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Lo que en verdad pasó con la costilla de Uribe

Literalmente. Desde una potranca. Y, según recortes de prensa, se cayó, y se lesionó la costilla.

Daniel Samper Ospina, Daniel Samper Ospina
15 de septiembre de 2018

Esperaba en cualquier momento la noticia de que Uribe ya no se había lesionado la costilla. Esa, finalmente, ha sido la dinámica de su comportamiento en los últimos días: renuncia al Senado, y después se arrepiente; apoya la consulta anticorrupción, y después retrocede; recusa a los magistrados que lo investigan, y después se echa para atrás. En el caso de la costilla también se echó para atrás.

Literalmente. Desde una potranca. Y, según recortes de prensa, se cayó, y se lesionó la costilla.

Ante semejante historial de retractaciones, digo, supuse que esta semana emitiría un comunicado anunciando que su costilla estaba más robusta y sana que las de Tony Roma’s; que lanzaría un trino afirmando que él es frentero, y le da la cara al país, y que por eso desrenuncia también a su costilla rota.

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Decidí indagar entonces en la lesión del expresidente y, a través de unos testigos que él y el abogado Cadena procuraron, en vano, cuadrar para que no hablaran, pude averiguar el verdadero origen de su lesión. Está escrito en el Nuevo Testamento de la biblia uribista, cuyos pergaminos escondidos encontré en la antigua hacienda Las Guacharacas. Los publico en exclusiva en esta columna:

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En Edén, Antioquia, un lugar paradisiaco en que abundaban especies de aves hermosas, plantas de todos los frutos y una disidencia de las Farc de más de tres mil hombres, puso el Señor al hombre que había formado a su imagen y semejanza, el hijo directo de Dios, y bautizolo con el nombre de Álvaro Adán.

Y dijo el Señor Dios: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle a alguien como él, para que lo ayude”. Entonces el Señor Dios formó de la tierra todas las bestias del campo, y las llevó a donde Álvaro Adán para que este les pusiera nombre e incluso los nombrara en su bancada de senador.

Así, pues, les puso nombres a todos los animales domésticos y a las bestias del campo, y aun a las de su propio partido. Pero faltaba alguien que acompañara a Álvaro Adán y fuese de su especie.

Pensando en esto, el Señor Dios hizo caer a Álvaro Adán en un profundo sueño, semejante a los que se desjarretaba el exsenador Roberto Gerlein en sus momentos laborales, de boca abierta y todo; y mientras dormía, el Señor Dios le sacó una costilla y cerró la carne sobre el lugar vacío.

Y de la costilla que extrajo, formó una masa mediana y ligeramente fofa, y llenole el cráneo de hebras de cabello apto para la tintura de canas, y se lo llevó a Álvaro Adán, y este exclamó:

–Ve, home, tan bueno: este sí es huesitos de mis huesitos y carnita de mi carnita… Me voy a dedicar es a formarlo, home, ¡qué cosa tan buena!

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Llamolo Evaiván y dedicose a su formación, y enseñole a hacer sus primeras cosas solito. Este, por su parte, se mostraba juvenil y dicharachero, y tomaba cocos del paraíso y los dormía en la frente como si fueran balones, mientras Jorge Mario Eastman le tomaba fotos.

Y díjoles Yavé a ambos: “De todo árbol del huerto podrán comer, hasta de este Yarumo que echa una sombra larga, como la que está echando el ministro Carrasquilla en el gobierno; pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no coman, o vea, papá: tuqui, tuqui”.

Mas cierta vez que caminaba por el Edén la parejita, más bien desprogramada, sucedió que se encontraron con el árbol del fruto prohibido. Era un Naranjo. En concreto Óscar. Óscar Naranjo. Tenía enroscada una serpiente que, junto a José Obdulio, era la víbora más venenosa creada por el Señor Dios.

Y la serpiente habló:

–¿Es cierto que Dios les pidió no comer de este árbol?

A lo que Álvaro Adán comentó:

–Ve, tan charro: ¡habla!; ¡la culebrita está viva!

Entonces la serpiente le dijo a Evaiván:

–Eso es pura paja. Coman de este rico fruto que no solo no morirán, sino que tú podrás ser presidente a tus 41 añitos y sin haber tenido experiencia para serlo.

Entonces Evaiván dio un mordisco al delicioso fruto, y pasó lo más de bueno probando las mieles del poder, dichoso.

Pero, en medio de un ventarrón, la poderosa voz del Señor Dios se oyó en ese momento.

–¿En qué andan? –preguntoles.

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–¡Aguardate Señor, que andamos biringas! –respondió Álvaro Adán.

–¿Y cómo sabes que estás desnudo? ¿Comiste acaso del árbol que estaba prohibido?

Entonces Álvaro Adán le dijo en secreto a Evaiván:

–¿O sea que esa llamada la estaban escuchando esos hachepés?

Y, frenteando la situación, exclamó ante Yavé:

–Cómo te dijera, home: esa fue Evaiván, que me dio de probar el frutico. Y tengo testigos.

Y habló entonces con sus abogados para que buscaran testigos en las cárceles.

Pero el Señor Dios no estaba para cuentos, y con su ira Divina expulsolos del Edén, Antioquia.

–A ti, Álvaro Adán, te espera el deshonor, y la Tierra estará maldita por tu culpa –les dijo–; y tú, Evaiván, tendrás que dar a luz a Carrasquilla como ministro de Hacienda, y tu popularidad caerá.

Pero Evaiván se encontraba haciendo la 21 con un coco, y poco atendió a Sus Palabras; y el Señor Dios expulsolos del Paraíso; y costilla y dueño de costilla terminaron en tierras colombianas, un lugar lleno de cardos y espinas en el que fueron elegidos rey eterno y virrey, por siempre y para siempre. Amén. n

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