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EDUARDO LORA

Robotización y teleautomatización: qué podemos esperar

El cambio tecnológico afectará a la economía colombiana por canales muy distintos al desplazamiento del empleo industrial.

Eduardo Lora, Eduardo Lora
22 de junio de 2017

En sentido estricto, la robotización es el uso de máquinas que pueden operar en forma autónoma y que son reprogramables para varias funciones. La automatización de los procesos industriales en forma flexible y rápida es la esencia de la robotización. Los robots actuales tienen la capacidad de ser entrenados y de replicar las tareas que hacen otros robots conectados por internet. Por consiguiente, los problemas de diseño y proceso industrial pueden detectarse y resolverse cada vez más rápido.

Hay casi dos millones de robots industriales en todo el mundo, ocupados principalmente en las industrias automotriz, electrónica, de productos metálicos y de químicos. En las ciudades de Estados Unidos cada robot reduce el empleo en seis trabajadores, una verdadera tragedia laboral para los sitios más industriales (aunque no para la economía en su conjunto). También los salarios se resienten: un robot más por cada mil trabajadores reduce los salarios de todos los trabajadores en la ciudad en 0,5%. En contra de lo que suele creerse, no aparecen empleos en otros lados como resultado de las mejoras de productividad debidas a los robots. En los próximos 10 años el número de robots en el mundo puede multiplicarse entre tres y cuatro veces, ampliando estos efectos. (Todo esto según una excelente investigación recién difundida del colombiano Pascual Restrepo en coautoría con Daron Acemoglu del MIT).

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Como correctamente lo han señalado algunos analistas, esto no implica que la robotización vaya a ocurrir a un ritmo y profundidad semejante en economías como la colombiana. La adopción de cualquier tecnología depende no solo de qué tanto podría reducir los costos, sino de que existan los conocimientos productivos y ciertas formas de organización empresarial y de cultura produtiva que permitan utilizarla eficazmente.

Pero esto tampoco significa que la industria colombiana esté blindada contra la robotización. Al contrario, como nuestra industria difícilmente podrá adaptarse al ritmo de sus competidores robotizados en Estados Unidos o en China, caerán las exportaciones industriales y aumentará la competencia de productos importados. Será imposible contrarrestar esto con salarios más bajos pues, en Colombia, como en casi todo el mundo, ya hay una gran compresión de los salarios de los trabajadores cerca del salario mínimo. (Vea: Los efectos laborales de la Revolución Tecnológica. Ed. 448).

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Pero la robotización como la hemos definido es apenas una parte menor del cambio tecnológico que nos espera en los próximos años. Lo más importante serán las nuevas aplicaciones de la inteligencia artificial para la sistematización a distancia de tareas de oficina, procesos analíticos e incluso actividades creativas. Hasta hace poco, los computadores habían elevado la productividad del trabajo de oficina sin desplazar a los oficinistas. Las cosas están cambiando como resultado de la capacidad de aprendizaje y de la velocidad de procesamiento de los computadores. Como los servicios de los supercomputadores pueden comprarse por internet desde cualquier parte del mundo, es mucho más fácil su adopción que la de los robots. Por ejemplo, IBM está promoviendo los servicios de Watson, un supercomputador capaz de hacer diagnósticos médicos en cuestión de segundos utilizando todo el conocimiento médico publicado.

Varias de las ocupaciones más demandadas en Colombia tienen riesgo de ser automatizadas a distancia. 18% de las vacantes anunciadas en Colombia son para empleados de información y registro y 5% para manejo de inventarios y distribución de materiales. También son sustituibles fácilmente los especialistas financieros (3% de las vacantes) y buena parte de los oficinistas de servicios financieros (2%), incluso si hacen tareas analíticas complejas. Puesto que hay un gran déficit de técnicos y tecnólogos en estas y otras ocupaciones de oficina, la teleautomatización puede ser muy atractiva para muchas empresas. (Vea Déficit de técnicos y tecnólogos. Ed. 468).

Todo esto implica un panorama laboral muy poco alentador, que agudizará las diferencias salariales entre los cargos de oficina que son rutinarios y programables (no importa su complejidad) y los que no lo son, como los puestos directivos, de estrategia y de negociación. Como resultado, la creación de empleo formal será limitada, y la generación de divisas seguirá dependiendo de los recursos naturales y de unos pocos sectores exportadores de bienes y servicios de alta sofisticación para mercados de nicho.

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