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DIANA SARAY GIRALDO Columna Semana

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Petro, el gran editor

Presidente, no vulnere más a la prensa. Su obligación constitucional es proteger a los periodistas. Atacar a los medios desde el Estado solo corresponde a los dictadores. Y usted ha dicho hasta el cansancio que no es nada de eso.

Diana Giraldo
4 de febrero de 2023

No hay remedio. Nada ha hecho entender al señor presidente, Gustavo Petro, que sus trinos constantes y su interacción en redes tienen consecuencias más allá de generar una simple opinión. El presidente trina a cada rato señalando, afirmando, denunciando, y por cada trino hay un impacto. En un sector, en un proyecto, en una ciudad, en el país. Pero Petro parece no entenderlo. Porque es mejor creer que no lo entiende, a pensar que lo tiene claro y lo hace con la soterrada intención de causar daño. Eso da más miedo.

Esta semana, la Fundación para la Libertad de Prensa, Flip, hizo una advertencia en lo que tiene que ver con los medios de comunicación. Antes de que señalen a la Flip de responder a un grupo político o económico, hay que decir que es una organización no gubernamental que defiende la libertad de expresión. Fue la Flip, por ejemplo, quien acompañó a Jineth Bedoya en su demanda contra el Estado colombiano que condenó al país mientras era presidente Iván Duque.

Según los datos recogidos por la Flip, en el último mes el presidente Petro ha difundido en su cuenta de Twitter por lo menos 34 trinos en los que menciona a nueve medios de comunicación. En estos trinos, ha pretendido sembrar la duda ante la audiencia sobre la idoneidad de los medios para hacer su trabajo.

Dice la Flip: “En sus publicaciones, el presidente hace correcciones, réplicas o reproches a medios de comunicación por la manera en la que cubren a su gobierno. También ha calificado la información periodística como falsa y ha replicado mensajes de terceros que se refieren a periodistas de manera desobligante y burlona. Esto sucede en medio de debates como la transición energética, los diálogos de paz con grupos ilegales y los señalamientos por acoso sexual a personas que han apoyado al Pacto Histórico”.

Aunque todas las personas tienen derecho a opinar en las redes, el derecho a la libertad de expresión, cuando es ejercido por servidores públicos en el desempeño de sus funciones, tiene limitaciones mayores a las que ostenta un particular. No lo digo yo. Lo ha dicho la Corte Constitucional y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en fallos que recoge la Flip. “En un contexto de polarización y violencia, los señalamientos del Estado en contra de medios pueden dejar a los y las periodistas en una posición de vulnerabilidad”. 

Por eso, desde esta fundación se le ha pedido al presidente que se abstenga de emitir cualquier mensaje que la ciudadanía pueda interpretar como permisivo frente a la violencia contra la prensa. Una tendencia que se viene presentando en mandatos de otros países de carácter autoritario, que han estimulado la agresión contra medios y periodistas.

Recordó Jonathan Bock, director de la Flip, que no es función del presidente aleccionar a los medios y comportarse como un gran editor que les dice cómo deben titular, cómo debe publicar, qué deben afirmar.

Pero bien lejos de hacer caso a este llamado, el presidente Petro siguió adelante en su arremetida contra la prensa. Afirmó que tenía derecho a defenderse y “a defender el programa de gobierno por el que las mayorías de la sociedad votaron”. Luego, ante una encuesta de Invamer que publicó El Tiempo, en la que el 63 por ciento de los encuestados afirmaba no estar de acuerdo con la reforma a la salud, afirmó en Twitter: “… Podemos criticar que se haga una encuesta con la empresa cuyos propietarios son la familia del fundador de las EPS y la intermediación financiera privada en salud y preguntarle a la prensa por qué no le dice eso a sus usuarios que tienen todo el derecho a saberlo”. Una vez más desvirtuaba a la prensa e insinuaba intereses de sus dueños. Lo curioso es que esta misma encuestadora, por ejemplo, lo dio ganador al final de las pasadas elecciones, y ahí no hubo cuestionamiento ni a la empresa, ni al medio que lo publicó.

El tema es que detrás de cada trino de Petro contra un medio o un periodista vienen cientos de agresiones de sus seguidores, que creen que lo que dice el presidente es una verdad absoluta.

Hay mucho mito en todo esto. Petro habla de “la prensa del establecimiento”, de los medios de los grandes grupos económicos, de los poderosos, para referirse a los medios tradicionales. Pero, ¿qué es la prensa del establecimiento? Cuando se habla del “establecimiento” se hace referencia al Gobierno, que hoy encabeza el presidente Petro. ¿Entonces?

Habla de lo que “dictan los grandes poderes económicos”. Se imaginan el presidente y quienes le siguen, tal vez, que los grandes dueños de este país están llamando a los periodistas a diario, diciéndoles qué deben escribir y qué no.

No es cierto. Las redacciones de estos medios que señala el presidente están llenas de jóvenes y personas del común que estudiaron con esfuerzo, que hacen su trabajo en jornadas que se sabe cuándo empiezan, pero jamás cuándo terminan, que solo buscan hacer su trabajo de la mejor manera, cada vez con salarios más bajos, pues ese desprestigio a la prensa que se ha ido cultivando en redes ha hecho que las redacciones sean cada vez más pequeñas.

Puedo asegurar que la gran mayoría de periodistas que hacen estas notas, que el presidente Petro acusa de manipuladas y de responder a intereses ocultos de poderosos, ni siquiera saben quiénes son los accionistas de las empresas en las que trabajan, jamás en su vida han recibido una llamada de alguien orientando contenidos y lo único que hacen con sus notas es tratar de informar.

Seguro que habrá quienes sí respondan a agendas privadas. Manzanas podridas hay en todas las profesiones, pero esta no es la regla como lo quiere hacer ver el presidente.

Lo que Petro no ve es que cada vez que arremete contra la prensa, arremete contra miles y miles de personas honestas, que solo hacen su trabajo y que reciben después de cada trino agresiones y desprestigio. Con su constante descalificación, el presidente contribuye a la destrucción de unos medios y unos puestos de empleo que sirven a un amo que solo existe en su imaginario.

Presidente, no vulnere más a la prensa. Su obligación constitucional es proteger a los periodistas.

Atacar a los medios desde el Estado solo corresponde a los dictadores. Y usted ha dicho hasta el cansancio que no es nada de eso.

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