Marc Eichmann.

Opinión

Optimismo

Hay confianza en que Colombia volverá a elegir administradores competentes, con equipos técnicos sólidos, y no a gestores inexpertos.

Marc Eichmann
16 de septiembre de 2025

Es difícil aislarse de la realidad social y abordar la situación desde una perspectiva diferente a la del Gobierno nacional. Con sus sucesivas embarradas y amenazas, el Ejecutivo acapara la agenda del país, sin comprender que así, poco a poco, erosiona su base de apoyo político. Lo que importa para el presidente y su partido no es tanto construir un mejor país, sino figurar y dirigir los temas de interés.

Esta preocupación respecto al poder Ejecutivo no es infundada. En sus primeros tres años de mandato, Petro ha tenido una influencia en la vida de los colombianos mayor que la de cualquier presidente anterior, salvo quizás Ernesto Samper, quien llevó el país a su mayor crisis financiera y, curiosamente, hoy es un ferviente seguidor del progresismo.

La gestión del Pacto Histórico no ha sido positiva: ha destruido el sistema de salud, endeudado al país gastando un 30 % más de lo permitido en su presupuesto, y ha agravado las fuentes de violencia relacionadas con el narcotráfico y la minería ilegal. Todo esto en medio de una situación de corrupción rampante y una profunda crisis en los sectores de hidrocarburos y energía. Sin duda, un escenario desolador.

A pesar de la indignación por la rotación de más de 60 ministros en el actual Gobierno — muchos con calificaciones cuestionables para sus funciones — los mercados, que suelen ser más sabios que analistas, periodistas y opinadores, mantienen una visión optimista del país. Desde junio, la prima de riesgo país ha bajado 132 puntos básicos (1.32 puntos porcentuales), pasando de 8,45 % a 7,13 %. Además, la tasa de cambio, que el 14 de junio estaba en 4.190 pesos, hoy se sitúa en aproximadamente 3.890, una disminución del 7,5 %.

Pero, ¿por qué los mercados siguen valorando positivamente a Colombia, pese a que todos los indicadores del Gobierno de Petro señalan un proceso de desinstitucionalización? La respuesta está en que los mercados se mueven por expectativas: creen que el país puede tener un futuro mejor.

La realidad política indica que, mientras aún escuchamos los ecos de las elecciones del 2026, las expectativas de los inversionistas son de optimismo. Hay confianza en que Colombia volverá a elegir administradores competentes, con equipos técnicos sólidos, y no a gestores inexpertos.

La popularidad de Petro, que algunas encuestas sitúan en torno al 35 %, no debe ser motivo de alarma. En primer lugar, porque es poco probable que Petro sea el próximo candidato; en segundo lugar, porque tras la ley de garantías será más difícil para él emitir órdenes de firma, lo que reducirá su influencia; y en tercer lugar, porque se detectan crecientes incoherencias en su administración.

Aunque esta situación debería reducir nuestra angustia y la de los empresarios respecto al próximo año, no debemos interpretarla como una invitación a descuidarnos. Ahora que las empresas están elaborando sus presupuestos, sería prudente considerar escenarios optimistas en los que las ventas, las inversiones y las apuestas al país reflejen un posible fin de esta larga noche.

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