Julio Londoño Paredes Columna Semana

Opinión

La añorada paz en la que nadie cree

Colombia está a la expectativa de la que será la ‘paz total’.

14 de octubre de 2022

Desde el comienzo de nuestra vida como nación independiente, todos los gobiernos de Colombia han formulado propuestas y programas para alcanzar la paz, en medio de una violencia de diferentes modalidades. Ni uno solo de los mandatarios que hemos tenido ha dejado de referirse a la paz como uno de los objetivos fundamentales de su gobierno.

Petro no es una excepción y ha presentado una nueva fórmula: la ‘paz total’. El país está pendiente de su implementación y desarrollo. Con críticos pugnaces y fervorosos partidarios.

El problema es que ahora, más que nunca, estamos ahogados en medio del narcotráfico, el gran generador de una violencia que parece incontrolable y de una alarmante migración con todos sus horrores, que nos está colocando en una condición crítica parecida a la de algunos países europeos, pero sin los recursos que ellos tienen. Solo recibimos palmaditas en la espalda. No obstante, el Gobierno norteamericano acaba de anunciar que devolverá a México a los venezolanos que pretendan ingresar ilegalmente a su territorio.

Casi cotidianamente, en diferentes partes del país, grupos de personas son asesinadas mientras que los autores huyen en una motocicleta y las autoridades informan que adelantan una severa investigación “para hallar a los responsables”. Incluso se ofrecen recompensas a quien suministre información sobre su paradero, dinero que ni siquiera le servirá para pagar su propio entierro.

Eso no trasciende. Sencillamente nos acostumbramos a los hechos, especialmente cuando existe una gran posibilidad de que todo quede impune.

Para completar, la inseguridad urbana en las principales ciudades del país ha crecido extraordinariamente. A la gente de a pie le da temor utilizar un sistema de transporte masivo, un bus o incluso caminar por la calle, ya que corre el riesgo de ser asesinado, asaltado o en el mejor de los casos robado. Pero no hay problema, ya que las autoridades afirman que estos hechos han disminuido en comparación con un período anterior.

Después de la posesión del presidente Petro no se ha registrado un cambio fundamental en la situación. De todas maneras, se ha anunciado que la ‘paz total’ no solamente es en el ámbito doméstico, sino en el internacional.

Sin importar que el presidente sea de derecha o socialista, si logra la paz, una verdadera paz, no una paz para premio Nobel ni una paz para reelección, pasará a la posteridad como uno de los grandes de Colombia. No se trata de manera alguna que de un momento para otro nuestro convulsionado país se convierta en la Suiza de América, solo que seamos un país como hay algunos en América Latina, sin la violencia rampante que sufrimos.

No se conocen los detalles de la fórmula de la ‘paz total’, pero muchos temen que se puede dar paso para que Colombia se convierta en un refugio de bandidos de diferentes nacionalidades y procedencias que lo único que tendrían que hacer es asociarse y lógicamente asumir lemas políticos.

Si la ‘paz total’ no tiene éxito, seguramente vendrá otra con nombre diferente. Ojalá que no sea una paz que esté caracterizada por la pérdida de la libertad y la angustia cotidiana para sobrevivir, como sucede en algún país caribeño.

De otra manera, tendremos que empezar a repasar la poesía de José de Espronceda: “Solo en la paz de los sepulcros creo”.

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