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Ciudadanía en evolución

Frente a las crisis de los partidos políticos y la desconfianza que genera el Congreso frenando auto-reformas, sectores de la ciudadanía están evolucionando, otros perdiendo la paciencia.

Margarita Pacheco M., Margarita Pacheco M.
25 de octubre de 2018

Desde los “millennials” (1) y la generación del cambio climático (2), se oyen propuestas para establecer una participación mejorada que construya consensos vinculantes con el Estado. El ping-pong que le ha tocado jugar a los comunales y líderes sociales en defensa de interés colectivos, con la burocracia, al desgaste de la participación.   

La resiliencia de la sociedad civil tiene sus límites. En algunas ciudades ya llega a umbrales del desespero, en otras hay esperanza, como lo demostró la movilización por la calidad de la educación superior, que sorprendió por su capacidad de convocatoria a nivel nacional. En todos los procesos participativos hay un espacio común: el manejo de la comunicación entre Estado y la ciudadanía y al interior de la movilización.  Gran parte del desgaste actual radica justamente en la información entregada a cuenta gotas y en un lenguaje que para muchos no es comprensible. Mejorar la comunicación e innovar con tecnologías para dinamizar la participación, es una prioridad para modernizar la democracia del siglo XXI. 

Los movimientos sociales en evolución, deberían tener un acompañamiento formativo al ritmo de avances tecnológicos, para que jóvenes y adultos puedan hablar sincronizar sus lenguajes en acciones conjuntas. La gentil convocatoria del Departamento Nacional de Planeación y del Ministerio de Ambiente para debatir las bases ambientales del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 PND, (invitación recibida un día antes) se convoca con la premura que exigen las fechas calendario del cronograma diseñado por el mismo gobierno. La formalidad de la convocatoria a opinar exigiría tiempo para estudiar las Bases del Plan, una metodología  para proponer modificaciones y ajustes, un seguimiento a la incorporación de las propuestas ciudadanas. La socialización del Capítulo “Producir Conservando, Conservar Produciendo” del Plan titulado Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad” es una oportunidad de consensuar diferencias sobre el modelo a corto y largo plazo que propone el gobierno nacional. 

La comunicación y los avances tecnológicos para sistematizar los insumos participativos deben estar en la agenda. La ciudadanía en evolución demanda una robusta pedagogía e información, con lenguajes ajustados a un público amplio. Solo así la contraparte ciudadana estará preparada para el debate con entidades públicas. En el fondo, la sociedad civil reclama bienestar y derechos, cambios en el paradigma de gobernabilidad, en el modelo de ciudad, en la salud.  Son reivindicaciones enfrentadas a piruetas que se evidencian tanto en la administración de justicia, como en las prioridades que ocupan el tiempo de congresistas. Las reticencias de auto-reformarse están claras. Limitar sus periodos y aprobar la extensión de actuales gobernantes, elegidos por el pueblo por cuatro años, es un desacato a la voluntad del electorado.

Esta es una faceta gris de la cultura de la corrupción, que sigue rampante. Está instalada en escritorios de funcionarios, en notarías que escrituran predios después de quemas, incendios y talas, a hacendados y testaferros.  Uno se pregunta por qué no hay culpables visibles, sanciones ejemplares por delitos sobre el patrimonio colectivo. La impunidad arruga el corazón de la ciudadanía. 

Qué siente el ciudadano de a pie, de bicicleta, de carro compartido, de Transmileno apretado, frente al maltrato de un Estado indolente que le prodiga aire contaminado, ruido, inseguridad, estrés y poco bienestar? La ciudadanía se pregunta, y ahora qué hago? Los unos bajan los brazos en señales inequívocas de inercia y de mantener el statu quo, otros guardan las esperanzas y con ímpetu organizan eventos y denuncias por redes y marchas. Estas formas de participación van acompañadas de distintas formas de estrés: respirando diesel quemado en las calles, estrés por la situación rural del país. Súmele el hambre de los que no tienen acceso a agua potable, a una comida diaria y a un techo limpio para protegerse de tormentas o un árbol que de sombra ante calores agotadores. La sobrevivencia de millones constituye rasgos de una civilización en crisis, profundamente desigual donde a la población más sufrida no le quedan energías ni siquiera para opinar. 

