Home

Opinión

Artículo

UN NUEVO TRATO A LA UNIVERSIDAD NACIONAL

Semana
15 de noviembre de 1982

En carta reciente del presidente de la República a los represantantes profesorales ante los órganos de dirección de la Universidad Nacional señala el doctor Betancur que "El paso inicial de una nueva etapa de reconstrucción de los cuadros del Estado, debe ser un cambio de estilo que se traduzca en un nuevo trato que desde la inauguración de mi gobierno he querido imprimir al manejo de la cuestión universitaria" implica un "nuevo estilo que debe basarse en el respeto y reconocimiento del liderazgo que corresponde a la Universidad Nacional".
La carta del señor presidente es respuesta a los representantes profesorales, quienes, motivados por el clíma de diálogo y de expectativa, creado por el nuevo gobierno, le dirigieron un detallado análisis de los problemas y potencialidades de la Universidad Nacional en el momento actual. Allí se exigía un nuevo trato para que la Universidad pudiera cumplir mejor su función cultural, que consiste primordialmente en "mantener en la sociedad vivo el interés por la verdad por la democracia, por la crítica, por las necesidades reales del pueblo y por las libertades políticas y la independencia cultural de la nación". El nuevo trato y el nuevo estilo, exigido por los profesores de la Nacional al actual gobierno, tiene que ver con otro trato y otro estilo de manejo de los asuntos de la universidad pública en general y en especial de la Universidad Nacional, al que se acostumbraron gobiernos anteriores, y que bien merecería el calificativo de "chambonería", utilizado ya por Ortega y Gasset en su "Misión de la Universidad" .
Los profesores de la Nacional no pueden olvidar que varios ministros del gobierno anterior hacían publicidad "manoseando" sus problemas, como el ministro de Defensa Nacional que los trató de tramposos en los exámenes y de resentidos sociales, y el ministro de Educación que sugería que en la Nacional se enseñaba la violencia y su vice ministro que afirmaba que allí nose revisaban los planes de estudios desde hacía 15 años y el ministro de Hacienda que se lamentaba del gasto inútil en las universidades públicas.
Nada raro que el chamboneo se hubiera impuesto como estilo en casi todos los medios de difusión cuando de la Nacional se trataba, hasta el extremo de que todavía ahora en la revista "Guión" se especula gratuita y calumniosamente, con que el gobierno tiene todo por hacer en la Nacional, por cuanto las directivas de ayer y los profesores de hoy son la extrema izquierda y la subversión.
Va a ser difícil el nuevo trato, pero no imposible. En el momento actual tiene que ser posible que la Universidad y el Estado se comprometan seriamente con los principios que fundamentan y garantizan sus relaciones mutuas. El Estado se legitima por su capacidad de servicio a la comunidad y una parte sustantiva de este servicio es la educación superior de amplios sectores de la poblacion y el fomento de la cultura, la ciencia y la técnica. Por ello el Estado está en la obligación de sostener económicamente a la universidad pública y de garantizar políticamente su autonomía.
Pero como la universidad no se legitima por su dependencia económica y administrativa del Estado, sino por su búsqueda de la verdad y por su esfuerzo permanente de vinculación a la comunidad, la universidad no puede nunca sin más comprometerse irrestrictamente con todas las políticas y criterios de un gobierno determinado; o negar su especificidad identificándose acrítica y apresuradamente con determinadas estrategias partidistas. El ideal sería cuando un Estado auténticamente democrático apoyara una universidad libre, como el lugar en que se forja el futuro material, cultural, social, ético y político de un pueblo, basado no en el error, el engaño o la mentira, sino en la verdad. Sólo un Estado que quiere él mismo la libertad y que se legitime en la discusión pública política, puede defender también la autonomía de la universidad.
Si el Estado y la clase política están convencidos de estos principios, es posible un nuevo trato que abarque desde una asignación presupuestal digna y racional y una disponibilidad de fondos decorosa y no mezquina, hasta el respeto a la autonomía de la Universidad que son sus estamentos profesoral y estudiantil.
Los sectores más representativos del profesorado y los más comprometidos con la Universidad vienen desde hace tiempo manifestando su deseo insobornable de asumir sufunción en pro de la defensa y fortalecimiento de la Universidad Nacional.
El profesorado aspira a que el nuevo trato prometido por el gobierno pueda significar el que en lo sucesivo el rector de la Universidad sea elegido por sus estamentos, como corresponde a una idea tradicional de autonomía universitaria.
También los estudiantes de la Universidad Nacional exigen un nuevo trato. Los disturbios en la Ciudad Blanca o en sus cercanías, cuya autoría no siempre ha sido esclarecida seriamente y cuyas causas tampoco han sido asumidas responsablemente, no son compartidos por las mayorías estudiantiles. La juventud universitaria de la Nacional merece, con toda legitimidad--y ello está demostrado por lo menos por su actitud de los últimos meses--un trato distinto al de la desconfianza, la sospecha y la represión. Toda responsabilidad que se exige, presupone una responsabilidad que se da y se confía. Este principio elemental de toda pedagogía ha sido ignorado en los últimos lustros. Es necesario que la participación que se ofrece a los estudiantes en la dirección de la Universidad se entienda como una participación democrática a partir de una organización estudiantil gremial y representativa.
En resumen, si la dirección de la Universidad cuenta con el apoyo del gobierno y convoca en torno a sí al profesorado, valorando altamente su participación democrática, y a los estudiantes, abriendo el espacio en el que se fortalezca la organización estudiantil que posibilite una representación cualificada y la solución audaz y efectiva de los problemas estudiantiles, entonces sí habrá un nuevo trato y un nuevo estilo que lleve a devolver la universidad a la Universidad.
Guillermo Hoyos Vásquez es doctor en Filosofía de la Universidad de Colonia, Alemania. Profesor de varias universidades de Bogotá, está vinculado desde 1975 a la Universidad Nacional como profesor de Filosofia. Actualmente es representante de los profesores ante el Consejo Superior Universitario.

Noticias Destacadas