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¿Qué pasa en Centroamérica?

El golpe en Honduras y el escándalo en Guatemala anuncian nuevas tormentas en una región que por fin parecía haber superado el conflicto violento.

Semana
7 de julio de 2009

Un golpe de estado y una acusación de asesinato ennegrecen el panorama político de Centroamérica. La región enfrenta una crisis de estabilidad justo cuando parecía que los años de golpes militares, guerras civiles y juego sucio político habían quedado atrás.

En Guatemala el recién electo Presidente Álvaro Colom enfrenta una acusación por el asesinato del abogado y empresario Rodrigo Rosenberg el pasado 10 de mayo. Días antes de su muerte, el mismo Rosenberg había grabado un video diciendo que su vida corría peligro y responsabilizaba al Presidente Colom y a su esposa Sandra Torres por lo que le pudiera suceder. El escándalo desató protestas callejeras a favor y en contra del Presidente, y ahora un tribunal especial contra la impunidad y hasta el FBI de Estados Unidos están involucrados en la investigación del caso. El Presidente acusa a la oposición de orquestar el escándalo.

Colom fue elegido a finales de diciembre de 2007 como candidato de la coalición de centro-izquierda Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). Las graves acusaciones en su contra han paralizado una agenda que supuestamente debería concentrarse en resolver los mayores problemas de Guatemala, como el alto índice de pobreza, una impunidad rampante y un alarmante incremento en casos de violencia contra las mujeres.

Ahora uno de los países que comparten frontera con Guatemala, Honduras, también ha entrado en modo de crisis. En la mañana del domingo 28 de junio el Presidente José Manuel Zelaya fue sacado de su residencia a punta de cañón y enviado en un avión militar a Costa Rica. Zelaya llegó a San José de Costa Rica en su nueva calidad de ex Presidente de Honduras en pijama y declarando que hubo una conspiración política y militar en su contra.

El golpe de estado contra Zelaya fue el resultado directo de una orden de la Corte Suprema para que los militares sacaran al Presidente del país. En todo caso se trató de una conspiración cocida por las más altas esferas políticas hondureñas. El mismo domingo, el Congreso en sesión extraordinaria aprobó una supuesta carta de renuncia del Presidente Zelaya, con su firma y sello de su oficina. Minutos más tarde, los legisladores aprobaron un decreto separando al mandatario de su cargo y nombrando al líder del Congreso Roberto Micheletti como Presidente interino. Zelaya niega haber escrito la carta de renuncia. 

La consulta para decidir si los hondureños querían incluir una papeleta en las elecciones de noviembre que abriría la puerta para convocar a una asamblea constituyente y la intención de Zelaya de renovar la constitución fueron la razón por la cual el Presidente, el Congreso, las Fuerzas Militares y la Corte Suprema se pelearon. Legisladores de la oposición y los mismos miembros del Partido Liberal de Zelaya, entre ellos Micheletti, creen que Zelaya quería cambiar la Carta Magna para introducir la reelección presidencial indefinida.

A Zelaya, por lo visto, lo había picado el bicho reeleccionista y reformador de constituciones que ha picado a tantos en Latinoamérica en los últimos años, incluyendo a los presidentes de Ecuador, Bolivia, Venezuela y Colombia.

En Marzo, El Ministerio Público de Honduras había declarado que la consulta de junio era ilegal, diciendo que "Ni la Constitución de la República, ni la Ley Electoral y de las Organizaciones Políticas conceden al Presidente la facultad de practicar ninguna acción de consulta electoral". El Congreso estuvo de acuerdo con esta premisa.

Zelaya ordenó hacer la consulta del 28 de junio en todo caso. El jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, General Romeo Vázquez, dijo que el ejército no iba a garantizar la logística de una consulta ilegítima, y Zelaya lo destituyó. El viernes 26 de junio, la Corte Suprema de Justicia revirtió la destitución del General Vázquez. A sólo días de la famosa consulta popular, Zelaya había perdido el apoyo de las Fuerzas Armadas, el Congreso y algunos miembros de su propio gabinete.

La situación en Centroamérica es preocupante. Honduras no había visto un golpe militar desde 1978. Los guatemaltecos que apoyaron a Colom pensaron que esta sería por fin la era de la justicia social. Algunos otros países de la región están en momentos de reajuste y pueden verse afectados por la tormenta de inestabilidad. En Nicaragua, la gente está supeditada al liderazgo del impredecible e impopular Daniel Ortega; en el Salvador, un nuevo Presidente de centro-izquierda, Mauricio Funes, acaba de tomar posesión; en Panamá la candidata del oficialismo acaba de perder las elecciones presidenciales contra un magnate independiente, Ricardo Martinelli. Costa Rica es el único país del estrecho centroamericano en donde se ha vivido un clima de estabilidad constante en los últimos años.

Ahora más que nunca, la región centroamericana deberá hacer uso de todos los mecanismos de integración que ha venido desarrollando tan exitosamente estos últimos años y lidiar con las crisis de Honduras y Guatemala cuanto antes.



*Gabriela Perdomo es periodista e investigadora del centro de estudios de opinión pública Angus Reid Global Monitor (www.angus-reid.com).

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