Sin duda que las consecuencias que se viven por la variabilidad climática, el aumento de temperaturas y la cámara lenta con la que actúan los gobiernos en el planeta, generan otro tipo de estrés. Difícil separar tensiones provocadas por distintas problemáticas territoriales, precisamente por la gracia de estar conectados en tiempo real, con redes y medios de comunicación. Cito algunas iniciativas recientes de ONGs interesadas en promover la evolución de la participación.   

La reciente reunión “La participación ciudadana: antídoto contra la corrupción urbanística”· convocada en la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá, con el Procurador General de la Nación, Fernando Carrillo, el ex senador Carlos Fernando Galán y el Presidente de las Juntas Comunales de Bogota, Federico Castañeda,  concluye que es el momento crucial para que la ciudadanía retome el liderazgo. Oportuno debate sobre la corrupción en el desarrollo urbano, justo cuando se discuten varios proyectos de interés colectivo como la puesta en marcha del Plan de Manejo Ambiental PMA de la Reserva Thomas Van der Hammen, la construcción del Sendero de las Mariposas, con fines cortafuegos en los Cerros Orientales de Bogotá y el Transmileno por la carrera 7ª, entre otros. 

Estas y otras acciones de la administración de Bogotá han generan reacciones de una ciudadana que ha demostrado mejor organización, buena preparación para la defensa de la conectividad y defensa de espacios verdes, para liderar una visión de  otro modelo de desarrollo de la ciudad. En este contexto, la participación ciudadana tiene dificultades estructurales para establecer consensos sobre el futuro del territorio. Así sucede con muchos Planes de Ordenamiento Territorial POT, que han sido un botín de corrupción. Los POT  siguen siendo una permanente tentación para el enriquecimiento ilícito, sobretodo en la presión para cambios de uso del suelo. Así, la participación en la planificación es una piedra en el zapato, que requiere revisión es sus procedimientos con los Consejos Territoriales de Planeación. Quedan las veedurías y el control social, las acciones populares y otros mecanismos para hacerse escuchar. 

El Museo del Chicó sigue siendo sede para estos debates públicos. El Procurador, recordó que las denuncias anticorrupción en los temas de ordenamiento territorial son abundantes. Acciones legales contra el Edificio Blas de Lezo en Cartagena, implicó juzgar desde el alcalde de la ciudad, la contralora, notarios y la clase política local, que se ha lucrado de estos proyectos. El caso emblemático del  edificio Acuarela frente al Castillo de San Felipe es otro adefesio que tiene varias acciones de tutela y de nulidad, ante el riesgo de que la Unesco anule la categoría de Patrimonio de la Humanidad. En el caso de Armenia, se frenaron edificaciones que irrespetaban el paisaje cultural cafetero y las normas ambientales de control urbano, gracias a argucias que modificaron el POT y las licencias de construcción. 

Estas conductas están en una zona gris, donde el bien que se protege ha sido relativizado, donde no se reconocen actos de corrupción. A esto se suma los débiles controles municipales. La Procuraduría insiste en la incorporación del tema de riesgos de desastres en los POT como el de Mocoa y otras ciudades en riesgo, donde la dimensión climática no existía en el papel. Los mecanismos participativos en los POT tienen poca incidencia pues se convoca a una ciudadanía mal informada que en la práctica no incide. Muchas denuncias de reformas ilegales de POT se han quedado sin respuesta aunando a la frustración de la ciudadanía. 

El Presidente de la Federación Comunal de Bogota, Felipe Castañeda, propone renovar liderazgos a nivel de las juntas de acción comunal. En Colombia hay 63 mil juntas de acción comunal y 7 millones de afiliados. Este amplio movimiento cumple 60 años de existencia. Es hora de preguntarse cuáles son las reformas necesarias para dinamizar la participación de los comunales? Hay activismo pero la real participación donde se cualifica el liderazgo no existe. 

