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¡Un presidente de película!

Santos, a su vez, exigió cuando menos ser extra sin parlamento, pese a que en su historial presidencial cuenta con un parlamento sin extras.

Revista Semana
10 de febrero de 2018

Tal y como lo reseñaron diversos medios de comunicación, el presidente Santos asistió a la filmación de la superproducción de Hollywood Mile 22, cuyo rodaje se efectuó en el Centro Internacional de Bogotá. Durante su inspección al set, el mandatario filmó una de las

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escenas de la película en lo que desde ya se constituye como uno de los mayores logros de su gobierno. Esta columna asistió a la jornada y se permite relatar sus pormenores.

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Temprano en la mañana, el equipo de producción de Mile 22 se citó en el Fulanitos del Centro Internacional y no pudo ocultar su sorpresa al observar que la calle, en que pensaban filmar la compleja escena de acción programada para el día, se encontraba invadida por innumerables bolsas de basuras desparramadas por el suelo.

El equipo de producción, entonces, se dispuso a recoger los desperdicios, y actores y actrices, al fin, ocuparon sus lugares. El célebre director Peter Berg cerró la claqueta para iniciar la primera toma, que fue necesario repetir porque el grito “¡Tamales, tamales!”, de un vendedor ambulante de la zona, se filtraba en el audio.

Cientos de curiosos se agolparon en torno al cordel que protegía el set de grabación, dentro de los que destacaba el presidente Santos, quien, empinado, para no perder detalles de lo que hacían los famosos, insistía a miembros de la producción que le permitieran pasar.

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–So-soy el presidente de la república, y me gu-gusta grabar– dijo a uno de los miembros de producción–: de hecho ya llevo tres reformas tributarias.

Ante la insistencia del primer mandatario, el director autorizó su ingreso y el presidente saludó a los actores, ofreció la dirección de Colciencias a Mark Wahlberg, pidió autógrafos y selfis, y clamó para que le dejaran grabar siquiera una escena, pedido al que, exhausto, el director accedió.

–Esta cámara es más fácil de ma-manejar que la Cámara de Representantes– comentó el mandatario al camarógrafo que se la prestó. Y acto seguido le ofreció la dirección de Colciencias.

Con paciencia, el equipo de producción esperó a que el mandatario devolviera el equipo para continuar con la escena, asunto que se postergó porque Dago García apareció en el set y, aludiendo al TLC con Estados Unidos, pidió grabar la próxima entrega de El paseo en Manhattan (con la asistencia participativa del presidente Trump).

El director calmó los ánimos y procuró continuar con los planes de filmación. Reclutó entonces como doble del agente de la CIA al exministro Pinzón, quien en ese momento pasaba por el lugar con las manos en los bolsillos y la mirada clavada en el piso, mientras pateaba un tarro. El presidente Santos, a su vez, exigió cuanto menos ser extra sin parlamento, pese a que en su historial presidencial cuenta con un parlamento sin extras. Pero le ofrecieron el puesto de doble. Por haberlo sido con Uribe.

Al grito de “acción”, entonces, se reanudó la toma. Pero, súbitamente, un auto McLaren irrumpió dando tumbos en el lugar y arrasó la grúa de una de las cámaras. El presidente Santos dijo que esas cosas pasaban, que a ellos se les había caído un puente; la actriz Ronda Rousey recibió una sobredosis de escopolamina que un delincuente diluyó en un café y, salida de sí, por poco acepta la dirección de Colciencias, que le ofrecía el mandatario; de la parrilla de una motocicleta bajó una mujer que le rapó el celular al actor John Malkovich; Daniel Mejía, secretario de Seguridad de Bogotá que observaba la grabación con su libreta de autógrafos en la mano, tranquilizó a los periodistas con estas palabras: “Observaremos con atención las cámaras de los locales de la zona, o, en su defecto, el noticiero del mediodía, que siempre las saca, para dar con los autores de este robo”…

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En un último intento, el director procuró llamar al orden al personal para retomar la filmación, pero en ese momento pasó Timochenko, perseguido por una turba que le tiraba tomates, cáscaras y pañales, objetos que quedaron nuevamente desperdigados por las calles; una volqueta con las llantas desinfladas procuró recogerlas en vano; un grupo de sindicalistas de Aguas Bogotá prendió fuego; el alcalde Peñalosa se hizo presente en el set, esparció una caneca, mascó chicle y culpó a Petro; Petro se hizo presente, culpó a Peñalosa, y presentó a Gustavo Bolívar, quien propuso a los productores filmar en inglés su obra máxima, No tits, no heaven; Peñalosa, a su vez, pidió salir él también en la película, y dijo que podía improvisar, como lo venía haciendo. Y así lo hizo.

Y al final el director canceló la jornada y ordenó cotizaciones en Bolivia y otros países más desarrollados, mientras el presidente declaraba que, gracias a su ley de cine, este año grabarán más superproducciones en Colombia. Una de ellas animada que, al parecer, la protagonizará Rafael Pardo; otra de vaqueros, que se filmará en el Ubérrimo. A lo mejor alguna de ellas gane un Óscar, así se trate del devaluado Óscar Iván Zuluaga, a quien Santos debería ofrecer la dirección de Colciencias. Seguramente aceptaría, pobre.