Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

Ya no veo por donde pueda entrar Uribe a la paz

Los esfuerzos por acercar a Santos y a Uribe serán inútiles, ya no por la intemperancia del expresidente sino por el desinterés de Santos.

León Valencia, León Valencia
27 de febrero de 2016

Hasta hace unos meses, quizás antes de las elecciones locales, veía que el Centro Democrático y el expresidente Uribe podrían entrar en cualquier momento al proceso de paz. Había cierto interés de Santos, había interés del gobierno de los Estados Unidos, menudeaban los llamados de sectores de la opinión pública. Eso se ha desvanecido. El uribismo, que había tenido una gran presentación en las elecciones parlamentarias y presidenciales de 2014, sufrió una estruendosa derrota en las gobernaciones y alcaldías y quedó por debajo, muy por debajo, de los partidos de izquierda.

La firma del acuerdo de paz con las Farc está muy cerca. Santos ha logrado comprometer al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en la verificación del cese al fuego y en el proceso de desarme; ha logrado también reunir a todos los demás partidos en un pacto nacional; los uribistas han perdido toda iniciativa en el debate y solo reaccionan cuando las Farc o el gobierno se salen del libreto y cometen algún error visible para el país, han perdido también el apoyo que tenían entre las Fuerzas Armadas. Los gringos comprendieron que era inútil su esfuerzo después del desplante de Uribe en la celebración de los 15 años del Plan Colombia.

El acuerdo entre Santos y la izquierda es ahora más sólido que el alcanzado en la pasada segunda vuelta presidencial. La izquierda ha logrado comprender que no hay una contradicción insoluble entre apoyar la paz y empujar la movilización y la crítica contra la política económica y social del gobierno. Santos sabe que necesita a la izquierda para la refrendación y la paz y está abriendo las puertas, incluso, para un nuevo gabinete ministerial. Antes, una visita a Palacio de los dirigentes de la izquierda y la sola mención de la palabra pacto suscitaban una cascada de reacciones y críticas en sus filas, eso no ha ocurrido en estos días.

Santos acaricia la posibilidad de darle la puntada final al uribismo en el acto de refrendación, por eso defiende con tanta vehemencia el plebiscito; porque el mecanismo, tal como está concebido, lo tiene todo para dejar en los huesos al Centro Democrático; si este promueve la abstención, difícilmente logra aminorar la votación para no pasar el umbral, y si promueve el ‘No’, aumenta el caudal electoral con muy escasas posibilidades de derrotar el ‘Sí’ a los acuerdos de La Habana.

El presidente ha sido implacable en la disputa con el uribismo y creo que ahora hará todo lo que esté a su alcance para no dejar colar en el proceso de paz a este sector político. Los esfuerzos de Carlos Holmes Trujillo y de los sectores moderados del Centro Democrático por acercar a Santos y a Uribe resultarán inútiles, ya no solo por la intemperancia del expresidente sino por el completo desinterés de Santos.

No me alegra para nada esta situación. El año pasado gasté parte de mi tiempo en reuniones con el procurador Alejandro Ordóñez, con Carlos Holmes Trujillo, Marta Lucía Ramírez, David Barguil, Clara López y dirigentes de otros partidos para buscar un pacto nacional que incluyera a todos los críticos de las negociaciones de La Habana. No fue posible. La premisa era aprovechar la oportunidad para superar de una vez por todas la violencia política y la polarización del país, buscar que no hubiese lugar para el incumplimiento de los acuerdos o para la controversia internacional sobre ellos.

En el gobierno había cierto interés, no demasiado, pero algo. Solo que no estaban dispuestos a hacer concesiones que acrecentaran las dificultades en unas conversaciones ya bastante complicadas con las Farc. En el uribismo, la iniciativa la tenían los sectores más radicales, que planteaban condiciones que en la práctica llevarían a una ruptura de las negociaciones, querían que Santos asumiera la política de rendición de las guerrillas que le había fracasado a Uribe en sus dos mandatos. Fue imposible en estas circunstancias encontrar aproximaciones.

Esto, creo, se va hasta la refrendación y hasta la dejación de las armas, sin el concurso de Uribe, del Centro Democrático y de sectores del Partido Conservador. Pero quiero insistir en un punto: estas fuerzas, en especial Uribe, son indispensables para el posconflicto y la reconciliación y en el futuro tendremos que volver sobre el asunto.

Nota. Fue una enorme equivocación del ELN conmemorar los 50 años de la muerte de Camilo con acciones armadas. No pudieron ver la dimensión de la figura de Camilo, la importancia que tiene para sectores del país que no están con la lucha armada; que están muy lejos de la violencia; que valoran la trascendencia política, religiosa, intelectual y moral de un sacerdote que rompió todos los moldes de la Colombia aldeana, pacata, injusta y desigual de los años sesenta. No saben los del ELN el gran impacto que hubiese tenido el anuncio de la apertura de las negociaciones el 15 de febrero acompañado de un cese temporal de hostilidades. Se habrían anotado un impresionante hit político.

Noticias Destacadas