultura woke vive de la victimización, lo que fue la evolución de un mundo que apenas se conocía y se transformaba, con todo lo bueno y lo malo que allí sucedió, pero que nos hizo lo que hoy somos.

El mundo ha cambiado muchas veces con conquistas violentas desde el principio de la historia. Los chinos, los mongoles, los egipcios, los asirios, los musulmanes, los romanos, todos transformaron los entornos propios y extraños a través de conquistas siempre violentas. Acá, en nuestra América, fue igual. Con la llegada de los ingleses al norte y de los españoles al sur, este continente cambió y nos hizo lo que somos hoy, un territorio con dos lenguas predominantes, el inglés y el español, con una religión predominante, el cristianismo, y un mestizaje de cerca de 450 millones de habitantes.

Petro y los wokes no serían lo que hoy son, o lo que fueron, y mucho menos lo que quieren ser, si no se da esa historia que comienza con Colón y con el Mayflower. Historia de la que estoy agradecido, pues mi pasado y mi futuro, el mío y el de mi familia, están marcados por esos eventos, que debemos celebrar y que en Estados Unidos lo hacen con su Día de Acción de Gracias.

Claro, y es obvio, que se dan las gracias por la familia, por la salud y por los amigos, pero eso debe ser cosa de todos los días y no de un evento. La llamada, el abrazo, el consuelo, el afecto debe darse cada segundo posible. Y la gratitud debe expresarse con el policía y el militar, que dan su vida por nosotros; el médico y la enfermera, que nos cuidan en los momentos difíciles de salud; el sacerdote, que nos conforta y nos guía. Nada cuesta mirar a los ojos y agradecer a cada persona con quien trabajamos o que nos presta un servicio, al celador, al mesero y, en especial, al más humilde trabajador.

Sin embargo, hay personas o eventos por los que tenemos que estar agradecidos y que merecen un sencillo pero sincero homenaje en este espacio.

Primero, a esa gran mujer, la más importante de la historia, Isabel la Católica, que inició la evangelización y el mestizaje de este continente. Somos lo que somos gracias a su visión y arrojo coherente con el mundo de entonces. También hay que agradecer al pueblo norteamericano que con su voto el pasado 5 de noviembre le dio un gran golpe a ese mundo woke, que quiere reinterpretar la historia, victimizar a todos los que creemos en el mundo liberal occidental y, además, cancelar a quienes piensan distinto.

Y ya en nuestra compleja Latinoamérica hay que agradecer a dos pueblos que dieron una lección de madurez incomparable con cualquier otro hecho de las dos últimas décadas. Primero, al pueblo chileno que votó NO dos veces, sí dos veces, en sendos plebiscitos que impuestos desde la violencia querían destruir la nación chilena. Segundo, al pueblo argentino, que contra un gobierno populista que quiso imponer su voluntad con un despilfarro de gasto público nunca visto hasta ahora, falta ver qué pasa en 2026 con Petro, no lo logró al ser derrotado por Javier Milei, quien está mostrando un camino nuevo en la manera de gobernar, en la que el individuo y no el Estado es quien decide el futuro.

Finalmente, un agradecimiento público a uno de los líderes políticos más importantes de la región en el último siglo: Álvaro Uribe Vélez. Ese reconocimiento, que sin duda la historia lo va a dar, como me dijo el gran historiador inglés Malcolm Deas en una conversación que tuve con él, es para un hombre que tomó las riendas de un país que iba a ser un Estado fallido y en ocho años de gobierno democrático lo salvó de ser una Venezuela.

Feliz Día de Acción de Gracias para todos. Y saquen todos los días unos minutos para agradecer a todos los que se nos cruzan en la vida. Es un gran sentimiento.