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LA PESCA MILAGROSA DE LA KERZTMAN

Semana
5 de abril de 1999

Ingenuamente, yo venía pensando que en este país la persona más poderosa podía ser el
Presidente de la República, o el industrial Julio Mario Santo Domingo, o incluso el Fiscal General de la
Nación. Pero no. La persona más poderosa del país es, hoy por hoy, José Gildardo Valencia Zapata.Lo más
probable es que ni usted ni yo lo conozcamos, pero después de la siguiente historia, no lo olvidaremos.
La Dian viene enviando indiscriminadamente a varios ciudadanos colombianos una carta que copia,
seguramente que de manera involuntaria, la técnica que cada vez más asiduamente viene utilizando el 'Mono
Jojoy' para mejorar los ingresos de la guerrilla. Se trata de la tenebrosa pesca milagrosa, un operativo en virtud
del cual los colombianos son secuestrados en las carreteras del país, a ver si de chepa cae alguien que
pueda pagar algún rescate jugoso para las Farc.
La de la Dian es la pesca milagrosa de doña Fanny Kerztman, su directora: un ingenioso pero muy
cuestionable sistema en virtud del cual no se secuestra, sino que se amenaza indiscriminadamente a los
contribuyentes de determinado poder económico, a ver si de chepa cae alguien que pueda pagarle por
concepto de impuestos, justificados o no, una suma cuantiosa al Estado.
Este 'boleteo' al contribuyente se hace mediante una carta que dice así en su primer párrafo: "La División
para el Control y Penalización Tributaria de la Administración local de Impuestos de Personas Naturales de
Santa Fe de Bogotá (qué tal el sujeto de la carta), le informa que revisado su comportamiento fiscal en el año
gravable de 1996, usted presenta en su declaración de renta inconsistencias (el subrayado es mío) que
han permitido seleccionarlo en los programas referenciados...", y más abajo se le sugiere al destinatario, en
orden a evitarse una minuciosa pesquisa tributaria, que uno de los remedios puede ser el de "corregir las
declaraciones objeto del beneficio incrementado por lo menos en un 30 por ciento el impuesto neto de
renta...".
Sé de varios contribuyentes que, aterrados por las supuestas 'inconsistencias', han acudido a la
Administración de Impuestos a aclarar cuáles son ellas, y sorprendentemente, les han respondido que no
saben o sencillamente no les han entregado la información.
Escuchando en la radio las declaraciones del doctor Guillermo Fino, director de Impuestos, creo entender por
qué. La carta se les está enviando a todos aquellos que tienen un patrimonio superior a un determinado nivel,
independientemente de si sus declaraciones de renta ya han sido revisadas y se les ha detectado alguna falla
o algún intento de evasión tributaria. Pero la palabra 'inconsistencias' se le añade indiscriminadamente a todas
las cartas, pues ella es la amenaza con la cual la pesca milagrosa de la Kerztman busca obtener lo que
persigue: que muchos contribuyentes, aterrados, resuelvan pagar el 30 por ciento más del impuesto de renta
para evitarse una exhaustiva investigación tributaria en la que es mundialmente sabido que el que busca,
encuentra.
Al final de la carta se le informa al despavorido contribuyente que si resuelve aceptar el trato, debe
comunicarse telefónicamente con quien se ha convertido en el hombre más poderoso de Colombia: don "José
Gildardo Valencia Zapata", cuyo nombre aparece escrito así, entre comillas, tal vez para resaltar la
importancia de este funcionario en el futuro destino de los colombianos 'boleteados'.
Según el doctor Fino, las cartas vienen circulando como una medida que ha tomado la Dirección de
Impuestos ante la reducción del término para revisar las declaraciones de los contribuyentes que impuso la
reciente reforma tributaria. De manera que si el contribuyente cae en la trampa de pagar el 30 por ciento más
de impuestos para evitarse la inquisición tributaria, el Estado le ofrece cumplir con el deber de dejar en firme
su declaración, y de no volverlo a molestar por ahora.
El muy respetado tributarista Eduardo Laverde Toscano fue el primer experto en poner el grito en el cielo:
"Ningún funcionario _escribió en El Tiempo_, conspicuo o no, tiene porqué exigirle al contribuyente algún
tributo sin que, previamente, se haya realizado el presupuesto previsto en la ley como generador de
impuesto". Y no duda en calificar la de la Administración de Impuestos como una "propuesta indecente".
En últimas, en la pesca milagrosa de la Dian poco viene a importar si el contribuyente debe o no esos
impuestos. Lo que importa más bien es si está dispuesto a pagarlos buenamente para evitarse el susto de
una investigación tributaria: si no se acoge a esa fórmula _que según el doctor Fino es "totalmente
voluntaria"_, será objeto de una feroz auditoría, en la que todo puede suceder.
Por increíble que parezca, ya en Colombia el único que manda cartas que se entienden y se atienden no
es don Manuel.

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