Home

Opinión

Artículo

Ministrómetro

Son los marulandas, los jojoyes, los canos y no la cadena productiva, donde Augusto Ramírez Ocampo se mueve como pez en el agua.

Semana
25 de diciembre de 2000

El zapatero: hasta hace poco parecía como si el ministro del Interior, Humberto de la Calle, se hubiera quedado sin agenda, después de recibir el Ministerio lleno de temas muertos: la alianza para el cambio, la reforma política… Y además sin nada de juego en el campo de las negociaciones de paz, que otros manejan por fuera de su despacho. Pero De la Calle logró rehacer su agenda: le ‘cogió la caña’ a Serpa para construir el ‘Frente contra la violencia y por la paz’, que antes que nada tiene el valor de restablecer el diálogo con la oposición y de ser, frente a la guerrilla, un esfuerzo por la reinstitucionalización del Establecimiento. Zapatero a tus zapatos, y De la Calle… a hacer política, que es lo que le corresponde.

El papista: Defensa, Luis Fernando Ramírez, ha resultado ser un ministro más papista que el Papa: maneja posiciones más duras incluso que las de los propios generales. Se puso completamente el uniforme militar. No dudo que su compromiso con las Fuerzas Armadas es el que ha permitido manejar balanceadamente lo que de otra manera sería el inmanejable descontento de los militares frente a la ‘sin salida’ de la paz.

Los todavía nada que ver: es demasiado pronto para juzgar la labor de los ministros nuevos, Comunicaciones, Salud y Educación. Por lo pronto, y a pesar de sus indudables capacidades y recia personalidad, a la primera no le ha ido bien en el Congreso con el tema de la TV.

El blanco: el Ministro blanco de las peores pasiones del momento es, claro está, el de Hacienda, Juan Manuel Santos. Yo admiro la valentía con la que ha asumido el manejo de una de las reformas tributarias más impopulares de la historia, a costa de su propio prestigio y futuro político, lo cual habla muy bien de su seriedad. Pero sigue existiendo una gran brecha entre la necesidad real de dicha reforma y la que la opinión pública está dispuesta a reconocerle, hasta el punto de que el mensaje del “sudor y lágrimas”, en lugar de ablandarla, la enfureció. Reforma va a haber, no tengo duda, pero quién sabe si la de Juan Manuel.

El verde: a Juan Mayr, en Medio Ambiente, le pasa algo muy curioso: que tiene mucho más reconocimiento internacional que nacional.

El 0 perfil: sin que necesariamente sea un mal ministro, del de Transporte, Gustavo Canal, se sabe muy poco, salvo que el manejo de la red vial del país ha pasado a quedar en manos de la guerrilla.

El Misael: al Ministro de Justicia siempre se le ha visto como una especie de papá de Andrés, por su veteranía y cercanía con el Presidente. El problema grave de Rómulo González es que el primer día como ministro prometió que iba a acabar con el problema de las cárceles, y lo que ha sucedido es que ha empeorado considerablemente, aunque varias cárceles en proceso de construcción pueden comenzar a aliviar el problema. Ojalá que no cometa el error de aspirar, desde el Ministerio de Justicia, a la Fiscalía, para no crear innecesarias suspicacias...

El pacificador: yo no sé qué tantas cosas haya logrado hacer Augusto Ramírez como Ministro de Desarrollo. Pero mi instinto me dice que a él no lo pusieron ahí para eso, sino para traer al gabinete a uno de los mayores conocedores del tema de la guerra y de la paz, y que como tal, es quien mayor injerencia tiene en este campo sobre el Presidente. Son los marulandas, los jojoyes, los canos, y no la cadena productiva, el desarrollo tecnológico o las zonas francas donde Augusto Ramírez Ocampo se mueve como pez en el agua.

El privatizador: con ese gran porte y esa gran queridura que caracterizan al ministro de Minas, Carlos Caballero va, y va muy bien, en su cartera, continuando con la extraordinaria y poco reconocida labor que su antecesor, el ‘Chiqui’ Valenzuela, hizo en el campo petrolero: nunca había habido en Colombia tantas nuevas concesiones para la exploración y explotación petrolera. Y a pesar de las controversias que por obvias razones suscita el tema de las privatizaciones, Caballero ha logrado ponerlas en marcha mientras capotea las más feroces e injustas acusaciones de estar regalando el patrimonio del Estado.

El milagro: el ministro milagro es Rodrigo Villalba. Hacía mucho tiempo que en Colombia no se sabía quién estaba al frente de la cartera de Agricultura. Pero Villalba, sin mucha vitrina, se ha dedicado a rescatar sectores de la agricultura en forma silenciosa y efectiva.

El todo que ver: el único de los duros que ha permanecido desde comienzos del gobierno, el canciller Fernández de Soto sigue ganándose el ministrómetro: hasta las encuestas más adversas contra el gobierno reconocen el éxito de su gestión internacional: Consejo de Seguridad de la ONU, Plan Colombia, visita de Clinton... Su único y grave dolor de cabeza es el presidente Chávez, quien viene poniendo a prueba la templanza y madurez del Canciller colombiano. Mientras por cuenta de Chávez no termine rajándose en el próximo ministrómetro...

Noticias Destacadas