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Innovar o Morir

La agenda de la innovación no es un discurso político ni una simple política pública, es un esfuerzo colectivo como nación.

Semana.Com
10 de noviembre de 2016

Esta lapidaria frase parece ser la impronta en el mundo moderno, ha servido como título de libros y manuales, e incluso tiene variaciones como “crear o morir”, título de la celebrada obra de Andrés Oppenheimer.

Pero, más allá de lo llamativo de este postulado, es preciso recordar que la creatividad e innovación son medibles y verificables, y que tienen consecuencias respecto al desarrollo o el rezago, y la competitividad de un país.

El índice de innovación es global y aborda el tema trasversalmente, el termino innovación se presta para equívocos, y es una herramienta aplicable a todos los ámbitos y sectores, las diversas actividades económicas, los desarrollos científicos, las técnicas de ventas, estrategias de marketing, agroindustria, etc.

La innovación también trae aparejada una gran responsabilidad en el mundo actual, debe ser sostenible, responsable y eficiente. Esta situación impone retos en lo medioambiental, lo ético, lo lícito, lo social y lo jurídico.

Tras esta introducción en donde quería ubicar un tema tan amplio debemos referirnos al Índice Global de Innovación (2016) de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), cuyo último informe titulado “Ganando con la Innovación Global”  da cuenta de importantes hallazgos relacionados con los Estados parte de dicha organización.

En primer término se determinó que solo a través de inversiones en investigación y desarrollo asociado a la innovación se logrará alcanzar el crecimiento económico, y por ende el desarrollo.

Los desajustes de la economía actual obligan a adaptarse rápidamente y anticiparse al cambio con medidas, productos y políticas diferenciadas, esta es tal vez la lección más importante de este hallazgo.

En segundo término la OMPI encontró que se necesita una focalización hacía la innovación global, y marcos adecuados de gobernanza que favorezcan está situación. Solo manuales, leyes y discursos no generan la innovación, esta temática debe ser abordada multidisciplinaria y multisectorialmente, los actores públicos, privados y de diversa índole convergen en la generación del ambiente favorable para la innovación.

La tercera lección del análisis elaborado por la organización da cuenta de que la innovación es cada vez más global, pero aún persisten divisiones e inequidades. A manera de ejemplo Suiza lidera por sexto año consecutivo el escalafón, y solo Brasil, Costa Rica y México aparecen destacadas por América Latina. En la parte baja de la tabla la ausencia de Colombia, en donde el peso poblacional y del PIB es alto, no deja de ser un dato alarmante.

El cuarto hallazgo llega a la conclusión de que no existe una fórmula mágica o una receta para la innovación. El solo gasto público, la inversión, o el número per cápita de científicos o publicaciones no garantizan la innovación, esto debe ser parte de un ejercicio colectivo y de ese “mindset” que engloba diferentes perspectivas y cataliza la productividad asociada a la innovación.
El quinto tema que aborda el informe destaca al África subsahariana como una de las regiones más prometedoras en materia de innovación. Desde el 2012 esta región ha escalado al mayor número de posiciones con avances en innovación que ninguna otra región en el mundo, otro campanazo de alerta para el caso colombiano.

A pesar de sus bajos niveles de desarrollo, sus economías débiles, y situaciones como la importación y exportación de commodities, estos países se ubican mejor de lo que las simples cifras macroeconómicas lo predecirían.

Tal vez el sexto y último hallazgo de la OMPI es el que más nos debe importar, pues define a América Latina y el Caribe como una de las regiones con mayor potencial de innovación represada, pero con mayores riesgos en el corto plazo.

A pesar de que la literatura coincide en el potencial de innovación de la región, ello no se ha traducido en desarrollos o ejemplos que mostrar, lo que la ha estancado y no parece mejorar.

Asimismo, ninguna de las economías de la región ha sido una abanderada de la innovación, ni su desempeño se compadece con el PIB (por ejemplo en comparación con el África subsahariana).

No obstante lo anterior, Chile, Colombia y México se destacaron entre sus pares, y Brasil, Perú y Uruguay muestran los avances más relevantes y satisfactorios. En este informe 2016 Chile, Colombia, Costa Rica, México y Uruguay alcanzan los mejores puestos en los rankings regionales de innovación.

Aunque muchos de los actores y sectores en estos países mantienen la innovación como una prioridad y han desarrollado agendas para lograr mejorar sus indicadores, factores como la inestabilidad económica, la informalidad y las situaciones de orden político interno afectan el desarrollo del potencial estimado en materia de innovación.

El Informe como todos los informes puede ser objeto de debate y seguramente lo será, no obstante lo anterior, otros elementos como el número de patentes registradas, el número de premios internacionales y algunos otros factores dan cuenta del rezago regional, y del impacto que esto tiene en nuestros índices y cifras socioeconómicas.

La agenda de la innovación no es un discurso político ni una simple política pública, es un esfuerzo colectivo como nación, el cual debe ser asumido como un estilo de vida que articule todos nuestros sectores y nos saque adelante en un mundo globalizado, competitivo y a veces feroz y desigual en cuanto a resultados y oportunidades.

* Rector de la Universidad Autónoma del Caribe