No hay formación educativa para asumir responsabilidad social. Entonces, ¿cómo avanzar en una política de Estado, dado que el inconformismo en la ciudadanía aumenta? Según Bogotá Cómo Vamos, en 2017 el 64 % de la población de la ciudad no participaba en nada.  Cómo se mide entonces el impacto social de la participación? Hoy los comunales están bajo la voluntad del político de turno pues no hay una política de Estado para democratizar la participación. Ellos y ellas siguen “guerreando” a pesar de que sus acciones no sean vinculantes. A eso se suma el aumento de asesinatos de líderes sociales en las regiones, por defender  intereses colectivos. Los culpables siguen en el anonimato, sin condenas visibles. Entonces, ¿qué rompe la indiferencia ciudadana y hace evolucionar a la ciudadanía para ser más robusta en su capacidad de diálogo y construcción de consensos? 

El debate ciudadano en el XI Congreso Internacional de Medio Ambiente sobre Innovación en el Cambio Climático: Economía Circular, una estrategia de Competitividad y Crecimiento Verde, convocado por la Fundación Centro de Estudios para el Desarrollo Sostenible en Colombia CEID, que dirige Gilberto Rincón confronto el lenguaje de jóvenes millennials y de otras generaciones que no manejan los mismos niveles de avance tecnológicos. Esta convocatoria permitió escuchar y debatir con expertos y empresarios, otro tema de interés para la participación: la comunicación de la ciencia del cambio climático y las barreras existentes para que haya una gran movilización ciudadana ante las alertas anunciadas por el IPCC en el 2018. 

Ante el conformismo, se requieren acciones urgentes de movilización ciudadana. Solo que falta informar y comunicar mejor sobre amenazas de la variabilidad  climática y transmitirlas con contundencia. ¿Cómo sincronizar lenguajes inter-generacionales para que fluya la comunicación y se comprendan las dimensiones de la crisis climática? Como romper el paradigma de la economía lineal por una economía circular, cambiar el chip de las empresas, el Estado y la  ciudadanía en la producción y el consumo. ¿Cuál es el modelo de negocio para las empresas para que haya un mínimo de residuos y sea circular? 

Según Nicolàs Pombo, empresario de la multinacional Smurfit Kappa, la economía circular es como un árbol, que toma nutrientes del suelo, oxígeno del aire y luz solar, las hojas se van cayendo y en un proceso biológico, vuelven a fertilizar el suelo, y alimentar el árbol, sin producir residuos. Su funcionamiento biológico es el esquema para entender la economía circular, el mensaje ilustrado para una ciudadanía en evolución. 

Carolina García, responsable de sostenibilidad de Bavaria, del grupo multinacional AbinBev, cuenta como los residuos de la producción de cerveza entran a una nueva cadena de valor, el subproducto bagazo de la cebada que antes se botaba, se volvió recurso para generación de energía y alimento de ganado, además sirve para producir empaques secundarios que se pueden comer. La economía circular llega a las empresas con nuevas alternativas de negocio. Reciclaje y reutilización, en otras cadenas de valor, gracias a una plataforma de innovación abierta, con metas globales de sostenibilidad. Se trata de buscar colaboraciones, transformar el lenguaje de negocio, pensar en otro tipo de abundancia. 

CEID promueve esta discusión como iniciativa ciudadana confrontando lenguajes. La economía colaborativa, explicada por el joven Gustavo Palacio, empresario que creó “Sharecolab” (Comparte y Colabora) promueve el concepto de economía colaborativa, proponiendo un cambio de paradigma en la forma de vivir y trabajar, de consumir y producir, donde la base es la confianza y donde existe control social inmediato a través de redes sociales. En esa economía la corrupción no entra. El ecosistema de la economía colaborativa es la co-construcción y la tecnología es la herramienta detonante. Con innovaciones empresariales, utilizando tecnologías, se está cambiando el concepto de participación por una ciudadanía en evolución, utilizando el desarrollo tecnológico. 

  1. inglés millennials. Generación caracterizada por la hiperconexión, la necesidad de auto expresarse, la realidad financiera, el interés por la salud, la inmediatez y la búsqueda de experiencias, entre otras cosas.
  2. La generación del cambio climático cubre varias generaciones del siglo XX y XXI activas en el tema alrededor del mundo.

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