Daniel Niño Columna Semana

Opinión

Las condiciones externas en 2026

Paradójicamente, el hecho de que la inteligencia artificial sea intensiva en capital puede poner presiones al alza en las tasas de interés.

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13 de diciembre de 2025

Hace más de una década ganó especial relevancia hablar de las condiciones financieras como un aspecto determinante en la actividad real y en las condiciones económicas que determinan el ritmo de expansión o de contracción de la economía. Se introdujo esta evaluación de las condiciones para anticipar casi en tiempo real los efectos de las variables financieras en el desempeño económico y como complemento necesario al análisis del ciclo económico, basado en el estadodel empleo, la inversión, el gasto, y del nivel de producción y de los inventarios. También como complemento a la evaluación de otras condiciones esenciales para la estabilidad, como el nivel de ahorro o endeudamiento y el desempeño o senda de la inflación. Siendo la inflación un buen termómetro del ciclo, presenta muchas veces rezagos y puede estar distorsionada por múltiples choques de oferta o de demanda que afectan transitoriamente los precios.

Hablar de las condiciones financieras empezó a ganar crecientes adeptos porque las variables financieras podían fomentar prolongaciones excesivas del ciclo sin que se hiciera notorio en la inflación alguna presión de precios o porque era necesario que se implantaran alertas tempranas ante la acumulación de exuberancias. También porque, como en 2008, las condiciones financieras podían deteriorarse rápidamente, creando fricciones y afectaciones a la actividad hasta poner en jaque la misma estabilidad económica con una prolongada y profunda recesión.

Al hablar de 2026, es necesario determinar las condiciones externas a la luz de las principales condiciones financieras internacionales. En este texto me voy a centrar en Estados Unidos, que viene mostrando una excepcionalidad significativa en su ciclo económico, su ecosistema de innovación y en el desempeño de su mercado de capitales.

Tras el desempeño de 2025, la Reserva Federal (FED) predice que en 2026 el crecimiento de Estados Unidos será 2,3 por ciento o casi un ritmo 28 por ciento mejor al que en septiembre estimaban. Con ese crecimiento y otras variables, la FED no prevé que los precios tiendan a la estabilidad antes de 2028. Al mismo tiempo, considera que, tras tres recortes de sus tasas de interés este año, está cerca de la tasa de interés de política monetaria neutral. El pronóstico de sus propias tasas de interés indica uno o dos recortes adicionales, pero prefiere esperar a nuevos datos económicos antes de anticipar un más claro sesgo.

La caracterización de la economía y la evaluación de riesgos es compleja porque hay un fraccionamiento y una divergencia creciente entre la vieja o tradicional y la nueva economía, si los sectores están o no basados en el desarrollo de la inteligencia artificial. El mercado laboral está menos fuerte, pero no en mal estado. Las empresas, impulsadas por la adopción del cambio tecnológico, pueden estar creando puestos a un mucho menor ritmo, pero no despidiendo en forma masiva, y la gente que, aun con puesto, estaba en búsqueda activa de cambiar de trabajo ha disminuido. La dinámica laboral se ha ralentizado.

Se ha creado un significativo efecto riqueza para los hogares por el desempeño de las inversiones que tienen en acciones y las bolsas de valores, pero sectores cíclicos que suelen beneficiarse del crecimiento económico, como la construcción residencial, la energía y el transporte, por mencionar algunos, no lo han hecho. Diferentes métricas históricas indican que las bolsas americanas están caras, pero los precios y las valoraciones dependerán de si logran cumplir las expectativas de aumentar las ganancias en 2026, así como que las tasas de interés de la economía puedan también disminuir.

La inteligencia artificial está jalonando crecientes necesidades de recursos en toda su cadena de suministros, que demandan millonarias inversiones de centros de datos, unidades de procesamiento, circuitos y matrices integradas, y para el desarrollo de modelos de negocios, que requieren de un entorno de bajas tasas de interés. Paradójicamente, el hecho de que la inteligencia artificial sea intensiva en capital puede poner presiones al alza en las tasas de interés.

Dos historias pueden ocurrir. Una es que el crecimiento económico basado en inteligencia artificial logre jalonar al resto de la economía. Ese crecimiento tendería a disminuir o estabilizar el nivel de endeudamiento del Gobierno y generaría ganancias de productividad que ayudarían a bajar la inflación y las tasas de interés. Eso se traduciría en aumentar el efecto riqueza de los hogares.

La otra es que el alto nivel de endeudamiento público y un eventual importante deterioro de la deuda soberana de Estados Unidos y/o de otros países desarrollados como Japón (un importantísimo inversor en acciones y bonos americanos) impida la reducción de tasas o las haga aumentar, y ello contagiaría al resto de variables y condiciones financieras con negativas repercusiones en las bolsas de valores, en la riqueza de los hogares, en las ganancias esperadas y en la velocidad o ritmo de inversión en la inteligencia artificial.

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